Joven recorre el trayecto de San Petersburgo a Moscú...en patinete

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Unas piernas fuertes, la amabilidad de la gente y la sencillez son la clave del éxito en un viaje de 730 km.

“¿Qué por qué lo he hecho? ¿Y por qué no?”, responde el joven Alexander Rendakov, que en julio recorrió en un pequeño patinete los 730 kilómetros de la carretera que une  San Petersburgo y  Moscú. Por el camino, Alexander tuvo tiempo para lesionarse, dormir en aldeas abandonadas, beber licor casero con un electricista y deshacerse en lágrimas en la Plaza Roja.

Por qué un patinete

Rendakov se mueve en patinete desde hace tiempo y forma parte del movimiento de patinadores urbanos “Let’s kick”. Fue gracias a este inusual pasatiempo que Rendakov se despegó del ordenador y comenzó a llevar una vida más activa.

Un año antes de su viaje a Moscú, hizo un pequeño ensayo y fue desde San Petersburgo hasta su ciudad natal, Slantsi, situada 180 kilómetros al oeste de la capital del Nevá.

El viajero tropezó a toda velocidad con un agujero poco visible, se dislocó el hombro y acabó empapado por la lluvia con aspecto, según sus propias palabras, “parecido al de un mártir”. Al llegar a la ciudad, el patinador, muerto de cansancio, recorrió en círculos a propósito unos 20 kilómetros más: quería recorrer exactamente 200 kilómetros. Al volver a casa, Rendakov calificó este viaje de “idiotez total”. Pero al poco tiempo comenzó a prepararse para una aventura mucho más importante: el viaje a Moscú.

La partida hacia Moscú

A Rendakov le entraron ganas de visitar la capital después de leer la novela de aventuras postapocalítpica Metro-2033. En invierno el viajero se decidió. Dejó su trabajo como conductor de maquinaria y comenzó a planear su aventura moscovita.

“Yo, como muchos compañeros, estábamos en contra, pensábamos que era una aventura demasiado peligrosa y que Sasha estaba sobrestimando sus fuerzas”, comenta Alexander Guskov, responsable del movimiento “Let’s kick”. “Pero estaba claro que no pensaba renunciar a su idea”. Según quedó claro más adelante, Rendakov había incluso subestimado sus fuerzas: llegar a Moscú le llevó seis días y no una semana, como había previsto.

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El patinador llevaba una tienda de campaña, una chaqueta, una batería para su teléfono, un impermeable, ruedas de repuesto y herramientas por si tenía alguna avería. El 21 de julio Alexander salía de San Petersburgo por el arcén asfaltado de la carretera M-10 hacia Moscú. “Estaba eufórico, tenía la sensación de estar cumpliendo un sueño”, recuerda el viajero.

Por el camino

Rendakov patinaba entre 10 y 12 horas al día. Por el camino no llevaba ni siquiera un reproductor de música, de modo que se dedicó a matar el tiempo pensando y filosofando. Pasaba las noches en aldeas abandonadas junto a la carretera.

Algunas de ellas resultaban no estar abandonadas, de modo que se veía obligado a contar a los incrédulos campesinos la historia de su viaje. “En las aldeas me tomaban por tonto”, reconoce. “Pero me ayudaban, siempre salían a mi encuentro”. Muchos le daban de comer y le ofrecían un sitio para dormir. Y en la aldea Vydropuzhsk (a 250 km al norte de Moscú) Alexander estuvo charlando y bebiendo licor casero con un electricista local.

Durante los seis días de viaje, Alexander gastó solamente 3000 rublos: unos 7 euros al día. La ropa la lavaba en agua de lluvia, se alimentaba a base de bayas silvestres y frutas. La mayor parte del dinero se la gastó en alimentos ricos en calorías y en agua potable.

¡Hola, Moscú!

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El 26 de julio Rendakov entraba en Moscú. De su euforia inicial no quedaba ni rastro: le dolía todo el cuerpo y tenía una sed mortal. Antes de llegar a la meta, el exhausto viajero fue acorralado por varios periodistas: sus compañeros de “Let’s kick” habían hecho promoción de su viaje.

“Me siento halagado y colérico a la vez. La sensación es similar a cuando te piden el DNI en la caja”, se queja Alexander. La Agencia Federal de Tráfico también supo de este inusual viaje y prometió al viajero entregarle una condecoración como recuerdo de esta “hazaña única en patinete”.

Rendakov todavía no está preparado para emprender nuevas aventuras, aunque tiene la idea de viajar en patinete hasta Sebastopol (Crimea). Pero esto no sucederá por lo menos hasta 2018, cuando finalice la construcción del puente de Crimea. Además, por ahora necesita un descanso.

Y ¿cuál ha sido tu viaje inolvidable?

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