Baikal en invierno: Vienes a hacer buenas fotos y dejas parte de tu alma

El cabo Dragón en la isla Ogói del lago Baikal.

El cabo Dragón en la isla Ogói del lago Baikal.

Vsévolod Pulia
El agua del Baikal se congela en formas extrañas y convierte las orillas, islas y rocas del lago en el decorado de una película sobre mundos inexistentes.

- Y aquí es donde un chamán en un camión UAZ cayó a través del hielo. Hace 5 años, el 30 de diciembre. A 6 metros de la orilla. Cuando caes a través del hielo, no puedes abrir la puerta a tiempo: el agua te aplasta. Y no todo el mundo es capaz de romper el cristal del susto, - cuenta Andréi (hemos cambiado su nombre) y mira fijamente a la carretera, sujetando el volante con las dos manos.

Cuando el espesor del hielo alcanza los 30 cm, ya es posible circular en coche sobre él. Pero los servicios de carreteras no se arriesgan: esperan a que el hielo llegue a tener medio metro de espesor.

Llevamos ya unos 20 minutos conduciendo sobre el hielo del Baikal, buscando un lugar conveniente para que nuestro sedán japonés bajo suba a la orilla de la isla de Oljón, la mayor del lago. Ya estamos en febrero, pero oficialmente el paso sobre el hielo no se abrirá hasta dentro de unos días: han empezado a señalizar la carretera con hitos, pero aún no han terminado, los coches normales no pueden circular sobre el hielo.

Pero el padre de Andréi es un buriato local, nacido y criado en Oljón. Y el propio Andréi pasó todos los veranos en la isla y conoce todo y a todos aquí. Por eso, desde la orilla de la “gran tierra” evitamos los bloques de hormigón y seguimos al camión de aguas residuales con un gran depósito naranja: es pesado y el conductor debe conocer la ruta segura. No está permitido equipar una fosa séptica ni poner instalaciones de tratamiento de aguas en la zona de protección de las aguas del Baikal, así que los coches naranjas, que van y vienen, son huéspedes frecuentes en el hielo del lago.

Son muy poco los coches que transportan a los turistas de una roca del Baikal a otra. Esta es la vista del Cabo del Dragón en la isla de Ogói - uno de los lugares más pintorescos del Baikal invernal, que quita el aliento desde cualquier ángulo.

De todas formas, uno sigue estando nervioso. De vez en cuando hay largas grietas sobre las que el coche pega un salto. Y en el lado oriental de la isla el paso está cerrado del todo: el hielo es demasiado fino. En línea recta desde Ulán-Udé, la capital de Buriatia, sólo habría 200 km hasta Oljón. Pero debido a la delgadez del hielo elegimos una ruta más larga por la orilla sur del lago y a través de Irkutsk: 750 km.

Encontrar una placa de hielo tan limpia resultó difícil.

Podría decirse que me convertí en víctima de la histeria mundial que hay alrededor de las redes sociales. La idea de ir al famoso lago fuera de temporada se me metió en la cabeza después de ver una serie de fotos espectaculares publicadas por fotógrafos conocidos. Y no soy el único. Andréi me cuenta que sus amigos guías locales han llevado hoy mismo a un bloguero tailandés con 10 millones de seguidores al norte de Oljón.

Viaje y alojamiento

Si piensas ir a ver el hielo del Baikal, es mejor volar a Irkutsk: está más cerca de Moscú, hay más vuelos y los precios son más asequibles. Desde Irkutsk hasta los pueblos de Sajiurta o Kurkut donde hay que hacer un transbordo, son sólo 3-4 horas en coche o autobús. La carretera es nueva, pintoresca, con pirámides de enormes rocas a los lados - un hombre no podría mover semejantes rocas. “Los conductores de excavadoras construyeron la carretera y se divirtieron un montón”, comenta Andréi.

Es mejor organizar el traslado desde la orilla con antelación, a través de una empresa turística o acordarlo con los propietarios de tu campamento  en Oljón. Aquí cada segunda casa es un campamento. En la orilla se ha levantado un lujoso complejo hotelero: varias casas idénticas hechas a base de troncos, un impecable descenso hasta el agua. Incluso se ve toda una zona de estar con tumbonas de madera. Pero no hay señales de vida en absoluto, no hay humo. “Se cometieron infracciones durante la construcción, se apoderaron ilegalmente del terreno. En general, ya deberían haberlo demolido, pero, al parecer, siguen negociando con las autoridades; es una pena destruir semejante belleza”, explica Andréi.

