Ser marciana en la Tierra: tribulaciones de una aspirante a exploradora espacial

Para vivir la experiencia de habitar en otro planeta no es necesario abandonar la Tierra. Ocho vuelos y unos pocos años de preparación me llevaron al lugar más aislado del mundo. Cada expectativa puede desaparecer cuando te enfrentas a esta tierra hostil, pero hermosa.

Mi espacio personal se redujo a un cuarto de dormir de tres metros de largo y un metro y medio de ancho. Los colores del paisaje fuera de la base también eran limitados y variaban de gris, blanco y marrón a naranja y verde pálido. No me molestó mucho, después del clima de Moscú con casi diez meses de nieve, lluvia y niebla.

Estoy en Devon Island en el norte de Canadá y esta parte de nuestro planeta es uno de los más cercanos al ambiente de Marte. Devon tiene un cráter de meteorito, ambiente de permafrost, depósitos de yeso y clima desértico. Otro lugar parecido a Marte está en el desierto de Utah en los Estados Unidos. Estas estaciones de investigación de Marte fueron construidas por la organización estadounidense sin fines de lucro Mars Society en ambos lugares. Simulan Marte para servir de lugar de entrenamiento para los primeros astronautas que visiten este planeta.

Cómo vivir en Marte

A pesar de que el planeta rojo ya está “poblado” por robots, todavía necesita la herramienta más eficiente y versátil para la exploración: un ser humano. Mientras que las agencias espaciales y las empresas privadas trabajan en cómo llegar hasta allí, la Mars Society trabaja en cómo vivir allí.

Hace pocos años, la Mars Society anunció una convocatoria abierta para voluntarios necesarios en una larga misión de simulación analógica de Marte. Sólo ocho soñadores de entre los miles de candidatos llegaron a la final. Mi nombre es Anastasía Stepánova, una ciudadana rusa, y una de las personas elegidas.

Después de tres meses de simulación en la Estación de Investigación Mars Desert en el sur de Utah en 2016 pensamos que estábamos preparados para la corta misión de un mes en el Ártico. Sin embargo, la realidad fuemás difícil de lo que esperábamos. Las dificultades aparecieron incluso antes del inicio de la simulación. Porque en el Ártico el único gobernante es el clima.

A finales de junio de 2017 nuestra tripulación llegó a Resolute Bay, una pequeña isla de Nunavut (Canadá) con una población de 200 personas. Los 90 minutos de vuelo que tenía que llevarnos al siguiente punto de nuestro viaje se alargaron hasta tres semanas esperando que las condiciones del suelo mejoraran. Dado que la isla de Devon es salvaje y aislada, no hay pista de aterrizaje adecuada para el avión. Aquellas tres semanas se convirtieron en el día de la Marmota. La moral de la tripulación fue probada y creció la ansiedad. Finalmente llegamos a nuestro destino en dos grupos - el 15 y 16 de julio.

Encuentra señales de vida y no te mates por ellas

Flashline, la estación de investigación de Marte Arctic se encuentra en el borde del cráter Haughton de 39 millones de años de antigüedad. Es muy similar al cráter Endeavour en Marte y está bien conservado debido al clima frío y relativamente seco, lo que hace que sea un sitio especial para trabajar. El objetivo principal de nuestra misión era el mismo que sería en la misión real en Marte: encontrar restos de vida o a la vida misma.

Junto con los beneficios de la investigación de campo en este entorno único, los científicos de la tripulación se enfrentaron a los riesgos de encontrarse con un oso polar, la congelación, la hipotermia y más. Imagínese escalar colinas, cavar en el suelo, el muestreo, etc, siempre vigilando a los osos polares y vistiendo un traje espacial en todo momento.

El relieve topográfico alrededor de la estación es en su mayoría bajo y consiste en calizas rojas y marrones que son bastante afiladas y pueden causar una herida desagradable en caso de caída. Al principio, todo parecía muerto, pero después de algunas exploraciones encontramos flores de draba amarillas y planas; algunos líquenes blancos; verdes colonias de microorganismos "hipolitos" que viven debajo de casi cada piedra caliza y fósiles de 450 millones de años de antigüedad. Todos esto justo fuera del Hábitat (así es como llamamos a nuestra nueva casa). Más profundamente en el cráter, un paisaje extraño excitaba la imaginación.

Recursos limitados

Durante los siguientes 30 días tuvimos que jugar a los marcianos. Los recursos eran estrictamente limitados. La única manera de salir al exterior era llevando un traje espacial y una pistola, gracias al riesgo cotidiano de encontrarse con un oso polar que estaría interesado más en comer que en nuestros juegos de exploradores marcianos.

Para los terrícolas nuestra vida aquí parecería "sufrida y aburrida", pero no fue el caso. Todo se trata de percepciones. Los seres humanos son muy talentosos en la adaptación a las condiciones circundantes. Y eso fue lo que hicimos.

¿Te has distraído alguna vez mirando simplemente las notificaciones de Facebook en tu teléfono? Bueno, aquí no podíamos darnos el lujo de preocuparnos por Internet: sólo queríamos estar calientes, cocinar algo de comida y recargar nuestros dispositivos vitales.

Si algo se rompía, tuvimos que arreglarlo con recursos mínimos y principalmente con la ayuda de nuestros cerebros, porque en Marte se necesitaría un mínimo de un mes para que llegue suministro desde la Tierra.

