¿Por qué los coches fabricados en el Imperio ruso no lograron conquistar el mundo?

El Imperio ruso difícilmente podría ser descrito como un líder en la industria automotriz de los primeros años del siglo XX: mientras que Rusia producía 100 vehículos al año, los europeos y los estadounidenses producían la misma cantidad diariamente. Sin embargo, algunos modelos de coches rusos ganaron importantes carreras europeas y fueron los primeros en conquistar el Vesubio.

El primer coche ruso, el Yákovlev-Freze, fue presentado en 1896. Con un peso de 300 kg, su velocidad máxima era de 21 km/h, pero podía funcionar durante 10 horas con el depósito lleno.

En 1899, Rusia fue testigo de la aparición de su primer coche eléctrico. Creado por Ippolit Romanov, recordaba a los antiguos coches de caballos ingleses y podía transportar hasta 17 pasajeros. Su batería podía servir para recorrer 65 km, pero el proyecto quedó estancado.

Los coches de vapor fueron populares en Rusia a principios del siglo XX. Varios prototipos basados en los coches de vapor Stanley americanos fueron diseñados por la fábrica Dux, pero en 1910 esta centró sus esfuerzos en la producción de aviones. 

El diseñador Iván Puziriov soñaba con crear un coche ruso único, que no estuviera influenciado por modelos europeos. A pesar de que su coche Puziriov 28/35 estaba basado en un vehículo americano, la mayoría de sus componentes eran rusos, lo que no era habitual en aquel tiempo. Sin embargo, era tan caro que no logró causar un impacto en la industria automotriz.

Con sede en Riga, el fabricante de automóviles Ruso-Balt fue uno de los pioneros en la Rusia prerrevolucionaria. Su primer modelo, el C-24-30, se convirtió en el más producido, con más de 347 vehículos fabricados.

Los coches Ruso-Balt eran muy populares entre los miembros de la familia real Romanov y los oficiales de alto rango. Se sabe que el primer ministro Serguéi Vitte, el príncipe Borís Golitsin y la gran duquesa María Nikoláievna tenían sus propios vehículos Ruso-Balt.

Sin embargo, el admirador más devoto de esta marca fue el gran duque Konstantín Konstantínovich, que compró tres coches Ruso-Balt. Nicolás II, sin embargo, prefería el Delaunay-Belleville de fabricación francesa.

El modelo S-24 era el más caro de la familia Ruso-Balt. El Estado Mayor del Ejército ruso los utilizó durante la Primera Guerra Mundial, y a menudo se convirtieron en limusinas y coches de carreras.

Los coches Ruso-Balt eran ampliamente conocidos en el extranjero. A menudo ganaron ralis internacionales, como el de San Petersburgo-Monte Carlo en 1912 y 1913, y fueron los primeros vehículos en alcanzar la cima del Vesubio en 1910 durante el rali de San Petersburgo-Nápoles-San Petersburgo.

En 1915, la fábrica se trasladó de Riga a Moscú y después de la Revolución bolchevique fue convertida en una fábrica de tanques. El único coche Ruso-Balt que queda (el K-12-20) puede verse hoy en el Museo Politécnico de Moscú.

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