El proyecto de la nave espacial Kliper se originó en Rusia a principios de la década de 2000. La nave tenía una amplia gama de propósitos: mantenimiento y reparación de estaciones espaciales, entrega y rescate de cosmonautas, así como cualquier operación en la órbita terrestre.
Sus peculiaridades eran la durabilidad (gracias a la reutilización de la cápsula) y la alta eficiencia. El vehículo reutilizable, que pesaba unas 14 toneladas, podía devolver de la órbita media tonelada de carga, y retirar una vez y media más. Además, alojaba a seis tripulantes que podían permanecer en su interior hasta dos semanas. La nave iba a ser un excelente sustituto de la anticuada Soyuz. Para poner el aparato en órbita había que proyectar el cohete Onega.
Según detallan en Dzen la Kliper contaba con 16 motores de maniobra que funcionaban con alcohol y oxígeno líquido. La versión inicial constaba de una cabina para la tripulación con todos los sistemas de soporte vital y un módulo de instrumentación. En la parte inferior de la nave había dos escudos aerodinámicos y una protección térmica para evitar el sobrecalentamiento durante el aterrizaje. Durante el descenso orbital, el compartimento de agregados se desacopló y realizó un aterrizaje suave utilizando cinco paracaídas de a bordo.
También se instaló a bordo un fiable sistema de rescate de emergencia (ERS). En 2005 se definió la versión definitiva del Klipper: una versión alada, en la que el vehículo de descenso aterriza en el aeródromo como un avión. En este caso, no era necesario invertir en un sistema de paracaídas ni en un servicio de búsqueda y salvamento.
Sin embargo, en 2006, los trabajos sobre el Kliper se pospusieron indefinidamente.
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