Lujo y pobreza comparten piso: apartamentos comunales de San Petersburgo

Buena parte de los habitantes de la “capital del norte” rusa no viven en apartamentos al uso, sino en palacios –en rigor, expalacios-, conocidos como kommunalka o apartamentos comunales. Maxim Kosmin, bloguero y fundador de la comunidad online Old Fund, retrata la vida cotidiana de estos interiores imperiales

San Petersburgo cuenta con el mayor número de apartamentos comunales en Rusia. Estos gigantescos inmuebles de múltiples habitaciones y con galerías, cocinas y baños compartidos, se encuentran en cada esquina de la ciudad.

Fuente: <a  data-cke-saved-href="https://www.instagram.com/maax_sf/" href="https://www.instagram.com/maax_sf/" target="_blank">Maxim Kosmin</a>Fuente: Maxim Kosmin

“Las kommunalki aparecieron por primera vez con Pedro el Grande”, cuenta el historiador Yuri Kruzhnov en una entrevista con The Village. “Cuando San Petersburgo estaba siendo levantada no había suficientes hoteles, así que la gente rica empezó a construir viviendas para alquilárselas a los recién llegados. Aquellos fueron, literalmente, los primeros apartamentos comunales.”

Después de la revolución de 1917, los bolcheviques tomaron las propiedades de los ricos y las convirtieron en apartamentos colectivos: segregaron los espacios interiores y ampliaron el número de habitantes por apartamento, embutiendo tantas familias como fuera posible. Desde entonces, los muros se han movido tantas veces, que hoy no es raro ver los restos de un techo tallado en madera reutilizados en un simple armario.

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La comunidad de Old Fund se dedica a coleccionar y postear online estos interiores del San Petersburgo prerrevolucionario. “Es bastante probable que muchos apartamentos terminen en manos ignorantes, por eso nuestras fotos pretenden preservar la memoria del pasado”, explican los miembros del proyecto.

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Al fundador del proyecto, Maxim Kosmin, le encantan los interiores de los apartamentos comunales, son un auténtico hobby para él. Después de criarse en un piso normal de las afueras, hace algunos años decidió mudarse a una kommunalka, porque quería vivir en un edificio de techos altos.

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“Visité el primer apartamento comunal hace un año. Eso fue seis meses después de empezar a coleccionar fotos de páginas web de inmobiliarias”, dice Maxim. “Comencé a hacerlo cuando me di cuenta de que los interiores petersburgueses no habían sido estudiados en absoluto y que los mejor conservados estaban precisamente los apartamentos compartidos”.

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"Los interiores de estos apartamentos comunales son los mejor preservados porque los inquilinos prevén mudarse a otro lugar y, por ello, no les hacen ninguna remodelación”, dice Maxim. “Renovar” en Rusia normalmente implica arrasar con lo que hay y reconstruir de cero. Lógicamente, muchos detalles están muy deteriorados por este modelo de vida en común. Pero el “euroremont” (reformas al estilo europeo) los destroza aún más, dice.

Fuente: <a  data-cke-saved-href="https://www.instagram.com/maax_sf/" href="https://www.instagram.com/maax_sf/" target="_blank">Maxim Kosmin</a>Fuente: Maxim Kosmin

Maxim localiza estos pisos de diversas formas, incluyendo anuncios de inmobiliarias y carteles en fachadas. A veces es la propia gente quien le manda fotografías de sus casas. “Si me topo con una ventana preciosa de marcos antiguos, significa que detrás puede haber interiores dignos de ver. Entonces intento conseguir que los residentes me dejen pasar”, dice Maxim. “Lo más frecuente es que sí me den permiso. En las kommunalkas viven muchos “camaradas” habladores que están deseando engancharte.”

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Maxim busca y postea en Instagram fotografías de hornos vintage, molduras de techos, antiguos salones de baile y puertas tapiadas. Por ejemplo, los interiores de uno de los kommunalkis más famosos de San Petersburgo, en la calle Suvorov 11, data de 1904. Según The Village, es posible que esta finca albergara en su día un teatro. Los inquilinos dieron por hecho que las preciosas molduras de sus techos eran de madera tallada, pero hace algunos años se desprendieron y resultó ser yeso de París.

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A veces Maxim ofrece recorridos por los apartamentos comunales más bellos de la ciudad. Solo se puede reservar vía Instagram. Los itinerarios y puntos de encuentro se mantienen en secreto, así como las direcciones de los edificios abandonados de interiores palaciegos, con el fin de proteger de los saqueadores sus vidrieras y chimeneas antiguas.

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El proyecto Old Fund alardea de las muchas kommunalkas que tuvieron inquilinos famosos. Por ejemplo, el propio Rasputín tuvo uno de esos pisos. No se conserva ningún estuco maravilloso, pero bajo las capas del papel tapizado de este austero apartamento, se encontraron varios periódicos prerrevolucionarios.

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Uno de los elementos históricos que se han mantenido intactos en este apartamento es la puerta trasera por la que salieron Rasputín y su asesino, Felix Yusupov. Hace un siglo, en la noche del 31 de diciembre de 1916, ambos la atravesaron en dirección al Palacio Yusupov sobre el río Moika. Unas horas después Rasputín fue asesinado.

Tras la revolución, el piso de cinco habitaciones de Rasputín fue convertido en una kommunalka, que hasta el día de hoy continúa llena de inquilinos. Según Maxim, el último residente compró su habitación precisamente por el vínculo con Rasputín. Se trata de un artista que pinta retratos del monje loco en el apartamento.

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“Las kommunalkas desarrollan un cierto tipo de psicología. No es raro que su gente finalmente decida no mudarse porque necesita la compañía y la interacción propias de una vida así o, incluso, los enfrentamientos y la adrenalina”, dice el historiador Yuri Kruzhnov. “Pero actualmente la mayoría de sus habitantes tiene una mala actitud hacia las kommunalkas”.

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