El primer planetario de Rusia fue diseñado por los arquitectos Mijaíl Barshch y Mijaíl Siniavski en estilo constructivista. Se convirtió en el decimotercero del mundo: la mayoría de los planetarios de la época se encontraban en Alemania, uno funcionaba en Italia y otro en Austria. La empresa Zeiss compró un equipo especial para el planetario soviético, con ayuda del cual se proyectaba en la cúpula la imagen del cielo estrellado. Uno de los primeros visitantes, el escritor Konstantín Paustovski, observó que tenía un aspecto poco natural: las estrellas brillaban por igual. Los diseñadores soviéticos decidieron perfeccionar el aparato y consiguieron hacer el cielo "más vivo". En 1934, las luminarias celestes brillaron, las nubes flotaron sobre la cúpula y volaron cometas, llegaron eclipses solares y lunares. Hasta finales de los años 50, no existían sistemas similares en ningún otro lugar.
Hoy se pueden ver más de nueve mil cuerpos celestes en este cielo estrellado artificial.
Esta zona es una mezcla entre museo al aire libre y observatorio. Aquí se reúnen diversos instrumentos para estudiar las estrellas. Por ejemplo, relojes de sol, globos terráqueos, un paraguas polar, en meridiano de Moscú. Y también hay una maqueta "Tierra - Luna", que permite comprender la ubicación de estos dos planetas en el espacio. Si tienes todo claro con nuestro globo terráqueo, localizar la Luna te llevará algún tiempo, ¡porque la maqueta del planeta está en el tejado de la casa vecina!
En el Gran Observatorio del Planetario hay un telescopio de 300 milímetros, el mayor de Moscú, a disposición de todos. Con su ayuda es posible observar las estrellas en temporada cálida y con el cielo despejado.
En la Gran Sala de las Estrellas podrás realizar un auténtico viaje espacial. Su enorme cúpula de 25 metros de diámetro se convierte en una pantalla de cine en la que se proyectan películas sobre los planetas del sistema solar y nuestro universo.
En el Museo de Urania podrás ver cómo son la Tierra, la Luna, Marte y Venus, estudiar muestras de suelo de planetas lejanos e incluso tocar meteoritos. Hay más de un centenar de ellos en la colección del planetario, incluidos algunos raros de la Luna y Marte. El mayor de ellos, un fragmento del meteorito Seimchán, pesa 1652 kg. Se cree que hace que se cumplan los deseos: basta solo con tocarlo.
Para aquellos que sueñan con convertirse en exploradores del espacio o de la Tierra, merece la pena echar un vistazo al museo Lunarium. Aquí puedes lanzar un tsunami, crear un tornado o un terremoto, intentar controlar una estación espacial, luchar con asteroides virtuales y averiguar tu peso en la Luna o Marte con ayuda de aparatos especiales. También se encuentra aquí el péndulo de Foucault más grande de Rusia, que demuestra que la Tierra gira sobre su eje.
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