¿Quién gana y quién pierde con el levantamiento de sanciones a Irán?

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Dmitry Divin
La retirada de las sanciones a Irán ha iniciado una ola de especulaciones sobre una nueva reformulación del espacio de Oriente Próximo. Sin embargo, no hay que exagerar este acontecimiento.

A Irán no se le han retirado todas las sanciones, sino únicamente las que afectan a su programa nuclear y poseen una verdadera relevancia económica de primer nivel para el país.

En el plano político Irán no ha logrado un avance considerable en sus relaciones con EE UU, y la confrontación entre estos dos países no ha desaparecido del todo. Esto significa que en un futuro próximo no habrá una reformulación del espacio de Oriente Próximo.

La importancia delreciente acuerdo nuclearestriba en el hecho de que ha provocado un cambio en el equilibrio de fuerzas dentro del modelo existente. Algunos países han logrado reforzar sus posiciones, mientras que otros han acabado todavía más aislados.

Qué ha conseguido Asad

El principal beneficiario de la salida de Teherán de las sanciones (además de Irán y EE UU, evidentemente) ha sido el régimen de Bashar al Asad. Junto con elinicio de la operación de las fuerzas rusas, el acuerdo nuclear no solo ha reforzado el régimen oficial en Damasco, sino que ha eliminado la posibilidad de que el gobierno de Asad quede fuera del orden del día.

En la guerra civil siria se ha producido un cambio definitivo. Conscientes de la inevitabilidad de la victoria de Asad, algunos comandantes se muestran más activos en sus negociaciones con Damasco, incluso al margen del formato de Ginebra.

El principal perdedor

Arabia Saudí, que de algún modo intenta romper el proceso de negociaciones y alargar la guerra civil siria, este no es el único obstáculo relacionado con la retirada de las sanciones a Irán.

Riad puede considerarse como la principal perdedora del acuerdo nuclear. Este país ya no cuenta con las garantías de seguridad que le brindaba EE UU. Cada vez más políticos saudíes toman consciencia de que Washington está cansado de la política contraproducente de Riad. Y los países del Golfo, considerados como los vasallos de Arabia Saudí, también son conscientes de ello. Por esta razón, algunos de ellos están empezando a tantear la posibilidad de pasarse al bando ganador.

El primero en ceder ha sido Catar. A mediados de enero, el emir Tamim viajó a Moscú para negociar con Vladímir Putin el precio de un posible cambio de opinión de Doha respecto al proceso de paz en Siria.

En estos momentos, Arabia Saudí no está logrando ninguna victoria relevante en materia de política exterior, de modo que el resto de países de la región podrían seguir los pasos de Catar. Y el problema para Riad consiste en que no puede contar con la más mínima perspectiva de victoria en ninguno de los frentes de una “guerra fría” contra Irán.

Los miedos de Rusia

En lo que respecta a los intereses rusos, la salida de Irán de las sanciones provoca sentimientos encontrados a Moscú.

Por un lado, el retorno del petróleo iraní a Europa y la posible presencia de gas iraní en el Viejo Continente pueden ocasionar serios problemas a la economía rusa.

Si los iraníes planean realmente duplicar su exportación de oro negro (desde el millón de barriles actual hasta 2 millones en otoño) y Arabia Saudí cancela las medidas para el aumento del precio del petróleo, el presupuesto ruso se verá gravemente perjudicado.

Además, la entrada de compañías europeas en Irán (liberadas de la espada de Damocles de las sanciones estadounidenses por colaborar con la república islámica) complicará la actividad de los empresarios rusos.

Serán Europa y China, y no Rusia, quienes dominen en el mercado iraní. Finalmente, Moscú teme que la normalización de las relaciones entre Irán y Europa reste relevancia a las relaciones especiales que Teherán mantiene con Rusia.

Jugar las cartas adecuadamente

Sin embargo, estos miedos son algo exagerados. Si Moscú juega sus cartas adecuadamente, la salida de Irán de las sanciones no solo provocará la consolidación de las relaciones políticas entre Rusia e Irán, sino que también reforzará considerablemente la posición del Kremlin en Oriente Próximo. Para ello es necesario ocupar una postura neutralen el conflicto entre Arabia Saudí e Irán y proponer la colaboración entre ambas partes.

Moscú debe colaborar con Irán en Siria y al mismo tiempo vender armas a los aliados saudíes para incrementar su potencia política y militar. En ese caso, tanto Arabia Saudí como Irán comprenderán que ninguno de ellos tiene una relación exclusiva con Moscú y no se atreverán a entrar en un conflicto con Rusia, que podría pasarse al bando enemigo.

En una situación ideal, Moscú puede incluso desempeñar el papel de mediador en el conflicto entre Irán y Arabia Saudí, algo que elevaría definitivamente a Rusia al nivel de las grandes potencias.

Gevorg Mirzayan es corresponsal para Expert Magazine e investigador del Instituto de Estudios sobre Estados Unidos y Canadá de la Academia de Ciencias de Rusia.

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