Un caza Su-24 pasa cerca del destructor USS Donald Cook, según una fotografía de la Marina estadounidense.
ReutersEl segundo encuentro entre Rusia y la OTAN desde la reunificación de Crimea en 2014 tuvo lugar el 13 de julio en Bruselas. El tema más importante y que centró la reunión fue el diálogo sobre la seguridad de los vuelos sobre el mar Báltico.
Jens Stoltenberg, el secretario general de la Alianza, señaló que las maniobras militares que realicen tienen que realizarse “de manera segura y previo aviso” y deseó ver pasos en la misma dirección por parte de Moscú. Stoltenberg señaló que el diálogo fue “abierto, sincero y saludable”.
Sin embargo, los representantes de Moscú y de la OTAN no pudieron alcanzar una postura de consenso respecto a Ucrania, el sistema de defensa antimisiles de EE UU en territorio de Polonia y Rumania ni sobre las cuatro divisiones desplegadas recientemente en los países bálticos. Según el experto militar de la agencia TASS, Víktor Litovkin, “las partes simplemente informaron acerca de sus propias posturas y solo se logrará un progreso del diálogo tras el cambio en la Casa Blanca a finales de año”.
Desde el inicio de la crisis ucraniana tanto los representantes rusos como los de Alianza se han culpado unos a otros por realizar maniobras peligrosas y de cruzar las fronteras durante los vuelos realizados en el mar Báltico.
El presidente de Finlandia, Sauli Niinistö, propuso que los aviones de guerra fueran equipados con un transpondedor, un dispositivo utilizado en las comunicaciones que da la posibilidad a ambas parte de conocer la ubicación del otro en todo momento.
El presidente Putin apoyó esta idea y encargó al ministro de Defensa, Serguéi Shoigú, desarrollar un conjunto de medidas para garantizar la seguridad de los vuelos sobre el mar Báltico.
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