En la parte norte de la isla de Iturup (región de Sajalín), a 20 km de la ciudad de Kurilsk, hay unas estructuras naturales únicas llamadas “Acantilados Blancos”. Están compuestas de piedra pómez y cristal volcánico y (literalmente) se deshacen en las manos.
En la antigüedad, había un volcán en esta zona, y esta parte de la isla estaba bajo el agua. Durante la erupción, la lava, saturada de gases, salió a la superficie, se solidificó y luego, a causa de los terremotos, se elevó sobre la isla de Iturup.
Estas montañas de piedra pómez se extienden por unos 8 kilómetros a lo largo del mar en la Bahía de Prostor. Entre ellas, hay pequeñas colinas cubiertas de plantas verdes, así como majestuosos acantilados y extraños cañones con alturas de 40 a 120 metros.
Tales formas se formaron debido a los frecuentes vientos en Sajalín: la piedra pómez es un material muy liviano y las rocas se erosionaron con el tiempo. Tal vez, en unos pocos siglos, no quede nada de estos lugares.
En la playa, se pueden ver dunas de arena negra, volcánica y cubierta con trozos de piedra pómez blanca de las rocas.
Durante las lluvias (que se producen con más frecuencia que en San Petersburgo), las olas arrojan a la orilla enormes medusas, peces y otros habitantes del mar de Ojotsk.
A pesar de su nombre, estos acantilados rara vez parecen blancos. Cuando llueve, la piedra pómez se oscurece y se ve gris o incluso negra y tarda varios días en secarse. Al atardecer, las rocas reflejan una luz naranja. Sólo se puede ver que los acantilados “se vuelven” blancos por la mañana y con el tiempo de calma.
Los Acantilados Blancos son uno de los lugares más populares de Sajalín, atrayendo a locales y turistas que los visitan para disfrutar del panorama, acampar relajadamente y pescar a la orilla del mar.
En algunas zonas, el mar se acerca tanto a las rocas que por ellas sólo se puede conducir un todoterreno.
Además, estos lugares les gustan a mucho a los osos, sus huellas frescas a menudo se pueden ver en la playa. Por lo tanto, se recomienda a los turistas que no se adentren en las gargantas, donde pueden estar sus cuevas, y que sólo se limiten a caminar por la orilla.
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