La salamata es un plato parecido a las gachas que los eslavos orientales llevan siglos degustando. Combina sencillez, tradición y un toque de misteriosa fortuna.
Los orígenes de la salamata se remontan al siglo XVI, cuando se menciona en el Decreto sobre la comida del Monasterio de Tijvin. Este plato se ha mantenido popular a lo largo de los siglos, siendo un elemento básico tanto en las comidas cotidianas como en los banquetes ceremoniales. Se prepara con ingredientes sencillos: nata agria, harina y leche.
Para crear la salamata perfecta, la harina y los demás ingredientes deben amasarse juntos durante un largo periodo de tiempo antes de colocarlos al fuego. Este meticuloso proceso garantiza una consistencia suave y cremosa, que realza los deliciosos sabores del plato. En algunas variantes, la salamata se aromatiza con cebolla, ajo o manteca de cerdo.
Tiene un significado especial en algunas regiones de Rusia, como Yakutia y Buriatia, donde se prepara en ocasiones especiales, como fiestas y reuniones festivas con invitados estimados. En esos momentos, la salamata adquiere un papel casi sagrado y se cree que tiene poder adivinatorio. Se dice que la calidad de la salamata puede predecir el resultado de cualquier negocio o empresa. Un resultado sabroso se considera una señal favorable, que sugiere que la suerte está en el horizonte.
He añadido arándanos rojos a mi salamata, lo que le da al plato un delicioso toque de acidez y un color vibrante. Los arándanos rojos también aportan numerosos beneficios para la salud, ya que son ricos en antioxidantes y vitaminas. En general, simplemente hacen el plato más atractivo.
Ver en un cazo la nata agria. Poner el cazo con la crema agria a fuego lento.
Tamizar la harina por separado.
Sin dejar de remover, llevar la nata agria a ebullición y añadir poco a poco la harina en pequeñas porciones. Mezclar los ingredientes, lo suficiente para que no se formen grumos.
Una vez que toda la harina esté en el cazo y se haya removido bien, dejar cocer la mezcla a fuego lento sin dejar de remover. Con el tiempo, debería formarse una mantequilla separada en la superficie de la mezcla. Se puede retirar y remover la mantequilla con una cucharada.
Vierte una pequeña cantidad de leche o kéfir en el cazo y mezcla bien los ingredientes.
Después de hervir, reduce el fuego al mínimo. La salamata debe cocerse durante bastante tiempo, removiendo constantemente. Si la mantequilla flota en la superficie, significa que el plato está listo. Debe tener una corteza dorada y la grasa debe separarse en los bordes. Pero no añada sal, ya que la crema agria le da un agradable sabor lechoso.
Sirve la salamata cocida caliente en cuencos de madera o porcelana. ¡Que aproveche!
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En este vídeo puedes ver cómo se prepara la salamata de manera tradicional
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