El entrenamiento de combate aéreo es un elemento esencial en la formación de los pilotos militares. Para ello, las fuerzas aéreas de muchos países crean escuadrones especializados, los llamados “agresores”, cuya tarea es imitar al enemigo durante los ejercicios.
Por lo general, el papel de los cazas enemigos lo desempeñan aviones de fabricación nacional que tienen características técnicas similares a las de los aviones extranjeros correspondientes. Sin embargo, ha habido excepciones a esta regla. Por ejemplo, durante la Guerra Fría, los EE UU crearon en secreto un escuadrón de verdaderos MiG soviéticos.
Hasta lo detalles más pequeños son importantes
En 1977, como parte del llamado programa Constant Peg, el Coronel Gail Peck y el General Hoyt S. Vandenberg Jr. crearon el Escuadrón de Prueba y Evaluación 4477, también conocido como Águilas Rojas. Decepcionados por la actuación de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos durante la guerra de Vietnam, los dos comandantes estaban convencidos de que los pilotos estadounidenses debían recibir un “entrenamiento realista”, es decir, practicar el combate aéreo (aunque controlado) con aviones reales de un enemigo potencial.
El único problema era que hacerse con aviones enemigos no era una tarea fácil. Los cazas soviéticos se obtuvieron de todas partes del mundo literalmente de uno en uno. Fueron comprados o intercambiados de Yugoslavia, Israel, Egipto y otros países. En la década de los 80, varios aviones J-7 de Chengdu, una copia china del MiG-21, fueron comprados en Pekín.
Indonesia y Somalia resultaron ser de gran ayuda. En los 70, pasaron del campo socialista al estadounidense y pudieron ofrecer a los EE UU varias docenas de aviones soviéticos que habían recibido de la URSS anteriormente. Pero, también hubo algunas dificultades. Por ejemplo, Indonesia les entregó cuatro MiG defectuosos, de los cuales sólo se consiguió montar, de forma compleja, un avión utilizable.
Al final, los principales aviones de las Águilas Rojas fueron MiG-17 ('Fresco'), MiG-21 ('Fishbed') y MiG-23 ('Flogger'). Su número total sigue siendo desconocido. Lo único que se sabe es que, en 1985, el escuadrón tenía 26 aviones.
Valen su peso en oro
Los norteamericanos experimentaron dificultades no sólo para encontrar y adquirir aviones soviéticos, sino también para mantenerlos. Después de todo, no podían comprar de manera sencilla motores y repuestos para ellos. El mantenimiento de los MiG fue llevado a cabo por especialistas de General Electric, mientras que las piezas de repuesto especialmente raras fueron obtenidas por agentes de la CIA en Polonia y Rumania.
Como los aviones venían sin documentación técnica, los pilotos tenían que aprender a manejarlos a partir de sus propios errores. En más de una ocasión esos errores les costaron la vida a los pilotos.
Los más problemáticos para las Águilas Rojas fueron los MiG-23 del escuadrón. Los pilotos adoraban el avión por su velocidad, pero se quejaban de su inestabilidad en vuelo y la dificultad de pilotarlo. Sólo los pilotos más experimentados, que ya habían completado varias docenas de vuelos con el MiG-21, podían pilotarlos. El 25 de abril de 1984, el teniente general Robert Bond, subcomandante del AFSC (Air Force System Command), se estrelló en un MiG-23.
Cada avión de combate del escuadrón 4477 era apreciado como un verdadero tesoro. Nunca volaron de noche ni en condiciones climáticas adversas.
Bajo llave
Mientras que la existencia de los clásicos escuadrones de “agresores” equipados con aviones americanos no era un secreto para nadie, toda la información sobre las Águilas Rojas fue cuidadosamente silenciada y ocultada, principalmente pensando en la URSS.
Los expertos calcularon la hora y la duración del paso de los satélites soviéticos sobre la base aérea de Nellis y el campo de pruebas de Tonopah, en Nevada, donde se encontraban los aviones: coincidiendo con estos, los MiG eran trasladados a hangares o se escondían bajo cubiertas que camuflaban sus formas.
Parte del espacio aéreo sobre el salar de Groom Lake (donde se encuentra la infame Área 51), fue usado para realizar los entrenamientos de combate con los aviones soviéticos, fue cerrado a las miradas indiscretas. En los mapas, se designaba irónicamente como "Plaza Roja".
Una experiencia inestimable
El entrenamiento de combate aéreo con aviones MiG del Escuadrón de Prueba y Evaluación 4477 se utilizó en beneficio de los pilotos de la Fuerza Aérea, la Aviación Naval y el Cuerpo de Marines de los Estados Unidos. Las Águilas Rojas participaron en las pruebas de la mayoría de los aviones de combate estadounidenses en los años 70 y 80 y tomaron parte activa en los ejercicios de Bandera Roja.
Las batallas aéreas siguieron una serie de patrones establecidos: uno contra uno, dos contra dos o dos aviones norteamericanos contra uno soviético. Además, los MiG “atacaron” bombarderos estratégicos B-52 y aviones de transporte Hércules C-130, mientras que estos últimos imitaban realizar el despliegue de tropas y entrega de carga.
La tarea de las Águilas no era ganar una victoria a cualquier precio en sus encuentros, aunque eso también ocurría con bastante frecuencia. El objetivo principal era demostrar a sus compañeros pilotos los puntos fuertes y débiles de los aviones soviéticos, enseñarles cómo y cuándo era mejor atacar a un MIG.
Efecto psicológico
Para mayor realismo, los aviones del Escuadrón 4477 fueron decorados con estrellas rojas, aunque no con un borde blanco, como en la Fuerza Aérea Soviética, sino amarillo.
Muchos pilotos de los Estados Unidos que se encontraban en fase de formación, al encontrarse cara a cara con un enemigo potencial en combate aéreo (aunque fuese uno de entrenamiento), se quedaron atónitos y estupefactos. “La primera vez que vi un MiG-17, ¡se me olvidó volar mi avión!” recordó el Mayor Francis 'Paco' Geisler: “En lugar de usar la vertical y la velocidad, traté de girar con él. Era como un chicle en mi zapato; no podía quitármelo de encima. Y luego me fui a casa y pensé, ‘Madre mía. Vaya mierda. Me siento como un tonto’. Fue muy humillante, pero nos dijeron que le pasó a todo el mundo”.
El fin de una era
A finales de los años 80, las Águilas Rojas comenzaron a escasear. Las principales razones fueron la falta de financiación, así como el hecho de que la Unión Soviética había introducido nuevos (cuarta) generación de cazas.
Los pilotos del Escuadrón 4477 realizaron sus últimos vuelos con MiG el 4 de marzo de 1988. Oficialmente, las Águilas Rojas fueron disueltas en 1990. Sus aviones soviéticos se enviaron para ser almacenados en hangares, se convirtieron en exhibiciones en museos, o fueron usados como dianas en ejercicios de la Fuerza Aérea.
El entrenamiento de combate aéreo con el uso de cazas soviéticos en Nevada se convirtió en una excelente escuela para los pilotos norteamericanos. “Aunque llegó demasiado tarde para influir en Vietnam, el programa ‘Constant Peg’ influyó en gran medida en el éxito de los aviadores estadounidenses en la Tormenta del Desierto, que derribaron 40 cazas iraquíes, muchos de los cuales eran Fishbed y Floggers”, declaró el General Herbert J. 'Hawk' Carlisle, que sirvió como comandante del Escuadrón 4477 en 1986-1988.
LEE MÁS: Así ‘convierten’ los japoneses sus F-15 estadounidenses en cazas rusos