No hay duda de que el T-14 representa una revolución en el diseño de tanques. Esto hace que los aficionados a la tecnología militar de todo el mundo, en especial a los entusiastas de los medios blindados, esperen como agua de mayo el goteo informativo del Ministerio de Defensa ruso sobre este modelo.
Algunos de los datos revelados recientemente lo han sido de mano de Andréi Majnin, ingeniero jefe adjunto del proyecto Armata, quien habló con el canal oficial de televisión del Departamento de Defensa ruso, Zvezda, sobre la ametralladora de 7,62 mm del blindado: “Para facilitar el uso de una ametralladora de 7,62 mm montada en un tanque, desarrollamos un mecanismo de recarga remota. Con él, la parte móvil se instala automáticamente (a la señal del operador)”. Los componentes eléctricos que alimentan este complejo mecanismo están “herméticamente sellados” para evitar cualquier posible contacto con el agua, añadió Majnin. El armamento del Armata también despliega una ametralladora pesada Kord de 12,7 mm, capaz contra la armadura ligera y ciertos tipos de aviones. Se desconoce si la Kord del Armata es operada por el mismo tipo de mecanismo de recarga que su contraparte de 7.62, aunque es poco probable dadas las complicaciones técnicas adicionales involucradas.
Otras mejoras técnicas incluyen un blindaje reactivo explosivo de alto nivel, un cañón autónomo de 125 mm, misiles guiados por láser y haber sido dotado de un alcance operativo de más de 500 km.
No hay duda de que el T-14 representa una revolución en el diseño de tanques. A diferencia, por ejemplo, superando fácilmente a sus homólogos de la OTAN en potencia de fuego, movilidad y capacidad de supervivencia de sus tripulantes.
Sin embargo, esto hace del Armata un tanque caro, al menos en relación con el presupuesto de defensa ruso. Las estimaciones preliminares sitúan el coste de cada T-14 en cuatro millones de dólares por unidad, frente a los seis millones de dólares de los M1A2 estadounidenses. Un precio considerable si se tiene en cuenta el presupuesto ruso, de aproximadamente 60.000 millones de dólares, destinado a financiar un ambicioso programa de modernización de la defensa naval, aérea y de misiles.
Quizás por todo esto, las cifras de producción del Armata están muy por debajo de la estimación inicial del Ejército ruso de disponer de 2.300 unidades para el año 2020. Experto de The National Interest, Mark Episkopos, cree que “una estrategia de exportación preventiva, similar a la que se está intentando con el Su-57 podría potencialmente aliviar una parte de los costos, pero es extremadamente difícil prever si las ganancias de exportación del Armata bastarían para financiar las adquisiciones necesarias para cumplir con la meta de Rusia de equipar al 70% de sus unidades de blindados con T-14”.
Comentaristas rusos, por otro lado, abogan por que el Ejército ruso recorte el costo del Armata sacrificando características superfluas como sus inodoros (sí, el tanque dispone de ellos), al tiempo que, sin perder sus capacidades básicas de rendimiento, afine su proceso de producción haciéndolo eficiente y rentable. De esta manera, dichas capacidades podrían ser ampliadas gradualmente mediante revisiones y cambios a efectuarse durante las próximas décadas.
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