En la aldea de Gai-Kodzor (Anapa), una gallina doméstica se convirtió en madre adoptiva de siete pequeños gatitos. La gallina mantiene a los gatitos en el gallinero, sin permitir que el dueño se les acerque.
Los propios gatitos, según los ganaderos, ni siquiera han abierto los ojos todavía y no dejan ni un segundo a la madre adoptiva, que los calienta con su cuerpo.
Los zoólogos explican el comportamiento de la gallina por el instinto de la puesta de huevos (similar al instinto de la madre): “Si una gallina ha decidido ser madre de un gatito, llevarse las crías supondría un estrés enorme que podría enfermarla e incluso hacerla morir”.