Historia de los misiles teledirigidos en Rusia

Vladímir Putin visita el complejo de Almaz-Antéi en 2008

Vladímir Putin visita el complejo de Almaz-Antéi en 2008

Reuters
Rusia es actualmente uno de los líderes mundiales en el ámbito del desarrollo y la producción de misiles teledirigidos. Los sistemas S-300 y S-400 no tienen análogos en ningún otro país. Sin embargo, hace 70 años en Rusia nadie tenía la más remota idea de lo que era este tipo de armamento.

Las operaciones militares durante la Segunda Guerra Mundial demostraron que la artillería estaba dejando de ser el Dios de la guerra: la aviación, que se desarrollaba a marchas forzadas, contaba con un alcance y una potencia muy superiores. La única pega de este tipo de armamento consistía en que al mando del avión había una persona: un piloto altamente cualificado para cuya formación se necesitaban años. Los ejércitos europeos comenzaron a desarrollar proyectiles voladores no tripulados, es decir, misiles teledirigidos.

El inicio de los diseños soviéticos

En la URSS estos trabajos de investigación comenzaron durante la guerra. El responsable de uno de los proyectos fue el ingeniero Sergo Beria, hijo del comisario del pueblo de Asuntos Exteriores de la época de Stalin, Lavrenti Beria. Su proyecto fue todo un éxito. En cuatro años, hacia 1951, su equipo, instalado en una fábrica secreta, logró crear un proyectil que atravesaba con facilidad el blindaje de un crucero.

Para luchar contra los bombarderos comunes no tenía sentido crear una sólida línea de defensa: los daños provocados por una bomba caída casualmente eran infinitamente inferiores a los costes que suponía organizar la defensa. Pero con la llegada de la carga nuclear en los proyectiles todo cambió. Estas bombas podían arrasar una ciudad entera, por lo que surgió una nueva misión que consistía en construir un sistema de defensa que pudiera proteger las ciudades soviéticas incluso de un solo avión enemigo. En aquel momento recordaron los misiles teledirigidos.

El gobierno decidió cubrir Moscú con dos anillos de sistemas de misiles teledirigidos unidos por una carretera para transportar los misiles. Se trataba de un nuevo tipo de armamento: determinaba la posición de un objetivo con la ayuda de un localizador y este era abatido por un misil.

El primer misil teledirigido y su rápida evolución

S-25

El desarrollo del proyecto y las pruebas duraron cinco años. En 1955 el ejército recibió en sus tropas el primer misil teledirigido soviético, el S-25. Ningún otro ejército del mundo tenía nada parecido: los misiles podían abatir un objetivo volando a velocidad supersónica a una altura de hasta 20 km. Para su creación, el pequeño despacho de ingeniería de Beria se transformó en una enorme fábrica con miles de trabajadores.

El S-25 era un buen misil, pero para poder distribuir este sistema de defensa por todo el territorio de la URSS se necesitaba un sistema móvil que pudiera desplazarse libremente para protegerse de un ataque de respuesta. La solución fue el sistema S-75. Su aparición dio un auténtico giro al arte de la lucha contra la aviación enemiga.

S-75

En 1960 este misil abatió por primera vez un avión explorador U-2 estadounidense que sobrevolaba Sverdlovsk.

Este misil causó gran cantidad de bajas a las Fuerzas Aéreas de Estados Unidos en Vietnam.

Armados con estos misiles soviéticos y transportándolos literalmente en las manos por la jungla, los vietnamitas fueron capaces de abatir más de 2.000 aviones de combate estadounidenses.

En 1962 Cuba recibió varias unidades del sistema S-75 para proteger los misiles nucleares soviéticos que se almacenaban en la isla. Intentando esquivar el radar de los misiles teledirigidos soviéticos, los aviones comenzaron a volar a alturas más bajas de lo normal. Como respuesta a esta táctica, apareció el nuevo sistema de combate S-125.

En 1967 los investigadores del despacho de ingeniería diseñaron un misil teledirigido de nueva generación: el S-200. Este era capaz de destruir un objetivo a una distancia de más de 200 km. A partir de ese momento, con un pequeño número de sistemas móviles bien situados podían protegerse territorios enormes.

S-300 y S-400

S-400

Aquella fábrica creada por Sergo Beria y conocida desde 1977 como el despacho de ingeniería Almaz alcanzó la cúspide con su sistema S-300. Este sistema pasó a formar parte del ejército soviético en 1979 y lleva 35 años en servicio. Su radar permite identificar un objetivo a una distancia de hasta 300 km y atacar a más de 30 objetivos a la vez.

El sucesor del S-300, el misil teledirigido S-400, tiene unas características aún mejores. Es capaz de enfrentarse a los llamados aviones invisibles equipados con tecnología furtiva.

En 2008 todas las fábricas dedicadas al ámbito del desarrollo y la producción de misiles teledirigidos se unieron para formar el consorcio Almaz-Antéi. Sus ingenieros trabajan en la creación de un misil teledirigido de quinta generación que será capaz de luchar contra objetivos situados en el espacio cercano, como los misiles balísticos.

La prueba de la eficacia de la producción de este consorcio la dan los consumidores: es la empresa líder en volumen de exportación de todo el Complejo Industrial Militar ruso.

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