El Spitfire se convertiría en el emblema de la RAF en la Segunda Guerra Mundial. En el verano de 1941, los representantes soviéticos solicitaron el suministro de más aviones de combate de este tipo a la URSS en lugar de Hurricane, pero se encontraron con la cortante respuesta de que no estaban destinados a la exportación. No obstante, Gran Bretaña envió posteriormente unos 1.200 Spitfire a la Unión Soviética.
Rápido, maniobrable y fácil de pilotar, el Spitfire Mk Vb dio buena cuenta de sí mismo en las batallas aéreas de la primavera y el verano de 1943, aunque para entonces ya se había quedado algo anticuado.
El as del vuelo alemán Günther Rall, que se encontró con ellos en los cielos del Kubán, escribiría más tarde que le había sorprendido mucho ver aviones británicos “a 3.000 millas del Canal de la Mancha”.
Una versión mejorada del avión, el Spitfire Mk IX, empezó a llegar a la Unión Soviética a partir de febrero de 1944. En términos de velocidad de ascenso y armamento era superior a los Yak-9U y La-7 de fabricación soviética y podía ofrecer un sólido rendimiento a gran altitud.
Pero a altitudes bajas y medias las cosas no eran tan halagüeñas. Por ejemplo, en términos de velocidad cerca del suelo se quedaba 100 km/h por detrás del La-7. Al final, se decidió prescindir de los servicios de los cazas en el frente y gran parte de ellos fueron asignados a regimientos de defensa aérea.
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