Shoina, el desierto más septentrional del mundo, no aparece en ningún mapa. Tan solo faltan camellos en estas dunas de arena que se extienden por decenas de kilómetros a lo largo de la costa del mar Blanco, al norte de la región de Arcángel. El desierto se encuentra a 370 kilómetros de distancia de la ciudad más grande del distrito autónomo de Nenetsia, Narian-Mar.
En Shoina, la arena está por todas partes. Abarca hasta donde llega la vista. Las dunas, que el viento del oeste arrastra arriba y abajo por la costa del mar Blanco, pueden enterrar los tejados de una aldea en una sola noche.
Shoina es una de estas aldeas. La actitud de la gente del lugar hacia la arena es de un fatalismo increíble.
Tan solo toman una precaución, no cerrar la puerta por la noche. Porque por la mañana puede que no se abra. La mitad de la aldea, con una población de 400 personas, está en el epicentro de una lenta pero inexorable ola de arena.
Aquí la gente está acostumbrada al hecho de que la luz del sol atraviese solo la parte superior de las ventanas, pero los recién llegados se sentirán prácticamente enterrados en vida.
Nadie sabe la razón exacta de por qué la arena sube y baja por la costa. El fenómeno no ha sido lo suficientemente estudiado por los científicos. Tampoco han estudiado la manera de detener las dunas.
En los años 30 del siglo pasado, Shoina era un asentamiento grande, calificado como “el segundo Múrmansk”. Los barcos de pesca faenaron en su costa hasta los años 70.
La vida en Shoina no es lujosa, pero da para comer. El golfo está lleno de pesca: platijas, navagas, salmón blanco, peled. El dinero llega de los noruegos, al otro lado de la frontera, que durante muchos años han comprado las bayas silvestres locales.
Los hombres se ganaban la vida con la caza. Un cazador local se jacta de que los gansos aquí son tan numerosos como los granos de arena de las dunas. También hay osos, pero no se les suele cazar, su carne no es nada sabrosa. Los alrededores albergan una gran variedad de vida salvaje, entre la que se encuentran algunas especies de pájaros muy poco comunes. No es extraño que los ornitólogos visiten el lugar todos los años.
¿Cómo llegar? En avioneta. Hay vuelos a Shoina. Eso sí, es mejor no comer nada antes del vuelo.
¿Dónde dormir? No es de extrañar que no haya hoteles en Shoina, pero hay unos barracones vacíos con cuatro habitaciones. En cualquier caso la hospitalidad local hará que no te quedes durmiendo a la intemperie.
¿Dónde comer? La gente del lugar demuestra su hospitalidad ofreciendo al visitante ingentes cantidades de delicatessen de pescado y huevos de gaviota, a cambio de un pedacito de humildad. Si tu orgullo es demasiado grande para aceptar lo que se te ofrece, la aldea tiene una tienda o dos.
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