Un participante de la Marcha Nemtsov.
Iliya Pitalev/RIA NovostiLa oposición liberal ha organizado su primera gran protesta del año, la Marcha Nemtsov, en memoria del vice primer ministro Borís Nemtsov, asesinado hace dos años. La manifestación del domingo reunió alrededor de 15.000 personas, un número significativamente menor que el año pasado, cuando fueron 24.000 y de los 50.000-70.000 de 2015.
A lo largo de los dos últimos años esta marcha es la única que la oposición realiza de manera regular y lo cierto es que desde el asesinato del político ha habido muy pocas protestas significativas. Parece que nadie espera un gran aumento de la actividad política a corto plazo. Incluso los propios políticos de la oposición. Los ciudadanos que en los años 2011 y 2012 demandaron cambios al régimen de Putin en la plaza Bolótnaya y la avenida Sájarov han abandonado las calles y no parece que tengan la intención de volver.
"Entonces la gente estaba indignada porque se les quitaron sus derechos políticos. Aquella gente no era pobre, tenían suficiente comida, pero lo que para ellos era importante era tener la posibilidad de elegir el gobierno”, declara Dmitri Stepánov.
Este joven de 37 y especialista en tecnologías de la información participó en las protestas de 2011, que tuvieron lugar tras las supuestas irregularidades ocurridas en las elecciones parlamentarias. Recuerda lo drástico que fue el cambio en la mente de muchas personas. Afirma que actualmente “se están limitando los derechos democráticos” pero “que ya no hay derechos políticos”.
La gente comenzó entonces a protestar, pero los que lideraban aquel movimiento no pudieron ofrecer una estrategia clara. “Perdimos esa batalla. Actualmente las protestas suelen reunir unas 300 personas en Moscú. En toda Rusia serán unas 1.500-2.000 personas. El resto espera a ver cómo se desarrolla la situación y no ven que tenga sentido salir a protestar. ¿Qué pueden conseguir?”, opina Dmitri, que es uno de esos 300 que continúa saliendo a las calles. “Solamente voy a protestas legalizadas”, puntualiza.Sus palabras recuerdan a lo que dicen algunos líderes de la oposición. “A día de hoy la emoción dominante es el desencanto”, señala el Dmitri Gudkov, miembro parlamentario de la oposición, que cree que las protestas se airean en las conversaciones en la cocina. “El problema es el formato de las protestas. En 2011 era algo emocional, lo que siempre hace que sean más intenso. Actualmente las protestas son rutinarias”, declara a RBTH.
“La gente no está dispuesta a utilizar eslóganes, y no solo porque ya no crean que vaya a haber un cambio. Muchos tienen miedo. Hubo un juicio contra los participantes en las protestas de Bolótnaya y se han abierto procedimientos judiciales contra gente por publicaciones en las redes sociales. Todo esto crea una atmósfera de miedo. Un ciudadano normal se lo va a pensar dos veces antes de ir a protestar y ponerse en riesgo”, declara Ilyá Yashin, que fue amigo de Nemtsov y es miembro del partido Parnas, de ideología liberal.
La posición del gobierno es clara en este sentido: hay que cumplir la ley y no va a permitir que se organicen protestas en las que haya violencia contra los miembros de la fuerzas de seguridad. “El gobierno no debe de ser duro, pero tiene que asegurarse de que todo el mundo sigue determinadas reglas, si no nos podríamos encontrar con los problemas que tuvieron lugar en 1917”, declaró Putin, en referencia a lo ocurrido durante la revolución bolchevique.
La opinión general es que hay un sentimiento de estancamiento. Además, las autoridades y la ciudadanía tiene una visión diferente respecto al potencial de las protestas. Lo que actualmente ofrece la oposición simplemente no funciona.
“El futuro de las protestas políticas depende de la situación socio-económica”, explica Pável Salin, director del Centro de Estudios Políticos en las Universidad Financiera del Gobierno. Nadie sabe cómo traducir la desafección socio-económica en eslóganes políticos.
“El mayor potencial de protestas está en la esfera social, está vinculado a la caída de los niveles de vida y para muchos está muy claro. Los que más están siendo afectados son las personas más pobres. Se puede ver claramente en las estadísticas de ventas de automóviles: las ventas han descendido en los vehículos más económicos, pero no lo han hecho en los de lujo. Además, junto con los problemas no resueltos están apareciendo algunos nuevos, como el aparcamiento” (en Moscú la hora cuesta 3,2 dólares. Según encuestas del centro Levada el 57% de los moscovitas está a favor de pagar por el aparcamiento de vehículos en el centro de la ciudad), explica Serguéi Markov, director del Instituto de Estudios Políticos, cercano al Kremlin.A pesar de su opinión, ese potencial está actualmente congelado. Debido a la tensión entre Rusia y Occidente a la mayoría de los ciudadanos las protestas contra el gobierno le parecen antipatriotas.
La segunda cuestión es que la postura de la oposición en la crisis ucraniana la ha desacreditado. “Puedes tener tu propia opinión en relación a Crimea, pero si hay un apoyo abierto a un régimen rusófobo, entonces eso perjudica a tu reputación de manera significativa” declara Markov.
Los líderes de la oposición hablan muchas veces de unas condiciones desfavorables y muy desiguales. Pierden en cuanto a recursos mediáticos y apenas tienen recursos administrativos. “Imagina que estamos en una carrera. Yo corro 400 metros pero los representantes del gobierno tan solo tienen que correr los últimos 100 metros. Empezamos la carrera a la vez pero también tengo una serie de obstáculos”, insiste Gudkov.
Aunque aquellos que siguen participando en las protestas creen que la raíz del problema es otra. “No sé quién tenía la expectativa de que la muerte de Nemtsov nos fuese a unir. La oposición no se puede unir porque carece de un objetivo común para realizar grandes cambios en Rusia. Están ocupados con otros retos, como no desaparecer del escenario político y tratando de sobrevivir políticamente”, afirma Dmitri Stepánov.
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