Este tipo de armas se basa en la radiación de energía electromagnética en un rango óptico. A pesar de que los láseres llevan tiempo utilizándose en la vida cotidiana y en el ámbito militar, hasta ahora los investigadores no habían diseñado ningún arma basada en este tipo de tecnología. Los primeros modelos de un arma láser, que surgieron en los años 60, no podían abatir dos objetivos en un corto periodo de tiempo debido a su alto coste energético.
Este año, los desarrolladores estadounidenses ya han probado un cañón con esta tecnología en una plataforma marítima. Rusia también está diseñando armas láser y, según fuentes militares, no está por detrás de EE UU. Algunas fuentes revelan que las pruebas del avión A-60 con un nuevo cañón láser capaz de derribar objetivos aéreos y espaciales se han reanudado.
La base de este tipo de armas, sucesoras de las armas bacteriológicas, son tecnologías que se mueven en el ámbito de los métodos de control de herencia y variación de organismos. La ingeniería genética permite crear combinaciones de genes desconocidas en la naturaleza que no solo son capaces de actuar de forma favorable en organismos vivos, sino también de destruirlos. El principal peligro de este tipo de armas es la creación de “armas inteligentes” que actúen de forma selectiva y destruyan objetivos con un código genético determinado.
Según algunos investigadores rusos, en la actualidad ya existe una gran cantidad de genes agresores, que en esencia son armas mortales. Por ejemplo, los genes BAX y BCL-2 pueden provocar apoptosis, una muerte programada de las células. Rusia no lleva a cabo actualmente ningún experimento con armas genéticas, ya que el desarrollo de armamento biológico está prohibido por las convenciones internacionales.
Utilizando un flujo concentrado de partículas de gran energía cargadas o neutras (electrones, protones o neutrones de hidrógeno), las armas de haces de partículas descargan contra el objetivo o bien una potente radiación térmica, o bien una descarga de choque o una radiación electromagnética que provoca una gran destrucción.
Entre las principales ventajas se encuentra su facilidad para ocultarse y el carácter instantáneo de su acción sobre el enemigo.
Por otro lado, su problema principal consiste en la pérdida de energía a grandes distancias debido a la interacción con las partículas de los gases atmosféricos.
En la URSS algunas instituciones científicas trabajaron activamente en el diseño de armamento de haces de partículas, pero nunca llegaron a crear modelos militares reales.
La acción de este tipo de armas prevé el ataque contra un objetivo con la ayuda de procesos naturales provocados de forma artificial: rayos, terremotos, tsunamis, etc.
A pesar de que existe información acerca de distintos experimentos y experiencias de uso de este tipo de armas por parte de EE UU, como en Vietnam, la mayoría de los especialistas dudan que exista un modo de provocar terremotos y tsunamis en una región determinada de la Tierra.
Oleg Kaluguin, general mayor del KGB y desertor militar, declaró en 1993 que en la URSS se estaba investigando con armamento geofísico y sus posibles usos. Mencionó un sistema llamado Sura, que existe realmente en Rusia y se encuentra a 170 kilómetros de Nizhni Nóvgorod. El sistema ocupa unas 10 hectáreas y está formado por largas filas de antenas de 20 metros de largo cada una. En el centro de Sura se encuentra un emisor de radiaciones de dimensiones colosales cuya función es estudiar los procesos acústicos de la atmósfera del planeta. Sin embargo, por ahora se desconoce si Sura es capaz de provocar desastres naturales.
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