‘Morir en esta vida no es nuevo, pero tampoco es nuevo el vivir’: muertes trágicas de autores rusos

Cultura
OLEG YEGÓROV
Algunos famosos escritores murieron en la cama, como Tolstói o Dostoievski. Otros, como Pushkin o Lérmontov perecieron en un duelo. Pero hoy contamos varias historias de una serie de muertes dolorosas.

Daniil Jarms: muerto de hambre en un hospital psiquiátrico

Daniil Jarms (1905–1942), es conocido por sus poemas de corte absurdo y por sus ingeniosos experimentos lingüísticos. Para no ir a la guerra contra Alemania simuló tener esquizofrenia. La idea de luchar y disparar a alguien le horrorizaba, porque él mismo tenía orígenes alemanes y era pacifista.

En 1939, cuando empezó la Segunda Guerra Mundial, se hizo pasar por enfermo mental y recibió un informe que decía que no podía alistarse. A pesar de ello era pesimista respecto al futuro. “Nos arrastraremos con nuestras piernas cortadas, agarrándonos a muros en llamas”, citaba a Jarms su conocido Pável Zaltsman en sus memorias. 

No le deparó nada bueno a Jarms. Estuvo en un asilo en Leningrado, pasó hambre hasta morir durante el sitio de Leningrado ya que no había suficiente comida como para alimentar a los pacientes.

Serguéi Yesenin: ahorcado tras una depresión provocada por la bebida

“Cuando traté de convencerlo de que no bebiera tanto y de que se preocupase por sí mismo, se puso muy nervioso y de repente me soltó: 'Cómo es posible que no lo entiendas, no puedo evitarlo... Si no bebiera cómo podría sobrevivir a todo esto'”. Así es como el amigo de Yesenin (1895-1925) Vladímir Cherniavski recuerda la última conversación con el poeta.

Reconocido como uno de los principales autores de la llamada Edad de Plata de la literatura rusa (principios del siglo XX) en 1925 Yesenin estaba solo, desesperado y bebiendo mucho. No está claro si el alcoholismo le llevó a la depresión o si fue al revés, pero sí que no hay duda de que fue lo que acabó matando al poeta.

“Todos los pensamientos del hombre enfermo llegan como si estuvieran pintados de negro”, comentó Matvéi Roizman, otro amigo de Yesenin. También recordó que el propio poeta fue a una clínica psiquiátrica en marzo de 1924 pero huyó de ella y Roizman lo encontró bebiendo cerveza en un bar.

A finales de 1925 parecía que Yesenin llegaba a un estado de desesperación total. El 28 de diciembre encontraron su cuerpo colgado en el Hotel Anglaterre de Leningrado. Un día antes le entregó a un amigo un poema escrito con sangre (no había tinta en la habitación de Yesenin), con los versos: “Morir en esta vida no es nuevo, pero tampoco es nuevo el vivir”.

Sin embargo, hay otra versión, que apoyan muchos expertos, según la cual los servicios de seguridad soviéticos mataron al poeta.

Osip Mandelstam (muerto de hambre en un campo de trabajo)

Otro destacado poeta de la Edad de Plata, Osip Maldelstam (1891 – 1938), prácticamente acabó con su vida cuando en 1933 escribió, y lo que es peor, leyó en alto el poema Epigrama de Stalin, donde describe la vida temerosa en la URSS bajo el mandato de Stalin.

Escéptico respecto al gobierno soviético, Mandelstam continuó con la lectura a pesar de que su amigo Borís Pasternak le dijera que era prácticamente como un acto de suicidio. El castigo no tardó en llegar. Las autoridades arrestaron a Mandelstam y durante cinco años su mujer y él tuvieron que vivir en el exilio y la pobreza. El poeta trató de suicidarse saltando por una ventana pero no tuvo éxito. En 1938 volvió a ser arrestado y enviado al Lejano Oriente donde pasó cinco años en un campo de trabajo.

Sin embargo, no llegó hasta allí. El 27 de diciembre, en un estado de gran debilidad, murió en Vladivostok. Su cuerpo nunca lo encontraron y fue enterrado en una fosa común con otras personas.

Vsevólod Garshin: saltó desde las escaleras

Conocido por sus relatos, Vsevólod Garshin (1855-1888) es un autor lleno de talento pero poco leído, incluso en Rusia. Es más conocido por su cuento infantil titulado La rana viajera. Su temprana y espantosa muerte a los 33 años truncó su camino.

La vida de Garshin fue trágica desde el comienzo. Como niño sufrió psicosis esquizofrénica, una enfermedad mental que le provocó largos periodos de depresión y de falsas ilusiones. Cuando no estaba enfermo Garshin era consciente de que lo había estado y vivía una vida normal, pero entonces la enfermedad volvía a aparecer.

En sus últimos años de vida la enfermedad volvió con más fuerza que nunca. Pasó varios meses en un sanatorio en 1880 pero los médicos tan solo lo ayudaron temporalmente. En 1888 le dijo a Iliá Repin, su amigo y pintor que le llegó a hacer un retrato: “Tengo tanto miedo de perder la mente de nuevo... si tuviera un amigo que acabara con mi vida cuando eso ocurra”.

Finalmente lo hizo él mismo. Incapaz de tolerar el miedo y la locura, saltó desde las escaleras de su edificio. Debido a la baja altura (cinco pisos) no murió inmediatamente y estuvo agonizando durante cinco días.

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