Oljón y muchas rocas locales se consideran lugares sagrados tanto por los chamanes como por los budistas. La foto muestra los 'jadak', pañuelos budistas rituales que ondean cerca de la roca Shamanka.

Por fin encontramos un punto de referencia: un barco en la orilla que se ha caído de lado. Aquí podemos entrar sin peligro en la isla. Llegamos a nuestro campamento: casitas para dos o tres personas, un par de calefactores eléctricos en el interior calientan el aire tanto que uno se siente como en una sauna. En invierno el alojamiento es barato en comparación con el verano. En Juzhir, el pueblo principal de la ista, se puede encontrar una habitación doble o una casa entera con desayuno por 2.000 a 4.000 rublos (entre 22 y 45 dólares, aproximadamente) al día. Por 6.000 rublos (65 dólares) hay opciones  prémium.

En la mayoría de los casos, el precio incluye el desayuno, y por un suplemento se puede negociar la cena. Aquí los alimentos se compran en un gran supermercado del centro de Juzhir llamado Dobri (se puede encontrar de todo, hasta cerveza belga, aunque vale el doble que la misma cerveza en Irkutsk) o en cualquiera de las pequeñas tiendas de comestibles, que se entremezclan con otros comercios, como Suvenires Mágicos o Amuletos de Baikal.

Hielo

A la mañana siguiente partimos hacia el “plato” principal del “menú invernal” del Baikal: el hielo. Un sedán no nos ayudará en este viaje, así que subimos a un Sóbol, un monovolumen acortado fabricado por un amigo de Andréi, Ígor, que trabaja como guía local. Los Sóbol son el transporte de invierno más común aquí: son altos, caben hasta seis personas, son cómodos, cálidos y baratos (el precio medio de una excursión de un día en grupo es de 1.000 rublos -11 dólares-por persona).

El 'sóbol' es el medio de transporte más común en el hielo del Baikal. Te llevará a cualquier gruta.

Y comienza la magia. Conducimos de una isla del Baikal a otra, subimos a los cabos y nos perdemos en la variedad de sokúi - bordes de hielo que cubren las estribaciones de los acantilados del Baikal. Salpicaduras heladas, olas, gotas casi caídas, transparentes, brillantes y de un blanco lechoso - hemos llegado a la exposición de todos los tipos de hielo del mundo.

Hielo en el Cabo de los Tres Hermanos.

En el cabo de los Tres Hermanos, racimos de flechas de hielo se ciernen sobre nosotros. Y en la roca León Dormido hay un auténtico trono de hielo con una plataforma plana. La superficie perfectamente lisa del lago, marcada por profundas grietas, es sustituida de repente por todo un campo de mogotes, es decir, témpanos de hielo que se agitan en diferentes ángulos.

Este año casi no hay hielo liso y transparente: hubo fuertes nevadas y el viento no tuvo tiempo de arrastrarlo todo. Por eso hay que buscar zonas con burbujas de metano congeladas y “espejos” sin nieve. Los turistas chinos acuden al rescate. Podemos ver a lo lejos el humo multicolor de los fuegos artificiales. Cuando nos acercamos, nos encontramos en una sesión de fotos para redes sociales: mujeres chinas, dejando a un lado sus abrigos de piel, se encuentran con vestidos de gala sobre el hielo transparente. Un ayudante corre a su alrededor con esos mismos petardos, llenando el aire de humo del color de sus trajes. El fotógrafo, que ha levantado una cámara de televisión, dispara a ráfagas.

Este ajetreo es más bien una excepción, no hay mucha gente aquí en invierno: en la mayoría de los casos en el Baikal invernal uno se encuentra solo con hielo, nieve, grutas, rocas y silencio.

Como resultado, un viaje en busca de las fotos se convierte en una aventura que se queda grabada en la memoria no sólo con imágenes, sino con un sentido totalmente nuevo de uno mismo. Aprendes a disfrutar de cosas que en la vida normal te incomodan: hielo frío, escarcha, viento fuerte que juega con la nieve.

Vista de la roca Shamanka, la tarjeta de visita de Oljón, al atardecer.

Lo mejor es salir al hielo al atardecer. Aléjate de la orilla andando o conduce lejos para que las escasas luces de Juzhir no te distraigan del estallido de estrellas sobre tu cabeza. Aguanta la respiración. Y escucha.

Al cabo de un rato, seguramente sonará un golpe lejano, sordo, en los límites de la conciencia, pero claro. Con ese sonido debe ocurrir algo importante y fundamental en la vida. Así es como “camina” el hielo del Baikal.

La puesta de sol se ve mejor desde el mirador, el punto más alto de la isla de Oljón.

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