“El buen sabor salvará al mundo”, dice con una sonrisa pícara Viktor Beliáyev parafraseando la famosa cita de Dostoievski sobre el poder de la belleza. El que fuera cocinero del Kremlin entre 1975 y 2008 visitó ayer Madrid, en el marco de las Jornadas Gastronómicas Rusas que se celebran esta semana entre la capital y Barcelona.
Por la mañana el embajador Yuri Korchagin, junto con otros diplomáticos y miembros de la Organización Mundial de Turismo inauguraron las jornadas en la embajada de Rusia. Por la tarde, Beliáyev dirigió una amena clase magistral sobre cocina rusa en la que no faltaron las historias y curiosidades.
Durante más de tres décadas Beliáyev cocinó a los políticos más importantes del mundo, desde Margaret Thatcher hasta Fidel Castro o Juan Carlos I, entre muchos otros. Actualmente es profesor en la Universidad Plejánov y dirige la Asociación de Cocineros de Rusia. Además de tener buena mano, al experimentado cocinero le gusta contar historias.
Explica los gustos de los dirigentes soviéticos como si se tratara de épocas históricas. Dice del ucraniano Brézhnev que le encantaba el borsh y la buena carne y que muchos viernes por la tarde iba a la cocina y pedía patatas fritas y arenque. Gorbachov, en cambio comía poco, obligado por Raísa a mantener una dieta estricta. Mientras que a Borís Yeltsin le encantaba comer y beber, como suele ser típico de la gente de los Urales. Cuenta incluso que hubo ocasiones en las que ponían agua en las botellas de licor del primer presidente de Rusia. Dice que en las recepciones soviéticas el menú se calculaba según raciones de 4 kg por persona y que sobre todo se bebía vodka y cognac.
/ servicio de prensa
La situación ha cambiado considerablemente. Desde la llegada de Putin al poder, al que por cierto, le encantan los helados de cualquier sabor, las recepciones son más comedidas. Hay un primer plato, un segundo caliente y postre y la bebida más habitual es el vino, procedente de viñedos rusos.
Sin tener que llegar al nivel de una recepción estatal, en las jornadas también se podrá degustar auténtica comida rusa. El viernes por la noche hay una cena de comida regional en el Hotel Meliá Barcelona Sarrià. También habrá una jornada de cocina para niños y una mesa redonda dedicada a la cooperación en el ámbito de los negocios de los restaurantes, así como una exposición sobre rutas gastronómicas por las regiones de Rusia. El objetivo, además de promocionar los productos, es acercar una gastronomía todavía bastante desconocida en España.
La comida sirve para explorar culturas, relajar tensiones y disfrutar. Beliáyev recuerda con humildad que tras cocinar delicados filetes de perdiz, enormes esturiones y el más delicado caviar, su plato preferido es un filete de carne con patatas. Y lo mismo ocurre con los mandatarios...porque al fin y al cabo todos tenemos las necesidades muy similares.
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