En 2016 se ha depreciado alrededor de un 20% respecto al dólar y el euro.
Valery Sharifulin/TASSA menudo se dice que el rublo es un derivado de los precios del petróleo. Después de que a principios de enero el precio del barril de Brent cayese hasta los 27 dólares por barril, el rublo alcanzó un mínimo histórico respecto al dólar y el euro. En cuanto comenzó a hablarse de una posible reunión de la OPEP y de la reducción de las extracciones en un 5%, el precio del barril subió hasta 35 dólares.
El tipo de cambio del rublo sube y baja el mismo día que lo hace el petróleo, de modo que su curso depende completamente del precio del crudo. A corto plazo no se prevé una reducción de esta dependencia.
Para que así sea será necesario reformar la economía rusa. Según las previsiones del economista Serguéi Jestanov harán falta alrededor de 15 años para ello.
La otra alternativa, un fuerte control del tipo de cambio, conduce inevitablemente a la aparición del mercado negro. Esto ocurre en Venezula, donde los ciudadanos solamente pueden adquirir dólares antes de su salida al extranjero y si muestran un billete de avión. En el país latinoamericano ha aparecido un mercado de billetes de avión falsos para poder cambiar dividas. El presidente ruso Vladímir Putin ha declarado en varias ocasiones que en Rusia no habrá ninguna limitación para realizar cambios de divisa.
En 2014, cuando los precios del barril de petróleo cayeron por debajo de los 100 dólares, el Banco Central de Rusia aprobó el tipo de cambio flotante del rublo. Hasta ese momento los organismos estatales influían en el tipo de cambio y si el rublo caía el Banco Central comenzaba a intervenir a gran escala en el mercado, con la venta de dólares, por ejemplo.
Como resultado de la nueva situación, el rublo bajó en un año u 60% respecto al dólar y el euro. Los precios de los productos importados y los billetes de avión crecieron considerablemente y ahora es mucho más caro viajar al extranjero. Además, todo ello ha provocado un aumento de la inflación. Por ejemplo, según datos del diario Védemosti, el 75% del precio de la patata rusa se debe al precio de los componentes importados, sobre todo las semillas y los fertilizantes.
En primer lugar, el presupuesto federal, que según cifras oficiales depende hasta en un 60% de los ingresos del petróleo. Todos los gastos e ingresos del presupuesto se calculan en rublos. De modo que el bajo curso del rublo puede compensar, hasta cierto punto, la caída de los precios del petróleo.
En cualquier país el Banco Central puede aumentar o reducir las tasas clave, como el coste del dinero, un término de referencia imprescindible para los bancos privados. A finales de 2014, cuando tuvo lugar el “martes negro” y se produjo la mayor caída de la divisa rusa, el Banco Central subió los tipos de interés hasta el 17%, con el objetivo de congelar la entrega de créditos en el país.
Una alta tasa de interés protege a la economía para que no se recaliente pero impide que las empresas obtengan créditos para seguir desarrollándose.
Por su parte, Alexéi Kudrin, exministro de Finanzas durante la crisis de 2008, declaró en repetidas ocasiones que era necesario elevar las tasas de interés hasta el 30%. El Banco Central las redujo al 11% el pasado agosto. En comparación con otros lugares son todavía muy elevadas, en la UE está entre el 0,25-0,5% y en los EE UU, al 0,05%.
Serguéi Jestakov, profesor de la Academia Presidencial de Economía y Administración Pública ha colaborado en la realización de este artículo. Así como los analistas Semión Nemtsov, de Russ Invest, y Piotr Dashkevich, de UFS IC.
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