La ciudad más joven de Rusia, Innopolis, fue concebida como un lugar para que estudiaran los futuros gurús de la tecnología de la información y trabajaran los principales especialistas de la región. Se encuentra a unos 40 km de Kazán y a 800 km al este de Moscú, en la pintoresca orilla del río Volga.
En efecto, la ciudad consta de una universidad que se asemeja a una nave espacial, un campus, un parque tecnológico en forma de “platillo volante”, unos 30 bloques de apartamentos, un complejo deportivo, un centro médico, un par de tiendas de comestibles y varios cafés. En total, tiene una superficie de 2,2 km².
La ciudad fue construida en 2015 con la expectativa de 150.000 residentes, pero hasta ahora solo hay 3.500 personas viviendo aquí, más de 1.000 más que vienen cada día desde Kazán. A principios de 2019, el número de residentes permanentes registrados aquí era de sólo 407.
Incluso cuando todos los estudiantes y viajeros están en la ciudad, las calles parecen vacías: prácticamente no hay tráfico y casi no hay peatones. Entonces, ¿dónde están todos? Resulta que los residentes locales prefieren comunicarse por Telegram, y cuando se aventuran a salir, prueban los coches sin conductor como taxis gratuitos. Sin embargo, hemos conseguido hablar con algunos residentes y averiguar más sobre su vida en esta ciudad fantasma y sobre lo que está sucediendo aquí.
Estudiantes que han decidido cambiar el mundo
En el interior la universidad es aún más impresionante que en el exterior: paredes de cristal, auditorios como flotando en el aire, muchos lugares acogedores con sillones y pufs. Además, los estudiantes ni siquiera tienen que salir: el campus está conectado a la universidad por un pasillo cubierto.
La competencia para llegar a esta universidad es bastante dura: los estudiantes (hay 600 en la actualidad) tienen que pasar por un riguroso proceso de selección, incluyendo una entrevista en inglés ya que toda la enseñanza aquí se hace en este idioma. Después de la graduación, los estudiantes deben pasar al menos un año trabajando en cualquiera de las empresas del Parque Tecnológico.
Daniel Atonge, de 21 años, llegó a Rusia hace 3 años desde Camerún. Primero, pasó dos años en la Universidad Tecnológica Rusa de Moscú, pero luego su amigo le habló de Innopolis, donde podía estudiar en inglés, y decidió mudarse aquí. “Esta universidad está buscando gente que vaya a cambiar el mundo de la informática”, dice, y yo tengo algunos de ellos. Echa un vistazo a su sudadera roja, la hizo él mismo.
“Uno de mis proyectos es el uso de la inteligencia artificial en la ropa. Imagina: quieres ver una imagen en la ropa y puedes simplemente describir tu diseño a una máquina, y la IA imprimirá todo. Una idea como esta podría venderse, digamos, a H&M”, sonríe.
Daniel tiene las mejores calificaciones en todas las materias, como muchos estudiantes de Innopolis. “Hay algunos bares y cafeterías aquí, pero prefiero no pasar el rato por la noche. Necesito aprender”.
Ekaterina Uzbékova tiene 20 años. La alegre pelirroja procede de una pequeña ciudad de Neftekamsk y está entusiasmada con el desarrollo de aplicaciones para iOS.
“Cuando entré en esta universidad, no tenía ni idea de lo que haríamos aquí. Al principio, estaba completamente aturdida por la carga de trabajo y tenía problemas con mi inglés, aunque la barrera del idioma ya ha desaparecido por completo. Estoy estudiando con gente de Francia, Italia, España, EE UU... es genial”. Ekaterina admite que a veces se siente sola: “A veces todos están sentados en sus habitaciones, estudiando y estudiando”. Ella misma acaba de terminar su segundo año y ya ha recibido varias ofertas de trabajo en el Parque Tecnológico.
‘Un lugar ideal para aquellos que aman el trabajo y la paz y la tranquilidad’
El Parque Tecnológico es esencialmente un gran centro de negocios, con oficinas que ocupan varios pisos circulares. Alberga departamentos de TI de los principales minoristas, bancos y otras empresas rusas e internacionales.
“Nos gusta todo excepto el viento”, dice un hombre alto con un traje caro. Ernest Syuch, director de desarrollo de negocios de Indusoft, que fabrica software para la producción industrial, viene aquí en visitas cortas, ya que la sede de la empresa está en Moscú. “Este es un lugar ideal para aquellos que aman el silencio y la concentración porque cualquier lugar aquí está a dos minutos a pie y no hay nada por aquí que te distraiga de tu trabajo”, explica.
“Queríamos abrir una oficina en el centro de innovación de Skólkovo en Moscú, pero no nos gustaba, se trataba de glamour y moda. Mientras que Innopolis se trata de negocios”, dice. - Además, en Tartaristán, las decisiones sobre la ejecución de los proyectos se toman mucho más rápido”.
¿Un paraíso para los locales?
Innopolis también tiene sus residentes permanentes, aquellos que ha venido a trabajar en varias industrias. La mayoría de la gente se muda aquí por el salario: a un especialista en TI se le ofrece un salario comparable al de Moscú, mientras que los gastos de subsistencia aquí son significativamente más bajos que en la capital. Además, muchas compañías pagan alquiler y seguro médico para toda la familia.
Natalia y Alexánder se mudaron a Innopolis en 2016 desde otra ciudad de Tartaristán, Náberezhnie Chelní. Pidieron una hipoteca para comprar un apartamento espacioso (145 m²) de dos dormitorios en un nuevo bloque de pisos. Les costó 7 millones de rublos (110.000 dólares): en Kazán habrían pagado el 50% más y en Moscú un piso como éste les habría costado el triple.
Ambos trabajan en el Parque Tecnológico y les encanta viajar. Son los únicos residentes de Innopolis que alquilan un apartamento en Airbnb. “Hacemos que los estudiantes y los visitantes de la ciudad se queden aquí, aunque hay algunos problemas de accesibilidad, –dice Alexánder.– No paran los trenes, así que la gente tiene que viajar a través de Kazán”. Natalia señala que sus padres también se inspiraron en Innopolis y compraron un apartamento en las cercanías.
La pareja no siente una falta de comunicación, ya que son miembros de docenas de grupos locales en Telegram. Además, si algún residente de la ciudad siente la necesidad de hablar con alguien, puede ponerse en contacto con un servicio de conserjería las 24 horas. Su empleada Snezhana Aléieva dice que reciben las consultas más inesperadas, desde peticiones para “ayudar a abrir la puerta del baño” o “hacer los deberes de mi hijo” hasta preguntas como: “Me voy a Kazán. ¿Necesito llevar un paraguas conmigo?”.
Si alguien encuentra que la comunicación con un servicio de conserjería es demasiado difícil, siempre puede recurrir al conserje virtual Inna, un bot de Telegram desarrollado por estudiantes universitarios.
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