1. Krasnostop Zolotovski
Esta antigua variedad de uva se cultiva tradicionalmente en la región del río Don, en el sur de Rusia, donde los vinicultores han mostrado recientemente un renovado interés por ella. La variedad es caprichosa, intolerante a las heladas y a las enfermedades, y requiere cuidados y atención constantes. Sin embargo, produce vinos ricos, oscuros y de color rubí con matices púrpura. Su aroma lleva cerezas marchitas, arándanos, ciruelas pasas, pimienta negra, mora, mermelada y notas de eucalipto. A los entendidos les puede recordar al conocido Cabernet Sauvignon.
“Este tipo es uno de los más emblemáticos de Rusia”, dice Dmitri Savin, sumiller jefe del restaurante Artest. “Los mejores vinos elaborados con ella proceden de Rostov y Krasnodar. Su nombre deriva de la palabra stopa, con la que los cosacos llamaban a la cresta de la vid, con su característico color rojo. Es una variedad muy brillante que se utiliza para elaborar vinos tintos con mucho cuerpo”.
La larga disputa sobre la “autoctonía” de la uva fue resuelta en 2013 por el ampelógrafo (especialista en uvas) suizo José Vouillamoz, quien coincidió en que la Krasnostop era efectivamente autóctona de la región. Y en 2018, el reputado crítico de vinos estadounidense James Suckling eligió al Krasnostop de la bodega Sober Bash de la añada 2016 como el mejor vino de Rusia.
Qué beber: El Vedernikov Krasnostop Zolotovski, vino tinto seco de la bodega Vedernikov; Krasnostop de la bodega Sober Bash.
2. Kokur
El botánico ruso Wladimir Peter Köppen supone que la variedad Kokur fue llevada a Crimea por los griegos desde la isla de Corfú en los siglos XII-XIV. En la antigüedad, se plantó en todo el valle de Sudak, y todavía hoy ocupa un lugar destacado en esta zona. Desde Crimea, la variedad se extendió, literalmente, a la región del Don, donde se conoció como “blanca larga”.
La cosecha se realiza a finales y mediados de octubre; la variedad no es resistente a las heladas. Para entonces, las bayas han adquirido un color verde amarillento y un contenido de azúcar del 24%. La variedad equilibra acidez con dulzor.
“La Kokur confiere al vino una textura exuberante, una acidez agradable y refrescante y un brillante aroma a piel de melocotón, tonos de miel y fruta amarilla madura y jugosa”, explica Vadim Martiniuk, sumiller jefe del restaurante Riba Moia (‘Mi pescado’).
La Kokur es una uva versátil en la elaboración de vinos, ya que se utiliza no sólo para los vinos de postre, sino también para los fortificados, como el Oporto Blanco Surozh, así como para los vinos de champán.
“Me gusta esta variedad blanca tranquila, en la que predominan los cítricos y las hierbas aromáticas. Recuerda al Trebbiano italiano”, dice Yuri Skorniakov, sumiller del restaurante L.E.S.
Qué beber: Vino blanco Kokur espumoso brut de Valeri Zajarin; vino blanco espumoso de naranja Pavel Shvets Petnat; Kokur del Valle del Sol; Kokur barril de naranja de la bodega Yaila; Kokur Belbek; Kokur Dessert Surozh.
3. Sari Pandas
Esta variedad, de origen griego, fue introducida en Crimea y crece en la región de Sudak. Se suele plantar junto a la variedad polinizadora Kokur Blanco.
Las bayas son de color verde claro con un tinte amarillento en el lado soleado. Madura tarde, con un contenido de azúcar del 27%. Los vinos de postre que se elaboran con ella tienen un bouquet similar al del Tokay.
“La Sari Pandas no está muy extendida, pero produce vinos con una excelente acidez y aromas de miel·, dice Dmitry Savin.
Qué beber: Kokur Sari Pandas blanco seco de la bodega Valeri Zajarin; Sari Pandas Premium de la bodega Massandra.
4. Sibirkovi
La variedad Sibirkovi está ganando popularidad y conquistando a los amantes del vino blanco fresco de verano. Este tipo de uva se introdujo en Rusia desde Besarabia (actualmente Moldavia y Ucrania), Hungría y Bulgaria en la época de Pedro el Grande, y se reintrodujo en la región del Don no hace mucho tiempo.
La Sibirkovi es poco resistente a las heladas y a las enfermedades fúngicas. Al madurar, ha perdido su acidez; el contenido de azúcar es del 22-27%.
“Su carácter diferenciado radica en la multitud de hierbas en el aroma, que se entrelazan con las notas afrutadas. El tomillo y la hierba recién cortada se alternan con los cítricos, así como con el melocotón blanco y la manzana jugosa”, señala Roman Meshitbaev, sumiller del restaurante Drinks@Dinners.
Qué beber: Vino espumoso Petnat extra brut de la bodega Fanagoria; vino blanco seco Pinot Gris Sibirkovi Sober Bash de la bodega Sober Bash.
5. Tsimlianski Negra
La Tsimlianski Negra es una variedad de uva autóctona que crece en el valle del río Don y en el territorio de Stavropol, y con menos frecuencia en el Cáucaso Norte. Se mencionó por primera vez en 1717, cuando Pedro el Grande regaló 20 barriles de vino Tsimlianski al rey Luis XV de Francia. Más tarde, en 1813, en la plaza de la Bastilla de París, las tropas rusas bebieron 3.000 botellas de vino Tsimlianski en honor a su victoria sobre Napoleón.
“El vino espumoso elaborado con Tsimlianski Negra se servía en las mesas de la élite moscovita y de San Petersburgo hace 200 años; la variedad ya existía y los enólogos experimentaban activamente con ella”, dice Elena Pogodina, sumiller jefe del restaurante BURO. TSUM. En sus palabras, la Tsimlianski Negra es resistente al calor pero no a las heladas: “Su peculiaridad es que absorbe rápidamente el azúcar, pero la acidez se resiente por ello. Por eso se suele mezclar con variedades de uva ácidas para dar equilibrio. La clase de uva europea más parecida es la Barbera del Piamonte”.
La Tsimlianski Negra se utiliza para elaborar vinos espumosos y tintos, y menos a menudo vinos de postre. Los tintos son intensos, estructurados y de colores vivos. Aunque aún no hay datos sobre cómo envejece la variedad, los vinicultores rusos ven en ella un gran potencial.
Qué beber: Tsimlianski Negra autóctono de la bodega Fanagoria; Tsimlianskoe tinto seco de Vinos Tsimlinsk.
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