La economía rusa ya no se encuentra en recesión. Así lo aseguran el Servicio de Estadísticas de Rusia (Rosstat), el Ministerio de Economía y el Banco Central.
La caída económica comenzó en el primer trimestre de 2015 y, según Rosstat, continuó durante siete trimestres seguidos. Se considera que la recesión termina cuando se registra un crecimiento económico durante dos trimestres seguidos, por lo que, considerando los resultados no demasiado buenos de los primeros dos meses de 2017, por ahora es pronto para decir con seguridad que la economía de Rusia ha iniciado el crecimiento. Tampoco hay razones fiables para asegurar que la recesión continuará. La palabra más apropiada para describir el estado actual de la economía rusa es “estancamiento”.
El estado natural de la economía es el crecimiento. La economía es como un organismo vivo e incluso en situaciones de recesión existen sectores y empresas que crecen. Si observamos la historia de los últimos 30 años, el número de países que han sufrido una recesión durante más de dos años seguidos (sin haber pasado por una guerra contra otros países o guerras civiles) se cuenta en dos decenas de episodios. Por eso no es nada sorprendente que en la economía rusa se encuentren cada vez más signos de recuperación.
Los estudios más recientes de Rosstat demuestran que la pequeña empresa ha sobrellevado la crisis mucho mejor y que su aportación a la economía ha crecido. La agricultura rusa crece de forma estable desde 1999, y la buena cosecha del año pasado ha dado impulso a este sector. La subida de los precios mundiales del carbón ha provocado una drástica subida de la exportación rusa y ha mejorado los resultados del transporte ferroviario.
El programa de rearme del ejército, que recibe una generosa financiación estatal, mantiene a las empresas de la industria militar trabajando a toda marcha. El índice de consumo, que llevaba dos años cayendo, parece que ha comenzado a subir, o eso parece demostrar el aumento de los créditos al consumo. La paga extra de las pensiones del mes de enero también ha contribuido al aumento del consumo.
Sin embargo, los signos de recuperación por ahora no se han transformado en una subida general de la economía, y en algunos de los sectores clave siguen registrándose tendencias críticas. La venta de automóviles nuevos sigue cayendo desde 2013. Los volúmenes de la construcción de viviendas también llevan un año y medio reduciéndose y la decisión del gobierno de anular la bonificación de los intereses de los créditos hipotecarios ha provocado una notable caída de la demanda. Aunque el Banco Central declara que el crecimiento de la inversión se ha recuperado, los volúmenes de producción e importación de productos a Rusia no muestran signos de crecimiento.
Además, la política monetaria extremadamente austera del propio Banco Central, que mantiene su tasa de interés en un nivel de alrededor del 10 % con una inflación actual que supera ligeramente el 4 % anual, está provocando una grave caída de la demanda de créditos en el sector real de la economía.
Tras la crisis de los años 2007-2009, durante dos años la economía rusa creció a un ritmo que supera el crecimiento de la economía mundial, pero después la tendencia pasó a ser negativa.
Durante los últimos cinco años el retraso se ha acumulado tanto que la economía de Rusia solo logrará recuperar lo perdido si durante los próximos años su ritmo de crecimiento supera el crecimiento de la economía mundial en un 1 % anual [según el Banco Mundial, en 2016 la economía mundial creció en un 2,3 %, nota de RBTH].
Sin embargo, el gobierno ruso no puede anunciar un pronóstico tan optimista como este. Las últimas valoraciones del Ministerio de Economía estiman un crecimiento de entre un 1,5 y un 2 % durante los próximos tres años, y las oportunidades de acelerar el crecimiento dependen de una serie de reformas estructurales que los expertos todavía no han identificado y el gobierno todavía no ha aprobado.
En este contexto, la tarea que se ha impuesto el presidente Putin (conseguir un crecimiento que supere al de la economía mundial en 2020) parece extremadamente ambiciosa. Ni siquiera un as en la manga como lo son para Rusia los precios mundiales del petróleo podrán jugar en esto un papel decisivo: su subida de 12 dólares por barril podría añadir un 1 % al crecimiento de la economía rusa, pero ningún experto se arriesga a asegurar que los precios del petróleo vayan a recuperar el nivel de los 100 dólares por barril.
Hoy en día, las esperanzas del gobierno ruso de reactivar el crecimiento económico están centradas en el programa de reformas estructurales que prepara un grupo dirigido por Alexéi Kudrin. El programa debía presentarse al gobierno en mayo, por lo que cabe esperar que se publique próximamente. En unas semanas sabremos si el antiguo ministro de finanzas ha sido capaz de conseguir la receta del progreso económico.
Serguéi Alexáshenko es investigador sénior de la Institución Brookings. En 1993-1998 fue viceministro de finanzas y vicepresidente del Banco Central de Rusia.
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