Mujer siria que apoya a la oposición.
ReutersUna de las razones para cambiar la fecha de la reunión de Ginebra, en principio debería haberse celebrado lugar el lunes, han sido las discrepancias entre los opositores sirios acerca de quién iba a representarlos en el diálogo con el gobierno.
Los oponentes radicales de la Coalición Nacional Siria, que cuenta con el apoyo de Arabia Saudí y Catar, están en contra de la participación de la oposición moderada, sobre todo del Frente Popular por el Cambio y la Liberación, liderado por Qadri Jamil. En la Coalición dudan porque Jamil fue viceprimer ministro en el gobierno de Bashar al Asad.
Sin embargo, lo más probable es que en las negociaciones participen ambos grupos, así como delegaciones de la oposición interna y externa. Quedan fuera grupos islamistas como el Estado Islámico o Jahbat al Nusra.
Se espera que no haya conversaciones directas y la reuniones se harán en lugares separados. Aunque tendrán que buscarse mecanismos para tender puentes, ya que si no se consigue se pondría en tela de juicio todo lo acordado en la ONU hasta ahora.
Otro de los problemas a los que hay que hacer frente es la creación de un gobierno de coalición, tal como está estipulado en la resolución de la ONU. Los expertos rusos consideran que la oposición de la Coalición Nacional no tiene tanto apoyo en la sociedad como lo tiene Asad y algunos otros grupos de la oposición. La ayuda saudí, catarí y occidental es adecuada para establecer el diálogo pero no pueden tomar decisiones políticas, creen los analistas rusos consultados.
El futuro del actual presidente, Bashar el Asad, es clave para la regulación de la crisis siria. Occidente y una parte de los actorers regionales continúan hablando de la necesidad de la renuncia de Asad. Rusia e Irán apuestan por que Asad se siga manteniendo por el momento y que sean los propios sirios los que decidan su futuro. En teoría también podría considerarse una variante "cosmética" de la salida de Asad, con otro representante de la minoría alauita en el poder. Sin embargo, actualmente hay tal vacío de poder en torno a Asad que no hay un líder con la autoridad suficiente como para sustituirlo.
Además de las discrepancias entre Rusia y los EE UU también hay que tener en cuenta la postura de Irán. Si Moscú y Washington acuerdan la salida de Asad eso no significa obligatoriamente que Irán lo apoye. Teherán no va a renunciar fácilmente a Asad, ya que en los últimos años ha invertido mucho en Siria y es su único aliado regional. Al mismo tiempo, Riad no acepta el régimen sirio, lo que lleva la situación a un punto muerto.
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