Cómo un médico soviético creó un perro de dos cabezas y popularizó el trasplante de órganos en EE UU

Ciencia y Tecnología
NIKOLÁI SHEVCHENKO
El pionero soviético en el trasplante de órganos ganó fama internacional por sus impactantes experimentos, pero no logró convencer a sus colegas de la URSS

El 11 de abril de 1959, Associated Press publicó una inquietante nota con origen en Moscú: unos médicos rusos habían pegado la cabeza de un cachorro al cuello de un pastor alemán y el perro de dos cabezas se encontraba en buen estado de salud. El público estadounidense, sin embargo sorprendido por estas noticias que les parecían sensacionalistas, no había visto la impactante imagen con sus propios ojos. Solo más tarde las fotos del experimento se harían públicas.

Las imágenes, que a cualquier amante de los animales le parecerían repulsivas, documentaban el innovador experimento de un científico soviético pionero en el campo del trasplante de órganos. Para cuando las noticias del experimento llegaron a la costa estadounidense en 1959, el cirujano Vladímir Démijov, de 43 años de edad en el momento del último experimento, ya había estado realizando trasplantes de cabeza en perros durante 5 años.

Ninguno de los perros previamente operados había vivido más de 6 días. Pirat (pirata, en español), el pastor alemán operado el 11 de abril, demostró ser una excepción, sin embargo. Al perro de dos cabezas le iba bien hasta el momento en que el cirujano le retiró la segunda cabeza 3 semanas más tarde. Mientras tanto, ambas cabezas habían estado reaccionando a todo lo que les rodeaba, incluso lamiendo el agua.

Un corazón por dos horas

Como un hijo de campesino normal y corriente, Vladímir Démijov fue educado originalmente para ser mecánico, antes de matricularse en el departamento de biología de la Universidad Estatal de Moscú. Los recursos de la universidad principal de la URSS demostraron ser un nutriente para su mente que, al parecer, había nacido para ser un investigador médico pionero.

Démijov realizó su primer experimento innovador cuando llevaba aproximadamente dos años de estudios. En 1937, un estudiante de segundo año antes desconocido sacudió a la comunidad médica de Moscú cuando creó un corazón artificial y lo implantó con éxito en un perro. El perro vivió dos horas después de la cirugía, ampliando con ello las posibilidades de investigación del trasplante de órganos, una ciencia apenas estudiada en 1937, pero vital para el mundo médico de hoy día.

Los experimentos posteriores y más audaces de Démijov atrajeron la atención de las comunidades médicas europeas y estadounidenses, donde los escépticos evitaban con prudencia internarse en el tupido bosque del trasplante de órganos, ya que creían que el sistema inmunitario de un paciente rechazaría inevitablemente un órgano trasplantado, haciendo que cualquier experimento en esta disciplina fuera inútil.

Probablemente, este escepticismo general fue la razón principal por la cual el trabajo de un profesor estadounidense de fisiología y farmacología de la Universidad de Washington (St. Louis) el Dr. Charles C. Guthrie, que había realizado un experimento similar al de Démijov en 1908, no fue fuese tomado en serio por sus colegas estadounidenses.

Todo cambió cuando las noticias sobre el éxito de Démijov llegaron a EE UU. En la década de 1960, algunos médicos estadounidenses comenzaban a viajar a la Unión Soviética para aprender sobre las técnicas innovadoras utilizadas por los cirujanos de la URSS. Una de las innovaciones clave, más tarde adoptada en EE UU, Canadá y Japón, fue el uso de grapadoras para comprimir las venas y las arterias durante una operación, lo que reducía drásticamente el tiempo necesario para realizar una cirugía y aumentaba enormemente las posibilidades de obtener un resultado positivo.

Para 1962, el consenso de la comunidad médica de EE UU había cambiado y los médicos estadounidenses, vieron el trabajo del investigador ruso consideraron que eventualmente sería posible trasplantar órganos humanos de forma segura y evitar los rechazos prevalentes causados ​​por el sistema inmunológico de los pacientes.

Obituario conciso

En 1965 Démijov asistió a una conferencia médica donde propuso crear un banco donde los órganos humanos se almacenase para atender las necesidades de los cirujanos. La propuesta futurista, impensable en aquel momento, provocó mucha ira entre los académicos soviéticos que criticaron a Démijov y exigieron que se cerrara su laboratorio.

La intolerancia de sus colegas minó la salud del médico, recordó su esposa más tarde. Aunque Démijov mantuvo un puesto de director en el Centro Republicano de Reproducción Humana del Ministerio de Salud ruso, sus esfuerzos de investigación en trasplantes de órganos disminuyeron y las flores de la fama internacional se marchitaron.

Aquel pionero murió en un pequeño apartamento en las afueras de Moscú en 1998 a la edad de 82 años. El verdadero valor de sus experimentos, que fueron observados con recelo por las élites médicas soviéticas, fue reconocido por el estado ruso al final de su vida. Démijov recibió la Orden al Servicio por la Patria en 1998, el mismo año de su muerte. Sin embargo, el mejor reconocimiento del trabajo del legendario médico soviético es el de las innumerables vidas que el trasplante de órganos ha permitido salvar.