El presidente Erdoğan encuentra una utilidad a Rusia

AP
En vísperas de la cumbre ruso-turca que se celebrará el próximo 9 de agosto, las relaciones entre Ankara y Occidente se han deteriorado drásticamente.

El presidente Recep Tayyip Erdoğan ha frustrado de un modo bastante brusco los intentos de varios representantes de la UE de planear la cuestión de las violaciones de los derechos humanos cometidas en Turquía tras sofocar el intento de golpe de Estado.

El ministro turco de Asuntos Exteriores, Mevlüt Çavuşoğlu, ha puesto un ultimátum a Bruselas: si antes de mediados de octubre la UE no facilita a Ankara un régimen libre de visados, el acuerdo sobre los refugiados podría darse por finalizado. En este contexto, los políticos turcos acusan a Washington de apoyar al predicador afincado en Estados Unidos Fethullah Gülen, considerado como el organizador del intento de golpe de Estado.

En medio de la cada vez más aguda confrontación con Occidente, el líder turco intenta jugar la carta rusa para debilitar la presión por parte de Estados Unidos y la UE y evitar el aislamiento exterior. Moscú también juega sus cartas: mediante el restablecimiento de sus relaciones con Ankara consigue un nuevo motivo para influir en la situación de Oriente Próximo y en otras regiones importantes desde el punto de vista estratégico, al tiempo que deteriora la coalición occidental contra Rusia.

El debut en San Petersburgo

La visita a San Petersburgo supondrá para Recep Tayyip Erdoğan el regreso a la escena internacional. Tras el reciente intento de golpe de Estado sucedido el 15 de julio, los líderes de los principales países occidentales no solo no se han reunido con el presidente turco, sino que apenas se han comunicado con él de forma telefónica. De hecho, la presión externa sobre Ankara con las exigencias de que no se permitan más represiones políticas aumenta cada día.

A los críticos occidentales de Ankara se ha unido el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon. Según informaba el representante oficial adjunto del secretario general Farhan Haq, Ban Ki-moon mantuvo una conversación telefónica con el ministro de Asuntos Exteriores de Turquía, Mevlüt Çavuşoğlu, y con el presidente Erdoğan en la que instaba al gobierno turco a respetar los derechos humanos y no permitir un “trato inapropiado” a los detenidos.

En este contexto, la reacción de Moscú a los últimos acontecimientos en Turquía se distingue radicalmente de la postura de la mayoría de los países de Occidente y de la dirección de la ONU. Moscú ha evitado lanzar ningún tipo de crítica contra las acciones del gobierno turco, ya que esto podría interpretarse como un intento de dar “lecciones de democracia”.

Dadas las circunstancias, el intento de Erdoğan de jugar la carta rusa en su confrontación con Occidente no solo resulta del todo natural, sino prácticamente inevitable.

Imitación de un acercamiento

Según las autoridades turcas, la reanudación del contacto a alto nivel con Rusia en el marco de un acelerado deterioro del diálogo con Occidente no debe considerarse como un cambio repentino de las prioridades de Ankara en materia de política exterior.

En una entrevista para el canal de televisión CNN Türk, Mevlüt Çavuşoğlu describía la situación del siguiente modo: “A algunos les preocupa la normalización de nuestras relaciones con Rusia. Nuestras relaciones con Moscú no son la alternativa a las relaciones con la OTAN o la UE”.

Sin embargo, según los expertos entrevistados por el periódico Kommersant, Erdoğan podría estar perfectamente utilizando sus relaciones con Rusia para conseguir que se cumplan sus exigencias ante la UE y Estados Unidos y para resolver la tarea número uno de la política exterior turca: debilitar la presión por parte de estadounidenses y europeos y evitar el aislamiento internacional.

“A pesar de que no habrá un cambio radical en las relaciones entre Moscú y Ankara, el presidente Erdoğan intenta aprovechar la situación. Antes del próximo encuentro del G20 que se celebra a principios de septiembre en China, para él es muy importante obtener garantías de que no quedará marginado durante la cumbre. Esta es una de las razones de su próximo viaje a San Petersburgo” – comenta a Kommersant el ex vice ministro de Asuntos Exteriores de Rusia y director del Centro de Investigaciones Políticas, Andréi Fiódorov.

La segunda razón del nuevo acercamiento de Ankara a Moscú es la cuestión del futuro de las relaciones entre Turquía y la UE. “El cumplimiento del acuerdo sobre los refugiados es muy importante para Europa, que está conmocionada debido a la afluencia de inmigrantes. Por esta razón, el chantaje de Erdoğan en estas circunstancias podría funcionar. Sin embargo, si el gobierno ruso aprueba la pena de muerte, Europa se verá obligada a romper los acuerdos con Ankara” –comenta Andréi Fiódorov. Según el experto, “en ese caso, las relaciones con Rusia, que no reaccionará tan duramente a la introducción de la pena de muerte en Turquía, servirán para este país como mecanismo de compensación”.

“El juego del presidente turco es totalmente previsible. Erdoğan se encuentra aislado entre sus aliados occidentales, aunque Turquía no se propone romper con la OTAN y la UE –señala el investigador sénior del Instituto de Economía Mundial y Relaciones Internacionales de la Academia Rusa de Ciencias, Víktor Nadein-Ráyevski-. El líder turco necesita una herramienta de presión sobre sus aliados, y Rusia es perfecta para ello, ya que luchar en varios frentes a la vez (contra Occidente, contra Rusia y en Oriente Próximo) no es posible”.

Por razones completamente pragmáticas, Ankara también resulta necesaria para Moscú. Tanto en Siria, donde la posición de Turquía sigue siendo definitoria en muchos sentidos, como en la región del Cáucaso o en el ámbito energético. La reanimación del proyecto Turk Stream podría ser un eficaz instrumento de presión para Rusia sobre la cúpula de la UE, que no parece tener prisa por dar luz verde a otro proyecto estratégicamente importante, el Nord Stream-2.

“Gracias al nuevo acercamiento con Ankara, el Kremlin obtendrá un nuevo instrumento de presión sobre la situación en Oriente Próximo y en otras regiones importantes, al tiempo que deteriorará la coalición occidental contra Rusia” –aclara al periódico Kommersant el director del centro de investigaciones estratégicas y análisis “Rusia-Oriente-Occidente”, Vladímir Sótnikov.

Publicado originalmente en ruso en Kommersant.

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