Seis ideas estrambóticas que los soviéticos imaginaron para la colonización del espacio (Fotos)

Ciencia y Tecnología
NIKOLÁI SHEVCHENKO
Para los científicos, artistas y escritores soviéticos, el espacio se convirtió en un tema de inspiración y sueños salvajes de una utopía comunista. A continuación podréis disfrutar (o sufrir) con las fantasías y proyectos más ambiciosos y estrambóticos que los innovadores comunistas imaginaron.

El primer hombre pisó la Luna en 1969. Sorprendentemente, en esta ocasión, los visionarios soviéticos subestimaron las capacidades del desarrollo tecnológico humano. En 1958, una revista soviética Tejnika-Molodezhi (en español: ‘Ingeniería Juvenil’) especuló con que el primer hombre no pisaría la superficie de la Luna hasta finales del siglo XX. Antes de que esto pudiera suceder, la revista pronosticó que los científicos posarían un satélite en la superficie de la Luna (lo que sucedió efectivamente en 1959) y detonarían un arma nuclear en su superficie con fines científicos (obviamente, esto nunca sucedió en la vida real).

El artista soviético Denis Dashkov imaginó una futura estación lunar que se construiría bajo la superficie de la nuestro satélite, para proteger así sus habitantes de los meteoritos y de las temperaturas extremas, que pueden ir de +120°C a -150°C.

Según el artista, la estación funcionaría con baterías alimentadas por energía solar situadas en la superficie del satélite de la Tierra, además de una entrada a la estación a través de un pozo. Según el plan, los exploradores habrían vivido en el nivel superior de la estación, mientras que el aire, los alimentos y otros suministros necesarios se almacenarían en el nivel inferior.

Otro artista, Fiódor Borisov, imaginó que las futuras estaciones lunares tendrían la apariencia de casas esféricas cubiertas por el suelo natural que se encuentra en la superficie de la Luna, con la idea de protegerlas de las severas condiciones del satélite.

El cilindro de O'Neill, un concepto futurista de colonización espacial propuesto por el físico americano Gerard K. O'Neill en su libro de 1976 The High Frontier:Human Colonies in Space (La Última Frontera: Colonias Humanas en el Espacio)  inspiró a los visionarios de la Unión Soviética: muchos de ellos tradujeron y difundieron esta idea en las páginas de las revistas científicas soviéticas.

En particular, Tejnika-Molodezhi describió el diseño del cilindro de O'Neill de la siguiente manera: “Se creará una colonia espacial autónoma para entre 10.000 y 20 millones de personas en forma de dos cilindros conectados de 7,5 kilómetros de diámetro. Su rotación creará una gravedad similar a la de la Tierra. Espacios destinados a la agricultura y la ganadería se crearan dentro de la estación y en los anillos agronómicos exteriores".

La misma revista esbozó el diseño de un proyecto logístico futurista llamado “Centro”. La idea es similar a la que se plasmó en la película de Hollywood de 2012 Desafío Total, un túnel que atraviesa la Tierra y permite el transporte de personas y carga mucho más rápido.

Los escritores soviéticos calcularon que un túnel así podría haber sido construido en 48 años. Si se hubiera llevado a cabo tal obra de ingeniería, el túnel habría permitido viajar por el centro de la Tierra en sólo 43 minutos, debido a las fuerzas gravitacionales que, según los futuristas soviéticos, alimentarían las cápsulas. El proyecto Centro también fue imaginado como un nuevo método de lanzamiento de cohetes al espacio, ya que los soñadores soviéticos pensaron que las fuerzas gravitacionales harían el trabajo mejor que los costosos y (supuestamente) menos potentes motores de reacción.

La idea de un ascensor espacial propuesta por primera vez por el científico de cohetes ruso y pionero de la teoría astronáutica, Konstantín Tsiolkovski, se convirtió más tarde en un atrevido proyecto futurista que apareció en las páginas de la revista Popular Science en 1959. El autor propuso la construcción de una torre de 35.800 km de altura para llevar a científicos y equipo al espacio y, tal vez, lanzar naves espaciales desde lo alto de la torre, resolviendo así el problema de vencer la gravedad de la Tierra. No hace falta decir que este sueño futurista nunca se realizó. En el cine lo hemos visto en la reciente Ad Astra.

El ingeniero soviético Serguéi Zhitomirski, explorando las posibilidades de la colonización del espacio por el hombre, propuso una ambiciosa idea: crear ciudades flotantes en la atmósfera de Venus. Pensó que la tecnología aplicada en la construcción de zepelines y globos aerostáticos podría utilizarse para mantener una serie de estaciones a flote a unos 50 ó 60 km por encima de la superficie de Venus, donde la temperatura y otras condiciones se consideraban cómodas para los humanos. El proyecto fue llamado románticamente “Las islas flotantes de Venus”.

Si estas ideas te parecieron muy locas, pincha aquí para ver los cascos espaciales más raritos vistos en la ciencia ficción soviética.