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La revuelta en el Este de Ucrania comenzó tras el golpe de Estado ocurrido en febrero de 2014, cuando el Euromaidán destituyó al presidente Víktor Yanukóvich. Los habitantes de estas regiones, con estrechos vínculos con Rusia, temían un aumento del sentimiento nacionalista y la prohibición de la lengua rusa. Tras la reunificación a Rusia de Crimea, los activistas prorrusos de las regiones de Donetsk y Lugansk se alzaron en armas y tomaron bajo control una serie de ciudades.
Valeriy Melnikov / RIA Novosti
Como resultado, en verano de 2014 en el sudeste de Ucrania se desató una guerra entre las Fuerzas Armadas de Ucrania y los rebeldes de las autoproclamadas repúblicas populares de Donetsk y Lugansk (RPD y RPL).
Gennady Zhinkov / TASS
En agosto de 2014, en un contexto de ataques a la RDL y a la RPL, Ucrania decidió comenzar el diálogo diplomático. El 5 de septiembre, en la capital de Bielorrusia, los representantes de Rusia, Ucrania, la RPD y RPL, y un observador de la OSCE firmaron el Protocolo de Minsk (Minsk-1), en el que se acordó un alto el fuego y el intercambio de prisioneros.
Ucrania prometió llevar a cabo una descentralización y aceptar una ley sobre “el estatus especial” de las regiones de Donetsk y Lugansk, controladas por los rebeldes.
Valeriy Melnikov / RIA Novosti
Minsk-1 no llevó la paz a la región del Donbass y durante todo el otoño de 2014 ninguna de las partes cesó el fuego completamente. Hubo escaramuzas y continuó el fuego de artillería, aunque se redujo la intensidad de los combates. Se organizaron envíos de ayuda humanitaria al territorio de la RPD y de la RPL provenientes, entre otros, de Rusia.
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En enero de 2016 las acciones bélicas a gran escala se reanudaron. El subdirector del Instituto de Países de la CEI, Vladímir Evséiev afirma que las expectativas estaban demasiado altas: después de cierta tranquilidad, los militares ucranianos, habiendo aunado fuerzas, decidieron que podían “salvar el Donbass”. Los rebeldes, por el contrario, pensaban en ampliar su territorio.
“Al final, después de nuevos enfrentamientos y cientos de víctimas, las partes se dieron cuenta de que ni los unos ni los otros tenían capacidad para alcanzar sus objetivos”, afirma Evséiev. Ucrania volvió a recurrir a la vía diplomática.
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El acuerdo Minsk-2, firmado por Rusia, Ucrania, la RPD y RPL el 12 de febrero de 2015 volvía a contemplar el alto al fuego inmediato y la retirada de tropas, tras lo cual llegaba un momento de acuerdo político. Las negociaciones las realizó el llamado Cuarteto de Normandía, compuesto por Rusia, Ucrania, Francia y Alemania. Se suponía que Ucrania iba a reformar la Constitución y conceder un estatus especial a Donetsk y Lugansk. Se planeaban, además, elecciones en las regiones del Este y que Ucrania recuperase el control de la frontera con Rusia.
Mikhail Sokolov / TASS
El proceso de paz continúa sin dar sus frutos. Las elecciones en las autoproclamadas repúblicas populares no se han celebrado todavía. En un principio se fijaron para otoño de 2015. Los líderes ucranianos declaran que “la sociedad no está lista de momento. “Actualmente no hay deseo por parte de Ucrania para dialogar con Donetsk y Lugansk”, considera Evgueni Minchenko, director del Instituto Internacional de Peritaje Político.
En lo que se refiere a la acción militar, según Minchenko, tras Minsk-2 se ha establecido una situación extraña; “ni de guerra, ni de paz” en la que no hay operaciones militares a gran escala, pero los períodos de tranquilidad se alternan con otros de enfrentamientos.
Vladimir Evséiev comparte esta opinión e indica que a finales de agosto el fuego se rompe unas 300-350 veces al día.
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No obstante, el Cuarto de Normandía y el grupo de contacto sobre normalización en el Este de Ucrania siguen intentando solventar la crisis del Donbass. Un nuevo alto el fuego entró en vigor el pasado 1 de septiembre. De momento no está claro si durará o no.
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Los expertos consideran que la normalización del conflicto en el Donbass no es posible sin la participación de EE UU, el aliado clave de Ucrania. Vladímir Evséiev subraya que la Administración Obama — a la que ya le queda poco tiempo en el poder — está concentrada en Siria y es poco probable que tome un papel activo en el conflicto ucraniano. Así que será el próximo presidente o presidenta de EE UU quien determine en parte el destino del proceso de Minsk.
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