En un claro del bosque cerca de la aldea Lúzhitsy, en la región de Leningrado, se ha organizado una fiesta: los habitantes locales van vestidos con sus trajes tradicionales, las mujeres llevan ramas en la cabeza, sarafanes rojos y delantales blancos. Los músicos tocan y cantan canciones populares en finlandés y en lenguas minoritarias como el votio o el ingrio. Los artesanos venden sus trabajos: figuras de protección y ornamentos finoúgricos.
Fuente: Margarita Novoselova
“Todos acudimos a la fiesta con regalos que depositamos en una mesa común”, me cuentan los votios locales antes de formar un gran corro.
Fuente: Margarita Novoselova
Lúzhitsy es una pequeña aldea de 500 años de antigüedad y con una población de 60 personas, en su mayoría ancianas. No es fácil llegar hasta allí: más de cuatro horas en autobús desde San Petersburgo con dos transbordos y varios kilómetros a pie.
Paseando junto a los puestos de artesanía local y figuras votias fabricadas a mano, empiezo a hablar con una artesana llamada Olga.
“Estas no son figuritas normales y corrientes, –me cuenta Olga, – Son figuras protectoras, no tienen cara y no son para jugar. Protegen a las personas. Suelen fabricarse con el mismo tejido de la ropa de su propietario y no se les puede ofender: los votios creen que estos muñecos tienen sentimientos y que contienen la fuerza de la naturaleza y de su pueblo”.
Fuente: Margarita Novoselova
Lo que mejor se conserva de la cultura votia es su cocina tradicional. Los principales platos de los votios eran el pan agrio de centeno, las gachas de cebada y de centeno, el nabo y la harina de avena. En las fiestas cocían unas tortas de pan de cebada llamadas iivako que acompañaban con cerveza casera. El pescado lo preparaban en pinchos: lo limpiaban, lo clavaban en un pincho y lo metían en el horno. Todos estos platos los siguen preparando los votios de hoy en día.
“Nos gusta mucho preparar pasteles, no faltan en ninguna reunión”, me cuenta uno de los invitados de la fiesta, Serguéi. En Luzhitsy no puedes comprar comida, esta es la norma, aquí siempre invitamos a los amigos e invitados.
Los habitantes locales se llaman votios, este es uno de los 17 pequeños pueblos finoúgricos que viven en Rusia, del que según el último censo de la población celebrado en 2010 solo quedan 64 personas. Los votios son actualmente un pequeño pueblo en vías de extinción.
Los votios vivían en la región de Leningrado en los siglos I-IV d. C.: la primera mención escrita a este pueblo es de 1069 y se refiere a ellos como un pueblo que venera la tierra y el bosque. Abrazaron la ortodoxia y hacia el siglo XX estaban prácticamente asimilados por completo. Los votios sufrieron las mayores pérdidas debido a las represiones de la década de 1930 y a la Segunda Guerra Mundial entre 1941 y 1945, cuando su tierra se convirtió en el campo de batalla. Muchos emigraron a Estonia y no fue hasta la caída de la URSS en 1991 que empezó el proceso de restablecimiento de sus tradiciones, su historia y su lengua, que se ha conservado parcialmente en Estonia.
Fuente: Margarita Novoselova
Los votios llevan sus trajes tradicionales únicamente en las fiestas en Rusia, Estonia y Finlandia. Antes esta era su ropa habitual: las mujeres llevaban sarafanes de lino blanco sin mangas y sobre ellos llevaban una blusa corta llamada ijad.
Fuente: Margarita Novoselova
Este traje se decoraba con varios cinturones y un gorro. Las mujeres casadas llevaban la cabeza cubierta por un pañuelo llamado paikas de tela blanca y sarafanes azules llamados rukka. Los trajes de hombre a finales del siglo XIX dejaron de tener los rasgos característicos de su indumentaria tradicional, y únicamente conservan un sombrero con la parte superior de color rojo.
“Intentamos recordar la lengua votia, pero es una lengua muy complicada y existen pocos libros sobre ella”, cuenta la creadora del museo votio de la aldea Luzhitsy, Tatiana Efímova. Durante gran parte del siglo XX los votios solo hablaban su lengua materna en casa y ocultaban su identidad, que en la épocas soviética estaba perseguida. La Unesco ha añadido la lengua votia en el Atlas de las lenguas del mundo en peligro por “encontrarse en un estado crítico”.
Fuente: Margarita Novoselova
Bordados nacionales con símbolos votios, recetas de pasteles, figuras, fotografías antiguas… Tatiana ha creado un museo en su propia casa poco a poco, los objetos de exposición proceden de los archivos familiares de los habitantes locales. El museo sufrió dos incendios en 2001 y en 2006, pero Tatiana siempre recibe visitas desde varios países y ciudades.
En el Centro de los Pueblos Nativos de la Región de Leningrado ayudan a la gente a recuperar su identidad cultural: se representan obras en votio, se enseña la lengua, se cantan canciones y se confeccionan trajes. Muchos votios tienen fuertes vínculos con familiares que emigraron a Estonia, por lo que siempre existe la esperanza de recuperar su cultura.
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