En un momento en el que las relaciones entre Rusia y los EE UU están en su punto más bajo en décadas y reina la desconfianza, hay necesidad de un intermediario honesto. Es en este punto donde el papa puede intervenir para que los países en disputa entierren la desconfianza y la hostilidad.
Las credenciales del papa como uno de los líderes mundiales se vieron confirmadas cuando el presidente estadounidense Barack Obama lo recibió en la base aérea de Andrews, algo que no suele ser habitual con los mandatarios internacionales.
Podría pensarse que con este gesto Obama quería complacer a la comunidad hispana de los EE UU, cada vez más importante políticamente y que será crucial en la campaña de electoral, pero lo más probable es que responde al papel cada más enérgico del papa en los asuntos globales.
Así fue durante la visita de Francisco a Cuba, donde se dirigió a los cubanos y apeló a la unidad nacional, independientemente de sus opiniones políticas y los problemas del pasado.
“El papa Francisco siempre trata de abrir vías de comunicación y no cerrarlas. Ayudó en el acercamiento entre Cuba y los EE UU”, dice el padre Yanes Sever, jesuita establecido en Moscú.
Como gesto simbólico de reconciliación, tuvo un encuentro con Fidel Castro, también apeló al Gobierno colombiano y a las FARC para que concluyan las negociaciones y firmen un acuerdo de paz.
En junio pidió a los bosnios que traten de mantener el todavía precario equilibrio étnico y religioso que compone este país devastado por la guerra de 1992-95, y que enfrentó a serbios, croatas y bosnios. El doloroso acuerdo de paz, enfatizó el papa, es una muestra de que “incluso las heridas más profundas se pueden curar purificando la memoria y anclando de manera firme nuestras esperanzas en el futuro”.
En definitiva, el papa se ha ganado su reputación como un intermediario por la paz con autoridad moral para forzar a los adversarios a que dialoguen.
En junio, cuando los países occidentales prolongaron las sanciones contra Rusia, lo que ha perjudicado su economía, el papa mantuvo una reunión de una hora con Vladímir Putin en la que hablaron acerca de la crisis en Ucrania, y el Vaticano transmitió el mensaje de que no se alía con ninguna de las partes.
Para el padre Ígor Chbanov, secretario den nuncio apostólico en Rusia, que compartió sus opiniones con RBTH, “la visita del papa a Cuba y la posterior a los EE UU para dirigirse a la Asamblea General de la ONU, se siguen con interés en Rusia, y hay buenas razones para ello”.
“Recordemos que hace dos años el papa Francisco escribió una carta dirigida a Putin en la que hablaba sobre la paz en el mundo, concretamente en Siria. Insistía en que los líderes de los principales países deben 'superar las posiciones conflictivas y dejar de la lado la fútil búsqueda de una solución militar', y que esa era la 'tarea moral de los gobiernos”.
“Quizá el papa considere a Putin no solo como un líder de uno de los poderes globales, sino también una figura con principios morales”, declara el religioso. “Putin, que ha construido parte de su política basándose en valores conservadores, podría convertirse en un aliado en la búsqueda de la paz”, afirma.
Al ser preguntado por RBTH si el Vaticano podría convertirse en un mediador en la crisis ucraniana, el padre Ivanov señaló la necesidad de mejorar las relaciones entre la iglesia católica y la iglesia ortodoxa rusa, lo que facilitaría la reconciliación.
En definitiva, el mensaje evangélico y las llamadas personales del papa Francisco resuenan en los lugares atravesados por el conflicto. En este sentido, la Santa Sede puede considerarse como un creíble y sólido mediador en la resolución de conflictos y un actor que coopera con los principales actores del ámbito internacional, incluida Rusia.
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