Estas fueron las obras maestras del Hermitage y del Kremlin que vendieron los bolcheviques

Víktor Velikzhanin/TASS
Obras de Rafael, Fabergé o Van Gogh así como joyas rusas llegaron a los museos de EE UU y Europa

En la segunda mital de los años 20 el Gobierno soviético comenzó a vender tesoros artísticos de sus museos. Inmerso en una crisis internacional y tras la guerra civil, el joven Estado necesitaba dinero. Se subastaron o se vendieron directamente a millonarios de Europa y EE UU obras maestras del Kremlin, del Hermitage y de la Galería Tretiakov

“Había gente de todo tipo. Armand Hammer era una figura diabólica. Me dijeron que daba miedo quedarse a solas con él en una habitación. Organizó las ventas de antigüedades rusas, por lo que el Gobierno soviético le dio una comisión del 10%. Organizó la venta de los tesoros de los Romanov (que en realidad carecía de relación con la casa real) en los grandes almacenes más grandes de Nueva York, en Lord & Taylor”, explica la investigadora Natalia Semiónova, autora del libro Los tesoros de Rusia vendidos.

Coronas reales y diamantes, iconos y otros objetos religiosos, cuadros históricos y esculturas, fueron los objetos vendidos al secretario del Tesoro de EE UU, Andrew Mellon y al magnate del petróleo Calouste Gulbenkian así como a los embajadores de EE UU, Joseph Davies y su mujer Marjorie Post. Muchas de las obras se convirtieron en el orgullo de varios museos internacionales, como el Metropolitan de Nueva York o el Museo Calouste Gulbenkian de Lisboa. Exponemos aquí algunas de las obras más destacadas.

Compañía K. Bolin. Corona nupcial imperial. Década de 1890

Se trata de una de las coronas más modestas vendidas por los bolcheviques. La última emperatriz de Rusia, Alexandra Fiódorovna, la llevó puesta durante su boda, celebrada en 1894. En 1926 Gojarn (Almacén Estatal de Piedras Preciosas y Metales) se la vendió a Norman Weis, que en 1966 se la vendió a Marjorie Post a través de la casa de subastas Sotheby´s. Actualmente forma parte de la  Colección Hillwood en Washington.

Compañía Fabergé. Huevo de Pascua de la Coronación Imperial. 1897

El zar Nicolás II regaló a sus esposa Alexandra Fiódorovna este huevo de joyería hecho a base de platino, diamantes y rubíes y que tiene un carruaje sorpresa en el interior. La Armería del Kremlin de Moscú lo vendió en 1927 a la Galería Wartski de Londres y en 1970 pasó a formar parte de la colección de Malcolm Forbes. Actualmente se expone en el Museo Fabergé de San Petersburgo como parte de la colección del oligarca ruso Víktor Vekselberg.

Peter Paul Rubens. Retrato de Helena Fourment. 1630-1632

El Hermitage compró el cuadro durante el reinado de Catalina la Grande y en 1929 se vendió a Calouste Gulbenkian. Actualmente se encuentra en el Museo Gulbenkian de Lisboa.

Rafael. Madonna Alba. 1510

Era la mayor obra de este genio renacentista en el Hermitage. En 1931 se la vendieron a Andrew Mellon por un precio récord de 1,2 millones de dólares. Actualmente se encuentra en la Galería Nacional de Arte de Washington.

Tiziano. Venus con espejo. Alrededor de 1555

Desde 1850 era la principal obra maestra de Tiziano con la que contaba el Hermitage. También se vendió a Andrew Mellon en 1931 y pasó a formar parte de la Galería Nacional de Arte en Washington.  

Jan van Eyck. Dos paneles del Tríptico de la Crucifixión y del Juicio Final. Alrededor de 1430

Estos paneles del llamado “Plegable de iconos Tatíshchev” (llegaron a Rusia a través del embajador en España, Dmitri Tatíshchev) forman parte de un tríptico que se perdió. En 1933 se vendieron al Museo Metropolitan de Nueva York. Tras la venta de estos paneles y de la Anunciación, que había caído en manos de Mellon unos pocos años antes, el Museo de San Petersburgo perdió todos sus Van Eyck.

Nicolas Poussin. El nacimiento de Venus (Triunfo de Neptuno y de Anfítrite). 1638-1640

Uno de los cuatro “triunfos” que Poussin pintó para el legendario cardenal Richelieu, se le entregó a la Catalina la Grande. En 1932 se vendió a la Fundación Elkins y en la actualidad se encuentra en el Museo de Arte de Filadelfia.

Rembrandt. La negación de San Pedro. 1660

La venta de este cuadro al Rijksmuseum de Amsterdam en 1933 fue una auténtica tragedia para los empleados del Hermitage. El entonces director, Borís Legran, escribió: “...es el único trabajo nuestro en el que Rembrant utiliza el efecto de iluminación artificial”. 

Vincent van Gogh. El café de noche. 1888

Se trata de uno de los pocos cuadros impresionistas y modernistas que los museos rusos perdieron en aquella época. Se debió a que en aquel momento todavía costaban muy poco. En 1933 el Museo de Nuevo Arte Occidental de Moscú (actualmente el Museo Estatal Pushkin) se lo vendió a Stephen Clark, que lo legó a la Galería de Arte de la Universidad de Yale. 

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