Al final de la presidencia de Rusia en los BRICS, el grupo ha logrado introducir importantes elementos que contribuyen a la nueva percepción multipolar de mundo. En este sentido, las inversiones de Rusia en la cumbre están justificadas. De acuerdo con el gobierno de Bashkortostán, dichas inversiones ascendieron a 14.000 millones de rublos (aunque hace dos años los gastos se habían estimado en 65.000 millones de dólares).
En la cumbre de Ufá estaba representado más del 40 % de la población mundial, la cual aporta casi una tercera parte del PIB mundial. Sin embargo, los BRICS no constituyen una unión de Estados en el sentido tradicional, por lo que no cabe esperar los resultados propios de ese tipo de asociaciones. Se trata más bien de una agrupación de élites y una organización para la cooperación, donde se intercambian experiencias y cuyas discusiones internas generarán, a la larga, nuevas oportunidades en el marco de las relaciones económicas, entre otros.
Los BRICS buscan nuevas fuentes de crecimiento. En este sentido, la integración de la Unión Económica Euroasiática con el cinturón de la Ruta de la Seda, que se extiende desde Asia del sur y central hasta la Unión Europea, tiene un gran futuro. En mayo, Vladímir Putin y el presidente de la República Popular de Chia, Xi Jinping, acordaron suavizar la excesiva competencia existente entre la Unión Económica Euroasiática y la Ruta de la Seda. La OCS (Organización de Cooperación de Shanghái), integrada por países incluidos en ambos proyectos, constituye una plataforma adecuada para alcanzar dicho objetivo, sobre todo tras la adhesión de la India y Paquistán.
Con la mirada puesta en el presente, muchos se preguntan qué tiene en común Sudáfrica (con una economía estancada) con la India o Brasil (países que han alcanzado la plena autosuficiencia). Pero de cara al futuro Sudáfrica es, en muchos sentidos, la llave de acceso a África. Y no solo porque es uno de los países más desarrollados de todo el continente, sino porque, con las inversiones adecuadas, África podría convertirse en el continente con el crecimiento más dinámico de todo el planeta, además de en la mayor fuente de minerales de la economía mundial.
Tras la cumbre de Ufá, comenzó a funcionar el nuevo Banco de Desarrollo de los BRICS, cuyo capital tiene un potencial de 100.000 millones de dólares. Este banco pretende ser una estructura de financiación independiente de otras organizaciones financieras internacionales, lo que beneficia a las empresas rusas (o a regiones como, por ejemplo, Crimea), actualmente objeto de las sanciones occidentales. Su función es similar a la del Banco Europeo de Desarrollo: apoyar a la pequeña y mediana empresa, conceder créditos a los bancos comerciales o ofrecer apoyo a los distintos proyectos de los miembros del grupo BRICS. El banco será parte de la nueva red financiera internacional, paralela a la ya existente red formada por el FMI y el Banco Mundial, dominada por Occidente y liderada por EE. UU.
El año pasado, en la cumbre de los BRICS celebrada en Brasil, se habló mucho de la posibilidad de crear una moneda única que pudiera reemplazar al dólar y al euro. Aunque aún era pronto implementar ese proyecto, hoy siguen vigentes los problemas crónicos del euro y de dólar, y muchos países que no desean convertirse en objetos pasivos de la influencia occidental están empezando a debatir la forma de distanciarse de tales problemas. Comenzando por la transición a un sistema propio de transacciones electrónicas, los miembros del grupo BRICS acabarán creando, tarde o temprano, su propia moneda común. Aunque esto probablemente ocurrirá en unas condiciones completamente nuevas, cuando otras monedas como el yuan o las criptodivisas (como el bitcoin) le ganen terreno al euro o al dólar.
Por tanto, los BRICS podrían poner en práctica un gran proyecto para la diversificación de sus fuentes de financiación. La comparación que hacen los escépticos de las nuevas estructuras financieras de los BRICS —que disponen de unos 200.000 millones de dólares— con el Banco Mundial —que mueve 2 billones— no es del todo correcta. Además del importe total de las inversiones, hay otros aspectos importantes, como el desarrollo de un nuevo mecanismo de toma de decisiones mediante la creación de unas estructuras alternativas al FMI y al Banco Mundial que sean más justas y no se basen en el dominio de un país o grupo de países.
El autor es politólogo y presidente del Consejo de política exterior y de defensa de Rusia.
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