El arsenal de misiles de alta precisión de Rusia ha aumentado su tamaño 30 veces en los últimos seis años, según anunció a principios de noviembre el periódico Krásnaia Zvezdá, del Ministerio de Defensa ruso. Sin embargo, los militares se han negado a dar cifras exactas sobre el número de misiles disponibles.
Primero, el Iskander
El aumento se debe sobre todo al incremento del número de ojivas del sistema de misiles balísticos tácticos conocido como Iskander-M, capaz de atacar objetivos enemigos a una distancia de 500 km con misiles balísticos y de crucero, incluidos los que están equipados con ojivas nucleares.
Gracias a su impresionante potencia de fuego, el Iskander-M es uno de los pilares de la capacidad de defensa de Rusia. Además, existen planes para mejorar el arma en la próxima década. Las modificaciones se harán principalmente en el sistema de control de lanzamiento, explica Dmitri Safónov, analista militar del periódico Izvestia.
“Los especialistas de la industria de defensa de todo el mundo están trabajando activamente en los medios de guerra electrónica, capaces de desactivar un misil y empujarlo fuera de su trayectoria de vuelo. Así que lo primero será mejorar el funcionamiento interno del misil y el nivel de protección contra las últimas herramientas extranjeras de guerra electrónica”, explica Safónov.
Aunque los analistas creen que posibilidades de derribar un misil Iskander-M son muy escasas, incluso con el desarrollo de nuevas medidas de guerra electrónica y de defensa antimisiles.
“Obviamente no podemos afirmar tajantemente que no pueden ser derribados, pero el Patriot de EE UU y otros sistemas de misiles siguen siendo bastante ineficaces”, afirmó el teniente general Víktor Yesin, asesor del comandante de las Fuerzas de Misiles Estratégicos de Rusia, en una entrevista con Russia Beyond.
¿Qué más?
Junto al Iskander, el escudo de defensa ruso ha sido reforzado con los temibles misiles de crucero Kalibr. Estos “alados monstruos marinos” están en todos los barcos y submarinos más recientes de Rusia.
El radio de ataque de estos misiles oscila entre 300 y 2.600 km. Además, en lugar de seguir una trayectoria balística descendente, el Kalibr vuela hasta el objetivo directamente por encima de las cabezas de las personas.
También es importante la composición interna de los misiles. Los avances tecnológicos de la próxima década permitirán dotar a cada uno de estos misiles de una ojiva cercana a la fuerza explosiva de las armas nucleares, lo que los convierte en un arma de alta precisión, maniobrable y sin contaminación radioactiva. Esto permitirá a las tropas de tierra entrar en la zona de ataque después de que el objetivo sea destruido.
¿Por qué la necesidad de tantos misiles nuevos?
Esta gran renovación del arsenal de misiles de Rusia no está vinculada con los preparativos de guerra.
“Tras la caída de la URSS en 1991, el país pasó por una serie de crisis económicas, poniendo a las fuerzas armadas y al armamento en un segundo plano durante casi 20 años. Sólo a finales de la década de 2000, cuando los precios del petróleo subieron hasta 120 dólares por barril, las arcas nacionales tuvieron suficiente dinero en efectivo como para llevar a cabo una modernización a gran escala del Ejército, que comenzó en 2012 con el nombramiento de Serguéi Shoigú como ministro de Defensa y con la inyección de alrededor de 22.500 millones de rublos (aproximadamente 350 millones de dólares al tipo de cambio actual) en la adquisición de armas y equipos hasta 2020”, afirmó el analista militar de la agencia de noticias TASS, Víktor Litovkin, a Russia Beyond.
Así que no hay nada sorprendente en el aumento repentino del número de misiles en Rusia. El país simplemente está recuperando décadas de tiempo perdido y reparando los agujeros de su armadura.
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