El arce americano, que se llevó a Siberia desde Norteamérica a principios del siglo pasado.
Lori/Legion-MediaUn grupo de científicos siberianos ha publicadoEl libro negro de la flora siberianatras tres años de investigación. 25 biólogos han identificado 146 plantas foráneas y destacan las 58 más agresivas, que suponen una amenaza para el medioambiente.
A las especies de plantas foráneas les cuesta acomodarse al duro clima siberiano, pero las que lo consiguen traen bastantes problemas a las “autóctonas”.
“Las plantas invasivas, que se están extendiendo debido al factor humano, suponen una amenaza para la diversidad biológica de Siberia —afirma Marina Silantieva, coautora de la recopilación y decana de la facultad de biología de la Universidad de Altái—. Por ejemplo, grupos de cyclachaena xanthium y deechium vulgare están prácticamente inutilizando los pastos para el ganado”.
Según los científicos, algunas especiales son portadoras de enfermedades parasitarias e infecciosas peligrosas para otras plantas. “Las plantas que se polinizan por el viento como la ambrosía artemisiifolia o la cyclachaena xanthium provocan alergias. La heracleum sosnowskyi provoca enfermedades cutáneas en la población”, señala Silantieva.
Otras plantas están desplazando los cultivos forestales aborígenes tras la tala. Es el caso, por ejemplo, del arce americano. De acuerdo con los científicos, el arce se llevó a Siberia desde Norteamérica a principios del siglo pasado junto con otras muchas especies. En los años 60 se expandió considerablemente porque se utilizaba como una especie de “cortina cortavientos”.
En los bosques donde ha penetrado el arce y se ha producido una tala o contaminación, han desaparecido las especies autóctonas. En algunos casos hay incluso un pedazo tierra en el que no hay ninguna planta.
Los científicos señalan que en el pasado las especies de plantas foráneas también habían llegado a territorio siberiano. En tumbas de tiempos antiguos se encontraron semillas de diversos tipos que no correspondían con la flora de la región.
El aspecto de la región ha sufrido muchos cambios desde principios del siglo XVII debido a la colonización agraria de Siberia. La cantidad de tierra para siembra ha crecido bruscamente y se han plantado nuevas especies. A mediados del siglo pasado en Siberia se labraron y sembraron unos 10 millones de hectáreas.
“La última etapa de plantación de especies foráneas se está dando ahora, favorecida tanto por la globalización del transporte de cargas, como por la circulación de diferentes cultivos. El calentamiento global ha contribuido a la naturalización de las especies foráneas. Han desaparecido las restricciones de temperatura para muchas plantas de clima cálido”, explica Silantieva a RBTH.
Los autores esperan que El libro negro de la flora de Siberia dé un empujón a los programas que estudian las especies invasivas y ayude a evitar el detrimento económico y ecológico. A diferencia de los Rojos, los libros negros no tienen poder legislativo, pero los científicos no dudan de la utilidad de su investigación. Según indican, el nuevo libro de plantas “prohibidas” no solo es informativo, sino que recoge recomendaciones para luchar contra esta situación.
Según datos previos, los mamuts murieron en masa en esta zona debido a la falta de sustancias minerales. Sin embargo, los utensilios de madera podrían ser la prueba de que el hombre terminó con estos animales.
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