Un día, en la década de 1990, el ex corredor Mijaíl Krasínets descubrió la pasión de su vida. Empezó a coleccionar viejos autos soviéticos. Cuando la calle de Moscú donde vivía acabó llena de sus adquisiciones, se dio cuenta de que necesitaba ampliar sus horizontes.
Mijaíl y su esposa vendieron su piso y compraron una casa en la aldea de Chernoúsovo en la región de Tula, a 300 km de la capital. Aquí nació su notable museo "Automóviles de la URSS".
Hay más de 300 vehículos estacionados sobre un gran campo abierto. La mayoría de ellos son modelos soviéticos de las décadas de 1940 y 1990, incluidos turismos y camiones pesados.
Mantener dicho museo no es un pasatiempo barato. Mijaíl tuvo la suerte de que en 2004 el museo recibiese estatus oficial, convirtiéndose en una parte del Museo de Estudios Regionales local. A pesar de ello, necesita financiación de forma imperiosa.
Sufriendo la nieve y la lluvia las 24 horas del día, todos los autos y camiones necesitan una renovación importante. Algunos vehículos están siendo cuidadosamente reparados, pero otros se están cayendo a pedazos. Mijaíl no puede vigilar solo a todos sus "hijos".
Los autos y camiones no se colocan aleatoriamente en el campo. Se organizan según el año de producción, lo que permite realizar un recorrido por toda la historia de la industria automovilística soviética.
Entrar al museo no fácil, ya que requiere un todoterreno para llegar allí. Pero vale la pena el esfuerzo. Los visitantes pueden fotografiar los vehículos, entrar en ellos e inspeccionar las antigüedades por todas partes.
La colección de Mijaíl tiene algunas piezas únicas. Dos automóviles Moskvich con volante a la derecha, por ejemplo, que fueron diseñados exclusivamente para su venta en Inglaterra. Además, uno puede encontrar algunas perlas fabricadas en el extranjero: un Mercedes Benz W108, un Opel Rekord S, un Buick Special 8, etc.
Las opiniones sobre Mijaíl Krasínets varían. Algunos dicen que hace una buena labor al preservar autos vintage únicos, otros están seguros de que es solo un coleccionista de basura inútil.
Hay quienes le aconsejan que venda algunos ejemplares excepcionales a coleccionistas privados. Sin embargo, Krasinets quiere dejar el museo, para las generaciones futuras, íntegro.