Plato en Crazy Toilet de la calle Arbat.
Sergei Bobylev/TASSComida en un inodoro
El nuevo lugar está en una de las calles más populares y artísticas de Moscú, el Viejo Arbat, es el Café Crazy Toilet. Aquí todo, del techo al suelo, está dedicado a la temática fecal: en lugar de sillas inodoros, en lugar de platos pequeños inodoros... los vasos están disfrazados de bote para hacer análisis, te traen la cuenta en un orinal y en vez de servilletas tienes a tu disposición papel higiénico. Las paredes están decoradas con imágenes reinventadas de personajes de Disney (como por ejemplo el oso Winnie Pooh con la patita dentro de una jarra donde no hay precisamente miel). En el menú se ofrece a los clientes ensalada griega, ensalada César, pastel de arenques con remolacha, borsch y beef Stroganov entre otros clásicos de la cocina rusa y donde unos profiteroles con chocolate o una bola de helado de chocolate dentro del mini inodoro tienen una pinta bastante impresionante.
Comida en un bote
En el Café “Banka”(bote) lo más curioso son precisamente esto, los botes donde se sirve casi toda la comida. Y no, no en botes de litro como los de la mermelada de la abuela ni en latas de conservas, sino en unos botes que se parecen bastante a una vajilla civilizada. El local es muy reducido, solo hay sitio para 35 comensales, pero tampoco tienen necesidad de más, teniendo en cuenta lo lejos que se encuentra de las calles concurridas y la opción que ofrecen de comida para llevar.
El menú es interesante: mini chebureki de patata y cordero, risotto con calabaza, pato con arándanos, pescado a la plancha con espinacas y pera con pimiento rosa o linguini con salsa de trufa. La verdad es que uno tiene la sensación de que todas estas exquisiteces tendrían mucha mejor pinta en libertad, y no metidas en en la estrechez del cristal (aunque sea conceptual). Además comer algo como cuscús de un bote redondo, no muy alto, con tenedor, no resulta demasiado cómodo.
Carne en la horca
Imagine que llega al restaurante, pide un filete de ternera y se lo traen en una pequeña y decorativa horca. A continuación le proponen cortarla con unas tijeras de cirujano. Pues bien, esto es precisamente lo que hacen en el restaurante“Kúsochki”(Trocitos). Al entrar al restaurante a los visitantes se les viste con una bata de médico y se les invita a beber un licor que hay dentro de un cuentagotas.
El local está dividido en diferentes zonas temáticas: el vagón de tren, el estadio, el Kremlin, el patio italiano, el hospital y la prisión. En la prisión, por ejemplo, se puede cenar atado a una reja con unas esposas. Si necesita emociones todavía más fuertes puede llamar al camarero vestido de Superman para que le traiga un kalián para fumar.
En este lugar ni siquiera el menú responde a una única concepción: tartar de salmón con crema de aguacate, quesos del Cáucaso ahorcados, hamburguesa de toro negro angus de pura raza, puré de garbanzos, ensalada de granja con helecho, oreja con azafrán y vodka y cordero con pancake de patata... la diversión está asegurada.
Locura de plastilina
El Café Didu es el que cuenta con más plastilina sobre la faz de la tierra. Ya que está aquí, aproveche para coger un trozo de plastilina y darle forma de lo que sea para, a continuación, pegar este monstruíto en las paredes o en los muebles. Según la idea de su creador, si los clientes se pasean por el café y observan las figuras de plastilina podrán leer los pensamientos de la gente que los ha hecho. Pero la verdad es que lo único que comprendes tras haber contemplado esta exposición es que muy pocos de nosotros hemos nacido para ser escultores o pintores... y es que es mucho más frecuente encontrar palabrotas en ruso enganchadas en las paredes que bustos y bodegones.
El ambiente del café es como un cementerio de plastilina, con poco aire y enrarecido por el olor característico de la plastilina. El menú ofrece comida como hamburguesas, pasta, risotto y platos vegetarianos. Eso sí, uno se alegra de que los camareros no le inviten a hacer figuritas con el puré o las gachas.
Cerveza en el metro
La entrada a la sala principal de la cervecería restaurante Metro Diner está cuidadosamente indicada con el cartel “Pasamos a la cerveza” y la decoración interior recuerda a la vez la de un vagón-restaurante y la del metro. En lugar del cartelito de “Reservado” hay otro que dice “No entrar”. El menú está compuesto siguiendo el diseño de un plano de metro y los platos están bautizados con nombres de paradas de metro: pastel de arenques con remolacha “Avenida Najimov”, ensalada “Park Kulturi”, ensalada de verduras “Polianka”, etc.
Za zdorovie!
También se ofrecen metrohamburguesas, pata de pato “Kitai Górod” o ternera “Dinamo”. Entre las bebidas más destacables encontramos el cóctel “Sexo en el metro” y los batidos de leche. Este lugar interesará sobretodo a los extranjeros y a todos aquellos a quienes todavía les cuesta aceptar la prohibición de beber cerveza en el metro.
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