La Cámara de Ámbar: el tesoro robado por los nazis.
Varvara GránkovaEl amor de Pedro el Grande, que reinó entre 1682 y 1721, por las curiosidades era bien conocido. Su colección de objetos raros está reunida en el museo de Kuntskámera, que todavía hoy se puede visitar en San Petersburgo. En aquella época cualquier monarca europeo que quisiera complacer al zar le hacía un regalo original.
Eso fue precisamente lo que hizo Federico Guillermo I de Prusia para ganarse el favor de Pedro. En 1716 le regaló al emperador ruso una habitación diseñada por los mejores arquitectos y escultores barrocos de Prusia, decorada con oro y ámbar. Se trata de la famosa Cámara de Ámbar, que posteriormente vino a llamarse la octava maravilla del mundo, debido a su gran belleza.
Desde Prusia hasta Rusia
Los descendientes de Pedro renovaron la sala significativamente y la ampliaron. La magnífica sala se convirtió en una muestra de su prosperidad. A finales del siglo XVIII se transformó en una impresionante sala de más de 100 metros cuadrados, cubierta con seis toneladas de ámbar, decorada con pan de oro y piedras semipreciosas. Los historiadores y los joyeros todavía discuten sobre el precio aproximado de la sala, entre 142.000 millones hasta más de 500.000 millones dólares.
Catalina la Grande (que reinó entre 1762-1796) colocó la sala en su residencia de verano, situado en Tsárkoye Seló. A pesar de pequeñas restauraciones esta obra de arte única estuvo en el palacio de Catalina hasta 1941. Irónicamente se planeaba una restauración para el año siguiente, que nunca llegó a producirse.
Cámara de Ámbar, palacio de Catalina, Tsárkoye Seló, cerca de San Petersburgo.
Getty ImagesDevorada por la guerra
Durante la Segunda Guerra Mundial, la Wehrmacht ocupó Pushkin y Tsárskoe Seló. Muchos museos y obras de artes se evacuaron a Siberia pero no pudo hacerse lo mismo con la Cámara de Ámbar, que era demasiado frágil y pesada.
La Alemania de Adolf Hitler consideró oficialmente que muchas obras de arte de siglos anteriores habían sido robadas al pueblo alemán. Entre ellas incluyeron la Cámara de Ámbar, que desmantelaron y enviaron a Konigsberg (actualmente Kaliningrado).
Según Alfred Rohde, historiador del arte alemán que supervisó la colección del castillo de Königsberg entre 1926 y 1945, Alemania se ocupó de cuidar bien la Cámara de Ámbar. Afirma que sobrevivió a los fuertes bombardeos de 1944, cuando casi todo el centro de la ciudad fue destruido. Los mandos desmantelaron la sala y la pusieron en los sótanos del castillo. Aunque cuando las tropas soviéticas liberaron la ciudad en abril de 1945 no encontraron nada. La Cámara de Ámbar había desaparecido.
¿Qué ocurrió realmente?
Hay muchas versiones acerca de lo que pudo pasar. Las más sencilla supone que Rohde mintió y que la obra maestra ardió durante los combates. Según otra versión, la habitación sigue enterrada en algún lugar bajo el castillo, demolido por los soviéticos en 1969. Los expertos creen que si es así, lo más probable es que haya desaparecido, ya que el ámbar necesita una temperatura determinada para mantenerse y, si sigue bajo tierra, estará muy deteriorada.
Palacio de Catalina destruido por los nazis, 1945.
Borís Kudoyárov/RIA NóvostiHay incluso otras hipótesis para aquellos que creen que todavía se puede encontrar la Cámara de Ámbar. Se dice que los nazis desmontaron la sala y la enviaron en barco a algún lugar de Alemania cuando supieron que la derrota era inevitable. El historiador ruso Andréi Przedomski cree incluso que está escondida en los búnkers que tenían los servicios secretos alemanes en las afueras de Kaliningrado. Otros investigadores afirman que se llevó secretamente a América Latina, durante la huida masiva de nazis que llegaron al continente después de 1945.
Una de las teorías más rocambolescas sugiere que Alemania nunca se llevó la Sala de Ámbar, por lo menos no se llevaron la auténtica. Fiódor Morózov, especialista de Pushkin, cree que los restauradores soviéticos copiaron la decoración y reemplazaron el original por un duplicado. Afirma que llevaron el original a un lugar seguro antes de la guerra. Morózov está convencido de que el gobierno soviético se la envió por barco a Armand Hammer, un empresario estadounidense amigo de la URSS, como regalo por su apoyo al programa de préstamo y arriendo, que sirvió para abastecer al país de buques de guerra, aviones de combate y otras armas durante la contienda.
Una copia perfecta
Hubo piezas originales de la Cámara de Ámbar que sobrevivieron a la Segunda Guerra Mundial. En el año 2000 Alemania devolvió a Rusia dos piezas de decoración: un mosaico florentino y una cómoda rococó. Sin embargo, parece que nunca aparecerá la cámara completa, así que los escultores y restauradores rusos se han puesto manos a la obra para reconstruir esta perdida obra maestra. El meticuloso trabajo, que incluye la participación de artesanos alemanes, comenzó en 1981 y ha durado más de 20 años, con un coste superior a los 11 millones de dólares. La nueva Cámara de Ámbar se abrió en el Palacio de Catalina en Pushkin en 2003.
El barón Eduard von Falz-Fein, de Liechtenstein y origen ruso, ha pasado 30 años de su vida buscando la Cámara de Ámbar. En 2004 declaró que aunque parece que la original ha desaparecido, la nueva versión es una muy buena copia. “Vi la vieja Cámara de Ámabar cuando tenía cinco años y también he visto la nueva. Puedo decir que la nueva es incluso mejor”, declaró von Falz-Fein al diario ruso Argumenty i Fakty. Todavía quedan entusiastas que la siguen buscando pero resulta bastante más fácil acercarse hasta las afueras de San Petersburgo para disfrutar de esta obra maestra.
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