La misión conjunta ruso-estadounidense Venera-D buscará rastros de la presencia de vida en la capa de nubes de Venus, informa Liudmila Zásova del Instituto de Investigación Espacial de la Academia Rusa de Ciencias, que codirige un grupo de trabajo dedicado al proyecto.
“Durante los primeros 2.000 millones de años después de su formación, en la superficie de Venus podría haber existido alguna forma de vida, cuando el joven Sol era menos brillante y el planeta podía estar en la llamada zona habitable”, explicó la experta en una entrevista con la agencia RIA Novosti, precisando que esta zona corresponde a la distancia respecto al Sol que permite la presencia de agua líquida.
Está previsto instalar un microscopio fluorescente a bordo del aerostato estadounidense para detectar compuestos proteicos en las muestras recogidas. Zásova explica que el efecto invernadero calentó posteriormente la superficie del planeta, pero es probable que en las nubes todavía haya formas de vida primitivas.
También subraya que Japón y los países europeos tienen la posibilidad de unirse a la misión si proporcionan equipos. Explica que el país asiático ofrece sus cámaras infrarrojas y ultravioletas, mientras que Italia proporciona dos espectrómetros y Alemania un dispositivo para examinar la cara nocturna de Venus.
Inicialmente estaba previsto que la misión comenzara en 2026, a bordo del lanzador ruso Angará, pero ha sido postpuesta. Como ha explicado la persona de contacto de la Agencia, si se reciben los fondos necesarios en un futuro podrá hacerse en el año 2027.