La escultura famosa de Vera Mújina “El obrero y la coljosiana”
Panthermedia / Vostock-photoLos expertos en política internacional reunidos en el foro Valdái, celebrado en Sochi del 24 al 27 de octubre, han comparado la política exterior de la Rusia moderna con la política de la Unión Soviética.
En un momento en el que a la Rusia actual se le atribuyen las ambiciones de la URSS, los expertos han intentado formular los principales mitos sobre su pasado soviético y su indeterminado futuro.
“No creo que la caída de la Unión Soviética en 1991 fuera algo inevitable. Existe una gran multitud de razones por las que esto podría no haber sucedido”, declara a RBTH Robert Legvold, profesor emérito del departamento de politología de la Universidad de Columbia y director de la Iniciativa Euroatlántica en el Ámbito de la Seguridad.
Ninguna de las teorías principales que proponen los expertos en la búsqueda de las causas de la caída de la URSS en 1991 explica el fenómeno completamente. Si las razones de la caída se esconden en el sistema político y económico de la URSS o en el problema de las distintas nacionalidades y a las aspiraciones separatistas en algunos puntos de este gran país multinacional, nada de ello se puede afirmar con seguridad, así como por qué la URSS cayó precisamente en el año 1991, opina Legvold.
La imposibilidad de conocer definitivamente las razones respalda la opinión de que la Unión Soviética fue desmantelada intencionadamente. “En Rusia mucha gente opina que la Unión fue desmantelada, y que no cayó de forma espontánea”, declara a RBTH Andréi Tsygankov, profesor en los departamentos de Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales de la Universidad Estatal de San Francisco.
La opinión de que la crisis en la Unión Soviética no era de carácter estructural se confirma por el hecho de que en 1988 la situación económica había mejorado, según indica Tsygankov. “Es posible que la crisis, aunque cíclica, no fuera estructural. Con otro tipo de políticas podría haberse cambiado la situación”, opina el experto.
No obstante, según Tsygankov, el hecho de que se extrapolen los principios de la política exterior soviética a la Rusia moderna es una cuestión más interesante.
“Ese tren ya ha pasado”, declaraba Richard Sakwa, profesor de política rusa y europea en la Universidad de Kent, respondiendo a la pregunta de RBTH sobre si Moscú busca tener la misma influencia en otros países que tenía en la época de la URSS.
Es erróneo suponer que cualquier refuerzo de la influencia de Rusia en el espacio postsoviético signifique necesariamente que el Kremlin desee restaurar la Unión Soviética, opina el experto. Las famosas palabras del presidente de Rusia sobre la “mayor catástrofe geopolítica del siglo” no deben interpretarse como un deseo de recuperar la Unión Soviética cuanto antes, destaca Legvold.
La Rusia de hoy en día no tiene la ambición de atraer a los países vecinos a los bloques de la época de la guerra fría, opina Legvold. Según el experto, Rusia, como cualquier país, quiere tener voz en la toma de decisiones regionales que atañan a sus intereses, pero esto no significa que Rusia busque un modo de hacerse con el control total sobre sus vecinos.
Precisamente por esta razón, los países del mundo occidental no deben considerar a Rusia como un potencial agresor: la misión principal de Moscú actualmente es mejorar su situación económica y demográfica dentro del país, opina John Mearsheimer, profesor de politología de la Universidad de Chicago.
Los expertos opinan que las críticas contra las iniciativas integradoras en las que participa Rusia están condicionadas por el hecho de que ponen en duda la creencia en los países de Occidente de que no existe alternativa al orden mundial contemporáneo.
“El sistema universal implantado por los países occidentales después de 1991 trata de homogeneizar el espacio político en todo el mundo. El desarrollo de los BRICS y otras opciones alternativas es un argumento para demostrar que hay alternativa y que el universalismo unipolar ya no es aplicable”, declara Sakwa.
Además, Moscú no busca vías para contraponer al mundo occidental un sistema alternativo de orden mundial intencionadamente, opinan los expertos, que están convencidos de que las iniciativas de Rusia en política exterior, incluyendo su cooperación cada vez más estrecha con China, se deben en primer lugar a la política de Estados Unidos y la UE respecto a Moscú.
“Los rusos tienen a reaccionar a las acciones de los estadounidenses […]. Son los estadounidenses quienes arrojan a los rusos en brazos de los chinos, algo que creo que no responde a los intereses nacionales de Estados Unidos”, declaraba Mearsheimer.
Sin embargo, mientras la confrontación y el antagonismo predominen en las relaciones de Rusia y Occidente, que ven siempre tendencias expansionistas en las acciones del otro, la normalización de sus relaciones y la cooperación mutuamente beneficiosa entre las nuevas formaciones integradoras y las antiguas seguirán siendo un escenario improbable, opinan los expertos.
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