Leopoldo Galtieri con el embajador cubano
A pesar de las aparentemente insalvables diferencias ideológicas, a partir de la guerra de las Malvinas, iniciada con la Operación Rosario el 2 de abril de 1982, la Argentina dictatorial se acercó a Libia, Cuba y otros países próximos a la Unión Soviética.
Tan solo una semana después del lanzamiento de la operación argentina para la conquista de Malvinas y las Georgias del Sur, según describió Juan Bautista “Tata” Yofre (escritor y político argentino, secretario de Inteligencia del Estado entre 1989-1990) para Infobae, el 9 de noviembre de 1982 el embajador castrista Emilio Aragonés Navarro llegó a Buenos Aires. Por cierto, no de forma muy plácida, pues según el autor Dr. Mariano Pablo Sciaroni (Magister en Estrategia y Geopolítica) su avión fue interceptado en ruta por cazas brasileños. Al día siguiente, a las 13.45, entró al despacho personal del general Galtieri. Ese día, asegura Bautista Yofre, el presidente de facto habría estrenado su sistema de grabación con grabador de cinta abierta. La conversación, según el medio argentino, transcurrió de la siguiente forma.
Embajador:He venido a decirle que Cuba va a hacer lo que ustedes determinen, hasta dónde ustedes quieran ustedes llegar va a llegar Cuba…
Galtieri:Dígale a Castro que más allá de las diferencias que tenemos se puede conversar. Yo le agradezco este sentimiento y solidaridad americana, latinoamericana, somos latinos. En buena medida tenemos diferencias…
Embajador:Somos integrantes de una misma familia pero un país diferente.
Galtieri:Tenemos diferencias pero son todas discutibles y conversables, pero le agradezco el gesto. Este gesto la Argentina no lo va a olvidar.
Embajador:Pero este gesto se puede convertir en hechos. Es lo que yo quiero que usted lleve con toda claridad. Esto es una proposición muy cuidadosa pero detrás de esto está la voluntad de hacer lo que haya que hacer…enviarle un submarino y hundirle un barco…cualquier cosa…
Galtieri:Argentina no lo olvida ni ahora ni lo va a olvidar por muchos años…
Embajador:Me gusta porque eso obliga… aunque sea privado nomás…
¿Qué submarinos podría haber ofrecido Cuba a Argentina?
La Marina de Guerra de Cuba tuvo operativos de1978 a 1983 seis submarinos soviéticos diésel de patrulla del tipo Proyecto 641 (‘Foxtrot’ según el código OTAN).
La clase Foxtrot, que entró en servicio a finales de la década de los años 50, era comparable en rendimiento y armamento a la mayoría de los diseños contemporáneos. Sin embargo, era más ruidoso que la mayoría de los diseños occidentales. Además, fue uno de los últimos diseños introducidos antes de la adopción del casco de lágrima, que ofrecía un rendimiento mucho mejor bajo el agua.
Según la web Historia y Arqueología Marina, el primero en ser recibido por Cuba fue el B-309, construido en el astillero No. 01299 de la Leningradskoe Admiralteiskoe ob’edinenie de la antigua capital imperial rusa.Estaba armado con 6 tubos torpederos de 533 mm. a proa, y 4 tubos torpederos en popa de 400 mm. Podía cargarse con 22 torpedos o 32 minas PMR-1.
El sumergible tenía un radar de reconocimiento Nakat, Jrom-K, un sonar MG-200 Arktika-M, un sonar Tuloma, un hidrófono MG-10M y un sistema de intercepción de sonar Svet-M.
Su tripulación estaba formada por 77 hombres, de los cuales 12 eran oficiales. Fue puesto en servicio como el No. 725 en siete de febrero del 1979.
Otras unidades del mismo modelo llegaron a la isla desde los astilleros de San Petersburgo entre 1980 y 1984.
Gracias estos navíos, Cuba operó por casi cuarenta años una flotilla de submarinos oceánicos que le dieron cierta jerarquía como potencia naval de tercera o cuarta línea.
Sin embargo, fue otro modelo de submarino el que llamó la atención de los medios occidentales. El 14 de abril de 1982, el New York Times aseguró en un artículo que, según fuentes consultadas en la OTAN, se había detectado en el área la presencia de dos submarinos soviéticos, probablemente del modelo Proyecto 659 o 675 (Código OTAN: Clase Echo I y II, respectivamente) desviados de su despliegue habitual en el Océano Índico y en las aguas al sur del Cabo de Buena Esperanza.
Estos eran buques nucleares con un desplazamiento de 5.800 toneladas. Y su armamento era formidable: 8 misiles de crucero SS-N-12 superficie-superficie y 20 torpedos.
¿Hubiese servido para algo?
El Atlántico Sur no era ajeno a los submarinos soviéticos, pero con tres décadas de vida a la espalda, resulta difícil pensar que un Proyecto 641 con tripulación cubana hubiese podido acercarse al HMS Invincible, por ejemplo, dada la tecnología de detección y medios antisubmarinos de la escuadra británica, y hundirlo. Quizás una labor de minado inteligente podría haber, al menos, paralizado a la Armada enviada por Thatcher.
Renstchler, responsable en el Consejo de Seguridad Nacional de la oficina de Asuntos de Europa Occidental durante la administración Reagan, en su obra James Rentschler’s Falklands diary, aseguró que los cubanos intermediaron con la URSS para atacar la flota británica: “Galtieri se reunió con el General Alexander Haig, el mediador estadounidense y formalmente le indicó que ‘los cubanos dejaron implícito que estaban hablando por los rusos, en incluso insinuaron que los soviéticos habían ofrecido hundir al portaaviones británico (con el Príncipe Andrés, que pilotaba un helicóptero Sea King, a bordo), dejando a los británicos y al mundo con la impresión que un submarino argentino lo había hecho.’”
Suena poco creíble, no obstante, que los líderes de la URSS se arriesgasen a hacer estallar la III Guerra Mundial por un archipiélago situado a 15.000 kilómetros y cuyo recurso más valioso eran las ovejas. Pero… ¿Un submarino moderno de la URSS atacando un portaaviones británico? ¿Las 20 600 toneladas de metal del Invincible convertidos en un hotel para pulpos, peces y anémonas? La historia hubiese sido muy distinta.
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