Tobolsk es una ciudad fabulosa con un deslumbrante kremlin blanco, calles adoquinadas, acogedores cafés y una iglesia neogótica que se alza alejada de las carreteras principales, rodeada de profundos bosques.
La ciudad apareció en el mapa de Rusia durante la exploración de Siberia y fue capital de la Gobernación de Siberia hasta finales del siglo XIX. Está situada en la confluencia de los ríos Tobolka e Irtish, la mayor arteria de transporte de la época. Por ello, no se escatimó dinero en el desarrollo de la ciudad.
El kremlin de piedra blanca fue fundado como puesto avanzado siberiano en el siglo XVII, sin embargo, su parte principal se construyó más tarde según el proyecto de Semión Rémezov, el “Da Vinci siberiano”, cartógrafo, arquitecto y escritor. La longitud total de las murallas es de 620 metros, mientras que la altura de cada una de las siete torres alcanza los 17 metros.
Desde la parte baja del centro histórico, se accede al kremlin por la Escalera de Sofía, una escalera de madera de 198 peldaños. Conduce a una empinada calle pavimentada con adoquines.
El kremlin conserva entre sus muros la Catedral de Santa Sofía y la Asunción, la iglesia de piedra más antigua de Siberia, que data de 1686, la Sala de Órdenes, que servía de entrada principal al kremlin, el “Gostini Dvor” y el campanario, donde la campana de Úglich “sirvió al exilio”. En 1591, fue la campana que anunció la muerte del zarevich Dmitri y, como castigo, fue “exiliada” a Siberia durante 300 años.
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