Los huéspedes de la casa de campo del pintor Iliá Repin (1844-1930), situada a poca distancia al norte de San Petersburgo, recordaban con perplejidad el extraño menú de la comida y la cena. El autor de cuadros tan famosos como Barcazas en el Volga e Iván el Terrible y su hijo Iván servía a sus invitados bistec de arándanos, sopa de heno y otros platos raros sin carne. De hecho, los preparaba según las recetas de su esposa.
La esposa de Repin, Natalia Nordman-Severova, era una ferviente vegetariana y partidaria de una dieta de alimentos crudos, lo que escandalizó a muchos en aquella época. En 1911, escribió el Libro de cocina para hambrientos y lo dedicó a los “sobrealimentados”. La sopa de heno, una de las favoritas de Repin, también apareció en el libro.
La receta de este manjar vegetariano es sencilla: se pone heno en una olla junto con cebolla finamente picada, laurel, pimienta y sal. Todo ello se mezcla con agua hirviendo y luego se pone un rato al fuego. Según Nordman-Severova, esta sopa sacia durante 24 horas, es excelente para los riñones y también sirve para preparar sopa de remolacha vegetariana.
En 1912, durante una conferencia sobre los beneficios de una dieta vegetariana, Nordman-Severova señaló: “A menudo me preguntan: ¿cómo es que comemos heno y hierbas? ¿Las masticamos en casa, en un establo o en un prado, y en qué cantidad? Muchos se toman esta dieta a broma; algunos incluso consideran ofensivo que se ofrezca a la gente comida que antes sólo se daba a los animales”.
El propio Repin no se quejaba de la dieta. Al contrario, en una carta a su amigo escribió: “Una sopa de heno, de raíces, de hierbas... es el elixir de la vida. Saciedad plena durante nueve horas. Mi cuerpo ha rejuvenecido y he adquirido más resistencia al andar, más fuerza en gimnasia y mucho más éxito en el arte.”
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