Comida para un astronauta

La comida es limitada no sólo en cantidad sino en diversidad. Aunque gracias a la comida espacial rusa de Space Food Laboratory pudimos disfrutar de algunas deliciosas. La tripulación siempre tenía ganas de estas comidas especiales y disfrutamos de los sabores de la cocina rusa. Generalmente lo hacíamos dos veces por semana.

Aquellos menús constaban de tres platos: sopa, carne y postre. Borshct, harcho, rassolnik, y sopas de alazán nos llegaba en tubos. Uno los ponía en agua caliente y en 10 minutos, estaban listos para comer. De segundo había lengüeta de carne con aceitunas, pollo con ciruelas pasas, o ternera con verduras envasadas en latas de aluminio. En cuanto al postre, requesón con diferentes sabores: manzana, grosella negra o espino cerval de mar.

Aparte de la consumir comida espacial, tuvimos que cocinar alguna vez. Horneamos pan en una panificadora, hicimos panqueques cocidos, arroz, pasta con conservas de atún, verduras o jamón enlatado. La creatividad nos salvó de las comidas repetitivas.

Nuestro oficial ejecutivo Yusuke era todo un maestro en experimentar con la comida. Un día cocinó algo durante cuatro horas y lo llamó "agua roja". Contenía: frijoles, tomates en conserva en cubitos, leche de coco, miel, sosa de soja, curry en polvo, pimienta, cebolla deshidratada, leche en polvo, queso parmesano, ajo y jengibre en polvo, nueces trituradas pedazos de chocolate, pasas, un poco de harina y muchas especias diferentes. Con arroz. Un sabor poco común, pero estaba bueno.

Rutina diaria del espacio ártico

Nuestra rutina diaria consistía en realizar muchas tareas que parecían incómodas para cualquier urbanita. Por ejemplo, aprovisionarse con agua de los ríos a unos cientos de metros de la estación. En primer lugar, el vigilante armado comprueba que no haya osos en los alrededores, luego enganchamos el remolque a uno de los ATV y nos dirigimos hacia el caudal fluvial. Mientras dos personas llenaban los bidones con agua, la tercera se mantenía en alerta ante posibles amenazas.

Quemar la basura y nuestros excrementos en el incinerador era otro momento emocionante de nuestro día a día. Sí, hicimos nuestras necesidades fisiológicas de manera muy diferente a como lo hacemos en casa. Debido a la necesidad de preservación de la naturaleza salvaje en la isla, teníamos que seguir estos pasos: hacer el pis en un embudo especial que estaba conectado a un barril fuera. Cuando estaba lleno, se cargaba en el avión y se llevaba por aire fuera de la isla.

En cuando a las aguas mayores, primero se saca una pequeña bolsa plástica de basura, la colocamos en el inodoro, hacemos de vientre, cerramos la bolsa de plástico con las golosinas dentro y la ponemos en un barril de caca especial. De allí lo llevamos al incinerador para quemar. Fácil, ¿verdad? No es tan asqueroso como parece. En Marte los astronautas deberán usar la orina para extraer agua y lo excrementos como fertilizante. Pero aún no lo hemos conseguido.

Tiempo libre

Las Actividades Extra Vehículo o trabajar fuera vistiendo el traje espacial toma gran parte de nuestro día y usualmente dura de dos a cinco horas. Añada a estas pocas algunas horas más para cocinar, escribir informes y trabajar en el laboratorio de ciencias y se acaba su tiempo del día marciano. Bueno, no del todo…Veíamos dos veces a la semana una serie de televisión de una hora llamada "Expanse" y una película en nuestro día libre. Algunas personas leen libros, se dedican a la fotografía e incluso cantan.

Escuchar música alegre en mis auriculares mientras daba un largo paseo en la bicicleta estática delante de la portilla grande, que ofrece una vista asombrosa del cráter de Haughton, era mi pasatiempo favorito. ¿Dónde más en el mundo se puede trabajar y observar un cráter de 39 millones de años?

***

Todo puede sonar como si estuviéramos en la jaula con barras invisibles, pero en realidad éramos más libres que muchos terrestres. Sin problemas, sin dinero, sin presión social, sin política, sin tráfico, sin sufrimiento. Cuando lleguemos a Marte, vamos a explorar esta forma de vida más todavía.

Comencé esta misión como periodista del equipo y lo terminé como oficial de salud y de seguridad y ayudante del microbiólogo. La multitarea en Marte será crucial y la usaremos todos los días.

La experiencia que he adquirido durante estos meses me ha hecho más confiada en la capacidad de los seres humanos para aprender rápido, reaccionar productivamente, trabajar duro y hacer frente a casi todo por un gran objetivo. Esta es la motivación que despertará la su fuerza interior y le ayudará a lograr cosas con las que nunca soñó antes.

El equipo (cuadro)

Las personas que toman parte en la misión Marte 160 son de distinta procedencia:

Alexandre Mangeot - comandante de la tripulación (Francia)

Yusuke Murakami - oficial ejecutivo de la tripulación (Japón)

Jonathan Clarke - geólogo del equipo (Australia)

Claude-Michel Laroche - ingeniero del equipo (Canadá)

Paul Knightly - geólogo de la tripulación (EE UU)

Annalea Beattie - artista y escritora del equipo (Australia)

Anushree Srivastava - biólogo del equipo (India)

Anastasía Stepánova - periodista de equipo, oficial de salud y seguridad (Rusia)

Shannon Rupert - equipo de reserva (EE UU)

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