En 2017, Chile recibió el avión ruso Iliushin Il-76. En ese país, los chilenos lo apodaron “El Luchín”. Con más de 30 misiones en contra de los incendios y más de un millón de litros de agua soltados en descargas, estos aviones trabajaron duramente contra de los incendios forestales que asolaron entonces el país latinoamericano.
Dos años más tarde, Rusia también les envió hidroaviones BE-200 para combatir el fuego. Estas aeronaves también pueden transportar grupos de rescate, suministrar ayuda humanitaria y realizar patrullas y monitoreo.
En 2019, Bolivia también recibió la ayuda de un mega avión ruso hidrante Il-76 con tripulación especializada para combatir los incendios forestales que azotaron al país.
Esa sucesión de incendios fue considerada como la tragedia ambiental más grave del siglo XXI en el país andino, ya que significó la pérdida de cinco millones de hectáreas de bosques y que podría haberse extendido exponencialmente sin la intervención de los Iliushin Il-76.
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