Según el último sondeo del Centro Ruso de Estudio de la Opinión Pública (VTsIOM por sus siglas en ruso), realizado en octubre de 2015, el 50% de los rusos cree en las supersticiones. Hace 25 años, en 1990, la encuesta dio los mismos resultados. Russia Beyond recuerda unas de las supersticiones más populares, con las cuales sin duda enfrentará cualquier extranjero en Rusia.
Dos rosas son bonitas y románticas, pero no así en Rusia. Si va a casa de alguien o a una cita, asegúrese de que el ramo que va a regalar cuenta con un número impar de flores. En otro caso, no será nada extraño que la persona a la que se las regale se ponga de mal humor, ya que las rosas o los claveles en número es para llevar a los cementerios.
Si se ha puesto una prenda al revés, es decir, la parte de afuera hacia adentro, le molerán a golpes. Se recomienda primero cambiarse y luego pedir a un familiar que golpee su espalda. Según la superstición, eso permitirá evitar una pelea.
Si al salir de casa se da cuenta de que ha olvidado algo, no vuelva. Si lo tiene que hacer, existe una manera de evitar las malas consecuencias: antes de salir de casa otra vez, es preciso mirarse al espejo.
Cuando llegue a una casa y le abran la puerta, incluso si está con los sentimientos a flor de piel, primero hay que entrar en la casa y solo después dar la mano o un abrazo. No se pueden dar saludos, abrazos o besos en el marco de la puerta, porque se puede despertar a un duende que vive allí, lo que puede resultar algo desagradable.
No se recomienda elegir como regalos para sus amigos rusos tijeras o cuchillos, ya que pueden provocar una riña. Para evitarlo, le deben pagar una pequeña cantidad de dinero, incluso un rublo será suficiente. El pañuelo tampoco es un buen regalo, porque trae lágrimas. Si decide regalar un monedero, ponga una moneda en él para que nunca esté vacío.
Al conocer a todos los que están a la mesa, trate de ocupar un puesto entre las personas con el mismo nombre. A propósito, en Rusia no es nada difícil, ya que el número de los nombres más comunes es limitado. Al sentarse entre dos Sashas, Lenas o Mashas, hay que pedir un deseo, pero – ¡ojo! – no lo comparta con otras personas para que se cumpla.
Cuando pase la sal, trate de no derramarla, porque si lo hace tendrá lugar un conflicto. Pero tampoco se preocupe, hay un remedio para evitarlo: eche una pizca de la sal derramada por encima de su hombro izquierdo. Si está de visita y la comida que le han ofrecido es salada, no se ponga triste, porque eso simplemente significa que el ama de casa está enamorada y hay posibilidad de que sea enamorada de usted.
No hay duda de que si va de visita no se le ocurrirá hacer eso, pero incluso en casa no debe comer del cuchillo, porque, según el agüero, hará que se convierta en una mala persona. Además, puede cortarse.
La única respuesta correcta a Ni puja ni perá (“ni pelo ni pluma”, en español), tradicional felicitación para dar suerte y que se pronuncia, por ejemplo, antes de un examen, una entrevista de trabajo o una importante presentación, no es spasibo (“gracias”), sino ¡K chiórtu! (“al diablo”). En otro caso, la suerte se le escapará.
En cuanto todo el contenido de la botella esté envasado, se debe retirar la botella de la mesa. De otro modo, no tendrá dinero. Dicen que la tradición remonta a los tiempos de la guerra con Napoleón: los cosacos, al tomar París en 1814, notaron que en los restaurantes locales se contaba la cantidad de lo bebido conforme con el número de las botellas vacías dejadas sobre la mesa. Por eso los cosacos retiraron con precaución las botellas y las colocaron debajo de la mesa.
No podemos asegurar de que ocurriera exactamente así, pero esa habilitad sin dudas le resultará útil, porque en Rusia hay otra tradición: hay que vaciar todas las botellas destapadas. Pues, ¡Ni puja ni perá!
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