Desde su fundación, la Unión Soviética tuvo que luchar no sólo en el campo de batalla, sino también en el ámbito ideológico. Los líderes soviéticos entendieron que el arte y la arquitectura eran elementos cruciales en este conflicto para mostrar el poder y la gloria soviéticos a su propio pueblo y al mundo.
En 1918, Vladímir Lenin inició un plan de "propaganda monumental", y según esta estrategia, numerosos monumentos se convirtieron en medios para propagar las ideas revolucionarias. Sin embargo, debido al uso de materiales baratos, muchos de estos monumentos no han sobrevivido.
El gobierno de Stalin fue el de los grandes planes para Moscú: los rascacielos de las Siete Hermanas, el Palacio de los Soviets, el Teatro del Ejército Rojo y mucho más. El estilo del imperio estalinista en la arquitectura declaraba al mundo que nada era imposible para el joven y audaz estado soviético.
En la década de 1960 los proyectos colosales se convirtieron en algo del pasado y la arquitectura monumental de la época de Stalin dio paso a una más funcional. Sin embargo, nadie quiso abandonar completamente la monumentalidad.
Grandes monumentos fueron construidos para honrar la memoria de los soldados caídos en la Gran Guerra Patriótica. Entre los más impresionantes están la Estatua de la Madre Patria, (también conocida como ‘¡La Madre Patria Llama!’) en Volgogrado, y "Coraje" en la ciudad bielorrusa de Brest.
Lenin era la figura principal en el arte monumental soviético, y su imagen estaba en todas partes: en fábricas, escuelas, universidades, apartamentos y, por supuesto, en el Palacio Estatal del Kremlin.
El otro héroe importante del arte monumental soviético era el "Nuevo Hombre Soviético". Este humano ideal tenía todas las cualidades en la que los soviéticos debían esforzarse: coraje, fuerza, disciplina, inteligencia, ética de trabajo y creencia en el socialismo.
Los edificios de apartamentos, las calles, las fábricas, los pabellones, los palacios de la cultura - en todas partes había grandes carteles, bajorrelieves, pinturas y mosaicos que presentaban imágenes ideales de la vida de los trabajadores y campesinos, así como logros soviéticos en la industria, la agricultura y la exploración del espacio.
El Estado no ahorró dinero y materiales para los proyectos monumentales de valor ideológico y sus creadores. Los artistas monumentalistas eran personas muy importantes en la Unión Soviética.
La URSS desapareció hace tiempo, pero enormes pinturas monumentales todavía adornan algunos monótonos edificios de apartamentos soviéticos por todo el país.
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