El presidente ruso, Vladímir Putin, durante su visita al Museo Judío y el Centro de Tolerancia de Moscú el 13 de junio del 2013.
AFP/East NewsEn la Rusia moderna ya no existe antisemitismo a nivel estatal, y en la vida cotidiana su presencia es bastante escasa, según los participantes de la Conferencia Internacional de Antisemitismo “Protejamos el futuro”, celebrada en Moscú a principios de noviembre.
De hecho, tanto en Rusia como en otros países del espacio postsoviético se observa una reducción de los ánimos antisemitas en la sociedad. Hay varias razones que explican estos cambios. En primer lugar, no hay políticas antisemitas en las élites del gobierno. Además, la xenofobia se dirige especialmente hacia las personas de origen caucásico y los inmigrantes procedentes de Asia Central, al tiempo que la población judía se ha reducido radicalmente desde la caída del telón de acero.
Los expertos opinan que el antisemitismo no ha muerto completamente, sino que se encuentra en estado latente y podría activarse en caso de que la ideología nacionalista se refuerce en la sociedad rusa.
Lev Gudkov, director del Centro Levada cree que “en el ámbito público el antisemitismo se ha vuelto políticamente incorrecto, suele percibirse como una muestra de poca educación y de ignorancia”.
Entre otras razones se cuenta también la reducción del número de judíos que viven en Rusia. “Dos tercios de los rusos no han tenido nunca ninguna relación con judíos”, señala Gudkov.
Efectivamente, el número de judíos en Rusia durante los últimos 27 años se ha reducido casi cuatro veces. La mayoría de ellos emigraron a Israel y a otros países occidentales. Si en 1989 en Rusia vivían 570.000 judíos, en 2002 su población se redujo hasta los 275.000. Según el último censo de la población, celebrado en 2010, en Rusia viven 156.000 judíos.
A diferencia de la situación actual, en la época soviética el antisemitismo existía en la agenda del gobierno. Tenían acceso restringido a los cargos del gobierno, y en otros ámbitos su acceso estaba completamente vetado. En los pasaportes de los ciudadanos soviéticos y en otros documentos de identidad se indicaba obligatoriamente el origen étnico. La etiqueta “judío” podía poner punto final a la carrera más exitosa, dificultar el ingreso en la universidad, etc. Por eso, la mayoría de los ciudadanos soviéticos nacidos en matrimonios mixtos preferían escoger la “categoría étnica” del progenitor que no tenía origen judío.
El antisemitismo estatal no podía dejar de influir en los ciudadanos de a pie. En la sociedad estaba muy extendido el llamado “antisemitismo cotidiano”: una actitud negativa hacia los judíos, chistes sobre judíos basados en estereotipos, etc.
“Yo nunca me he encontrado con ninguna conducta antisemita”, comenta sonriendo a RBTH Yana Vinokur, judía de 21 años que vive en Rusia, aunque acto seguido muda el gesto y recuerda con tristeza: “Pero mi padre sufrió mucho en su momento. No pudo entrar en la escuela militar y fue incapaz de encontrar trabajo. Y todo porque en su pasaporte, en la categoría de grupo étnico, había escrito 'judío”.
“Las formas abiertas de antisemitismo se han debilitado, pero el antisemitismo no ha desaparecido. Su esencia se mantiene. El antisemitismo se encuentra simplemente en fase latente”, declara Gudkov.
Mónika-Evguenia Kuznetsova, judía de 26 años que vive en Rusia, declara a RBTH que se encuentra a menudo con casos de antisemitismo, por ejemplo en las reacciones de la gente cuando ve sus libros de hebreo.
“En una ocasión iba en metro estudiando hebreo. Un chico empezó a hablar conmigo y se presentó. cuando supo que estaba estudiando hebreo, su cara cambió y dijo con rencor: “nuestros abuelos murieron por culpa de esos judíos asquerosos, ¿cómo puedes estudiar su lengua?”, recuerda Mónika-Evguenia.
“Si hablamos del antisemitismo cotidiano y en general de los ánimos de la sociedad, el antisemitismo no ha decrecido, la situación no ha cambiado”, — declara a RBTH Alexander Karguin, director de representación del movimiento Likud Olami en Rusia—.
“En comparación con Europa, en la que los ánimos antisemitas crecen, el estado de las cosas en Rusia es indudablemente mejor”, comenta.
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