Vorkutá, ciudad nacida con el Gulag más allá del Círculo Polar

Gueorgui Krasnikov
La ciudad se construyó en los años 30, durante la época de Stalin alrededor de una mina de carbón. A pesar de que hay menos población que durante aquella época, en los últimos años han llegado personas procedentes de Donbass, la región minera del este de Ucrania.

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Se trata de la tercera ciudad más importante entre las que se encuentran más allá del Círculo Polar Ártico se encuentra Vorkutá, y la única al noreste de la República de Komi, el centro más importante de la industria del carbón rusa.

Vorkutá se construyó en los años 30 cerca de un gran yacimiento de carbón. La ciudad se convirtió en el hogar de miles de personas de distintos lugares del país que se trasladaron a Vorkutá tanto por deseo propio como en contra de su voluntad: entre los años 30 y 50 en ella se encontraba uno de los mayores campos de trabajo del Gulag.

Historia vinculada al Gulag

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En la época soviética, la población de Vorkutá alcanzó las 100.000 personas, actualmente esta cifra se ha reducido casi hasta la mitad, hasta las 60.000. La mayor parte de los habitantes de la ciudad está relacionada de un modo u otro con el trabajo en las minas de carbón.

“Llevo viviendo aquí desde que nací, hace ya casi 50 años”, comenta Víktor Filippov, ingeniero en la mayor mina de Vorkutá. “Mi padre también nació aquí, pero mi abuelo era de Bielorrusia. Era arquitecto, fue condenado al Gulag por culpa de una denuncia falsa y cuando salió se quedó a trabajar en Vorkutá, ayudó a construir la ciudad y en el Komsomol conoció a mi abuela”.

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Estas historias no son raras en Vorkutá: los antepasados de más de la mitad de sus habitantes acabaron allí por culpa del sistema de campos de trabajo en la época de Stalin. Una de las páginas más lúgubres de la historia del país acabó influyendo en el desarrollo del norte.

“Aquí acabaron reunidas las mejores mentes del país: científicos, ingenieros y arquitectos. Mi abuelo decidió quedarse en Vorkutá, su talento era muy necesario para la ciudad, aquí era un hombre muy respetado”, cuenta Víktor.

“A la ciudad todavía no le ha llegado su hora”

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Hace varios meses el país quedó conmocionado por la historia del accidente en la mina Sévernaya, cerca de Vorkutá, en el que varias decenas de mineros quedaron sepultados bajo los escombros. “Trabajar bajo tierra siempre conlleva un riesgo. En el último accidente murió un amigo mío, y hemos perdido a otros amigos en las minas”, reconoce Víktor.

Valentina, su hermana, cuenta: “Mi marido es minero, cada día me resulta más difícil ver cómo se va a trabajar: las minas están anticuadas y cada vez es más peligroso trabajar en ellas. En la televisión únicamente aparecen los más importantes, pero todo el tiempo suceden pequeños accidentes. Y nuestros hombres se ven obligados a trabajar bajo tierra porque en la ciudad no hay prácticamente más trabajo que ese”.

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Sin embargo, Vorkutá sigue siendo un lugar atractivo para los trabajadores de la industria del carbón: en el norte los mineros cobran el doble debido a las duras condiciones climáticas. Durante los últimos años se han trasladado a Vorkutá muchos habitantes del este de Ucrania que huían de las operaciones militares: Donbass también es una región carbonífera, y entre sus habitantes existen muchos mineros cualificados. “Estoy muy contento de que la gente de Donbass venga a Vorkutá: esto ha revivido la ciudad, nos ha dado esperanzas para su renacer” –declara Víktor. “No quiero que la gente se vaya de Vorkutá: a la ciudad todavía no le ha llegado su hora”.

Gueorgui Kru00e1snikov
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Antón Mozheiko, amigo y vecino de Víktor, está de acuerdo con él. Vivió cinco años en Barentsburg, localidad en el archipiélago ártico de Svalbard, y se mudó a Vorkutá hace un año y medio. “En Svalbard me enamoré del norte con toda mi alma, y cuando volví a Donbass no encontré más que explosiones y destrucción. Por eso, cuando me propusieron mudarme a Vorkutá mi familia y yo tardamos un día en decidirnos. Aquí hay trabajo suficiente, los salarios son altos y lo más importante: en el norte la gente se comporta de un modo completamente distinto, aquí hay menos conflictos y todos están dispuestos a ayudarse unos a otros. Por eso creo que mi familia y yo nos quedaremos todavía un tiempo en Vorkutá”.

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La carretera de los huesos de Kolimá

A comienzos de la década de los años 30 se llevó a cabo la gigantesca construcción de una carretera en la remota región de Kolimá para facilitar el movimiento de tropas y materiales preciosos hacia Siberia. Para ello, el gobierno estalinista utilizó mano de obra procedente de los gulags bajo condiciones infrahumanas, convirtiéndose la construcción de la autopista en un sendero de muerte.

 

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