La península de Crimea, o sencillamente Crimea, se encuentra en la parte septentrional del Mar Negro, al sur de Ucrania. En ella viven 175 grupos étnicos (en comparación, en toda Rusia viven representantes de 193 etnias distintas). Sin embargo, la mayor parte de sus habitantes son rusos (1,5 millones, el 68 %), ucranianos (344.500, el 15,7 %) y tártaros de Crimea (223.300, el 10,6 %)*. El número de griegos, búlgaros, alemanes, judíos, turcos y otras etnias oscila entre las 2.000 y las 5.000 personas.
*Según el censo de la población de 2015.
Desde el punto de vista de la legislación rusa, Crimea forma parte de la Federación Rusa, aunque Ucrania y la comunidad occidental (el G7, los estados miembros de la OTAN y la Unión Europea) siguen considerando a la península como parte de Ucrania.
La reunificación de Crimea a Rusia fue posible después de que a finales de 2013 y principios de 2014 se extendiera por todo Kiev una ola de protestas (el llamado “euromaidán”), el parlamento pasara a estar controlado por la oposición y el presidente de Ucrania, Víktor Yanukóvich, fuera destituido sin pasar por ningún proceso judicial. Crimea estaba en contra de este “golpe de Estado en Kiev” y se separó de Ucrania, censurando además el estado de ánimo antirruso en el país.
El gobierno de Crimea aprobó una Declaración de Independencia y celebró un referéndum en el que el 95,6 % de la población votó a favor de que la península pasara a formar parte de Rusia. El Kremlin considera que se trata del derecho del pueblo a la autodeterminación y respalda su opinión en el precedente de Kosovo, cuya independencia, pese a la reticencia del gobierno central, fue reconocida por muchos países y por la Corte Internacional de Justicia de la ONU.
100 países miembros de la ONU no reconocen la legitimidad del referéndum de Crimea y consideran que va en contra de la constitución ucraniana. Según esta, la toma de decisiones sobre el territorio de Ucrania únicamente se permite mediante un referéndum en toda Ucrania. Al mismo tiempo, según las leyes ucranianas, Rusia cometió un delito al anexionarse el territorio de un estado vecino. En señal de protesta, EE UU y los países de la UE introdujeron sanciones contra funcionarios rusos y más tarde contra sectores enteros de la economía rusa.
La península formó parte de Rusia desde 1783 hasta 1954, cuando el gobierno soviético la transfirió a su aliada, la República Socialista de Ucrania, como regalo por el aniversario de la unión de Ucrania a Rusia en 1654. Para la mayoría de los habitantes de Crimea, en aquel momento esta decisión no provocó ninguna consecuencia notable, ya que todo el procedimiento se llevaba a cabo dentro de un único estado socialista. Tras la caída de la Unión Soviética y con la independencia de Ucrania, Crimea siguió formando parte de esta última.
A lo largo de estos dos años se han declarado una serie de bloqueos contra la península. Todo comenzó con el agua. Kiev cerró el suministro a Crimea por el canal de Crimea del Norte. Antes de ello, Ucrania suministraba hasta un 85 % del consumo de agua potable de la península.
Más tarde se intentó privar a Crimea de productos de alimentación y medios de transporte procedentes de Ucrania. Los tártaros de Crimea y activistas ucranianos, así como miembros de la organización radical Pravi Sektor montaron piquetes entre Crimea y Ucrania para impedir la entrada en la península a los furgones de transporte de alimentos.
En noviembre de 2015 en la península se declaró el estado de alerta debido al bloqueo energético. Varios desconocidos ucranianos destruyeron los soportes de las líneas de suministro eléctrico y dejaron la península a oscuras.
El problema del suministro de agua está resuelto parcialmente a día de hoy, gracias a la canalización del río Biyuk-Karasú. Con los alimentos tampoco ha habido déficit, los productos ucranianos han ido reemplazándose por productos rusos. El 2 de diciembre se comenzó la construcción de un puente energético desde la región de Krasnodar, algo que también ha salvado la situación. En la actualidad funcionan dos líneas del puente y en abril de 2016 comenzará a funcionar una tercera.
Hasta la fecha, los sistemas de pago Visa y Mastercard no operan en la península debido a las sanciones. En estos momentos, las tarjetas que utilizan estos sistemas solamente pueden utilizarse en Crimea si han sido expedidas por bancos rusos. En los cajeros automáticos del banco regional RNKB puede retirarse dinero en efectivo sin comisiones.
Sí, aunque la euforia se ha reducido a lo largo de estos dos años, como era de esperar. Si bien en 2014 la decisión de convertir a Crimea en parte de la Federación Rusa fue apoyada por una aplastante mayoría de la población, el 79 %, un año después este porcentaje se redujo al 69 % (según datos del centro Levada). Aunque en general se mantiene un consenso respecto a esta cuestión, tanto en el gobierno como en la sociedad.
Los ciudadanos de Ucrania pueden entrar en Crimea con sus pasaportes habituales. Kiev considera que esta frontera es administrativa, y Rusia no ha introducido ninguna restricción, ni antes de los acontecimientos de Crimea ni ahora existe régimen de visados entre los dos países.
Sin embargo, para entrar en Crimea desde Ucrania, los extranjeros necesitan en primer lugar un permiso especial del servicio de migración ucraniano, y para volver deben hacerlo por el mismo punto por el que han entrado. Si entran, por ejemplo, a través del transbordador de Kerch (desde Rusia), después no podrán entrar a Ucrania. En el control de pasaportes lo considerarían como una violación de la frontera.
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